Un conflicto de impredecibles consecuencias
Un conflicto de impredecibles consecuencias
El historiador musulmán Muhammad Qasim Hindu Shah estimó que la conquista de la zona que hoy formaLa India , Pakistán y Bangladesh trajo consigo
unos 400 millones de muertos.
El mismo erudito relata que a lo largo de los siglos de dominación e
imposición del Corán que comenzó con la llegada de las tropas del califato
Omeya en el año 711, la población hindú sobreviviente sufrió un extenso proceso de esclavización y conversión forzada,
que incluyó la castración masiva, las masacres crónicas y las
deportaciones. En otras palabras, dos
de cada tres hindúes fueron muertos u obligados a convertirse al islam.
La India reaccionó ante la
prueba y denunció a Pakistán por no respetar los acuerdos internacionales
de no proliferación nuclear. Pero en realidad, aquello era una impostura
dado que Nueva Delhi había
desarrollado su propia arma nuclear en un programa igual de secreto.
Paquistán-India, un conflicto
que comenzó en el siglo VIII y puede terminar en una guerra atómica (*)
El historiador musulmán Muhammad Qasim Hindu Shah estimó que la conquista de la zona que hoy forma
Por
eso cuando los ingleses tomaron el control de la India en 1858 y desplazaron
a las dinastías musulmanas que aun regían en la zona, hallaron en los
hindúes una población que les prestaba una extraña fidelidad. El recuerdo del
terror y el deseo de revancha arrastrado por siglos, explicaban aquella
lealtad.
Al
llegar el momento de la independencia en 1947, el territorio que formaba parte
de la colonia inglesa de La
India se fragmentó en tres
grandes porciones. En el centro del mapa, nació La India ,
un estado multicultural dominado por integrantes de la mayoría hindú. En
el noroeste, Pakistán,
de identidad musulmana y lengua urdú. Estaba habitado por una mayoría que
pertenecía a la etnia Pasthún y que habitaba hacia siglos un inmenso territorio
que ocupaba también el sur del actual Afganistán, pero que fue partido al medio
en 1893 por el capricho de un diplomático ingles llamado Mortimer Durand.
En el Este, se creó Bangladesh, otro
territorio de mayoría musulmana y etnia bengalí que fue asignado a Pakistán (de
allí que fuese denominado Pakistán del Oeste/Oriental).
Las
tensiones entre musulmanes e hindúes estallaron el 15 de agosto de 1947, el mismo día
de la independencia de India y Pakistán.
En
los meses anteriores, había comenzado la emigración de pobladores hindúes desde
las zonas asignadas a los musulmanes y una mucho más numerosa de
seguidores del Corán desde territorios de la actual India. En total, 14 millones de seres humanos se movilizaron
para escapar de una matanza que se adivinaba en el horizonte. El
día de la emancipación y ya sin el control de las tropas británicas, comenzó
una de las masacres más cuantiosas de la era moderna. Un millón de personas fueron asesinadas por turbas de
civiles, la mayoría de ellas hindúes, que tomaron por asalto las caravanas
de musulmanes que huían a pie desde la India.
En esos días, trenes
enteros atiborrados de familias que escapaban fueron quemados y sus
pasajeros muertos atrozmente. En los puertos, los muelles en los que los
emigrantes esperaban embarcar, se tiñeron de rojo cuando las hordas los tomaron
por asalto. Las matanzas continuaron en las grandes ciudades en donde aún
quedaban bolsones de islámicos y una mayoría adversaria, tal como fuera
graficada magistralmente en la película Slumdog Millonaire por el director
Danny Boyle.
Con las masacres de 1947, se renovaron las promesas de venganza
entre musulmanes e hindúes. Pero además se sucedieron algunos hechos
políticos que conducirían a las tensiones del presente. Por un lado, La India había retenido para sí la zona de Cachemira,
un enclave de gran valor económico y estratégico habitado por una mayoría
musulmana. Pero además, desde
Nueva Delhi se inició un plan de apoyo político a los integrantes del
movimiento Mukti Bahini, un movimiento político de la etnia
bengalí que pretendía independizarse de Pakistán.
Las tensiones entre Pakistán y la India nunca cesaron. Desde el día de la independencia
de ambos países, la frontera fue terreno de ataques, emboscadas e
intercambios de artillería que finalizaban con decenas o centenares de
muertos.
Tanta tensión se volvió conflagración abierta en septiembre de
1965,
cuando ambos países iniciaron hostilidades a gran escala por la entrada de
tropas paquistaníes a Cachemira y el posterior ingreso de soldados indios
a territorio de Pakistán. Pero además, la situación se había agravado por
el apoyo de Nueva Delhi a los independentistas bengalíes. El alto el fuego fue
seguido por negociaciones diplomáticas oficiadas por las dos grandes
superpotencias del momento. Pakistán
perdió 3.800 tropas. La India ,
declaró 3.000 soldados muertos.
Tanto EEUU como la
URSS habían apoyado a uno de los bandos en conflicto.
Washington encontró en Pakistán un aliado firme en el extremo oriente y los
soviéticos un socio conveniente en la India , cuyo principio de no alineamiento resultaba
apropiado para sus necesidades estratégicas en la zona. En los hechos,
Pakistán recibió lo mejor de los arsenales de Occidente y la India enormes cantidades de
pertrechos soviéticos de última generación.
Esas
armas fueron puestas a prueba en diciembre
de 1970 cuando ambos países entraron nuevamente en
guerra. Todo comenzó con el triunfo de la Liga Awami en las elecciones celebradas en
Pakistán Oriental. Aquel grupo era apoyado en su reclamo de independencia
por La India.
Pakistán respondió al desafío con una feroz persecución a los
líderes de ese partido, que huyeron de manera precipitada hacia la India. Una rebelión de
las tropas locales formadas en su mayoría por bengalíes, concluyó con la
declaración de Independencia de Bangladesh el 27 de marzo de 1971 y su
reconocimiento por parte del gobierno indio.
En
las horas siguientes, Pakistán
intentó tomar el control de su territorio oriental y las tropas de sus
adversarios se movilizaron para apoyar a las del país
recién nacido. Lo que siguió fueron casi dos semanas de intensas hostilidades en todos los
terrenos. Los paquistaníes intentaron hacer llegar tropas al Este, pero para
eso debían atravesar casi mil kilómetros por territorio enemigo. Los
indios lograron frenar ese intento a costa de casi diez mil muertos. Del
lado adversario, cayeron unos 4.000 soldados.
El alto el fuego no significó el fin de las tensiones y la guerra
en la frontera siguió en forma de combates esporádicos. En tanto, Pakistán se
dedicó a fortalecer el poder de los grupos musulmanes que operaban en
Cachemira al tiempo que desarrollaba un plan secreto para hacerse de armas
nucleares que compensaran su debilidad militar. La India , con asistencia
de sus aliados, comenzó un programa similar para ponerse a la par de sus
adversarios.
La primera carrera nuclear del tercer mundo
En enero de 1972, el presidente pakistaní Nawaz Shariff aprobó el
plan para proveerle a su país de armas atómicas. La idea había sido
desarrollada en un principio por su antecesor, Zulfikar Ali Bhutto, quien
había entendido que el único modo de evitar una nueva derrota como la
de 1971 era contar con armas de destrucción masiva.
Para
concretar su plan, reunieron a los científicos más renombrados de su país e
iniciaron un plan secreto de adquisición de tecnología en el exterior. La
construcción de instalaciones de desarrollo y prueba en la provincia de
Baluchistán fueron el comienzo de un programa que un lustro después
comenzó a mostrar los primeros resultados. Hacia 1976, el diseño estaba listo,
pero las demoras por presiones externas y especulaciones políticas internas
hicieron que recién en 1998 se
hiciera la primera prueba de un arma atómica. El 28 de mayo de
ese año, un artefacto de 40 kilotones fue detonado en las instalaciones
subterráneas de Chagai. Cinco detonaciones similares en los días
siguientes anunciaron el nacimiento de la nueva potencia nuclear.
De
hecho, ya había hecho detonar su
propia bomba atómica en 1974, pero seguía sosteniendo que
se trataba de un plan de investigación con fines pacíficos. Cuando ambos
bandos reconocieron tener armas atómicas y disponerse a usarlas en caso de
un nuevo conflicto, se sinceró la existencia de los arsenales y su
intención de continuar con sus planes de desarrollo nuclear bélico.
EEUU
toleró el desarrollo nuclear de sus aliados paquistaníes, a los que necesitaba
para seguir nutriendo de armas a los rebeldes afganos que luchaban contra los
invasores rusos. Después de todo, los muyahidines que peleaban contra las
tropas de Moscú eran parte de la etnia pashtún que habitaba en el norte de
Pakistán y desde donde les acercaban armas norteamericanas. La línea
imaginada en 1893 por Mortimer Durand que los había separado, servía ahora
para crear santuario desde donde llegaban refuerzos a los rebeldes afganos.
Y
la Unión Soviética
apostó a debilitar ese apoyo obligando a Pakistán a aumentar sus gastos en
el programa nuclear y debilitar su economía. Lo hizo proveyendo a la India de tecnología
y vectores adecuados para transportar más lejos sus artefactos atómicos.
La existencia de bombas atómicas en ambos lados del conflicto
desató una carrera atómica sin precedentes en el Tercer Mundo. Aunque ambos países
tenían enormes índices de pobreza y grandes carencias de infraestructura,
invirtieron miles de millones de dólares anuales para acrecentar sus
arsenales nucleares. Desde el Centro de Investigación Atómica de Bhabha, la India desarrolló nuevas
armas hasta proveer a los arsenales de su país un total aproximado de 140
armas nucleares. Pakistán, por su parte, tendría entre 90 y 130 armas
nucleares. Los arsenales sumados, son suficientes para causar un estrago
inimaginable si fueran arrojados en una región que está entre las más
pobladas del planeta.
En
la actualidad, ambos países desarrollaron además misiles balísticos armados con
carga nuclear para alcanzar los puntos estratégicos situados en el
interior del territorio adversario. El más reciente desarrollado por
Pakistán es el "Ghauri" y tiene la capacidad de hacer llegar su carga
nuclear a 1.300
kilómetros de su zona de lanzamiento. La India presentó
recientemente su último desarrollo, el misil Agni 5. Este modelo es capaz
de alcanzar objetivos a 5.000 kilómetros .
Semejante
despliegue de armas no es solo un juego disuasivo. Pakistán sigue apoyando a
los rebeldes de Cachemira, atento a seguir erosionando a su adversario.
Nueva Delhi acusa abiertamente a Carachi de estar detrás del grupo
musulmán Jaish-e-Mohammed, responsable del ataque sucedido contra una
comisaría en Cachemira el pasado 14 febrero, en el cual murieron 42 policías
indios. De acuerdo a los informes de inteligencia, muchos de los grupos de rebeldes cachemires
habían logrado sus primeras experiencias guerreras entre los
grupos islámicos más radicalizados que operan en
Afganistán y el norte de Pakistán, en donde mandan los servicios secretos
de sus adversarios.
La respuesta de la
India fue iniciar un despliegue de tropas a lo largo de la
frontera común y lanzar una ofensiva aérea contra los santuarios del grupo
terrorista en territorio paquistaní. El derribo de dos aviones indios por
parte de sistemas antiaéreos paquistaníes y las noticias de al menos una
docena de bajas en las refriegas entre tropas de ambos países, hace temer que
la escalada de tensión derive en un nuevo enfrentamiento como sucedió en 1965 y
1971.
La
diferencia entre aquellos conflictos y el que se desarrolla en el presente, es
que en las guerras pasadas
ambos adversarios solo usaron armas convencionales. Hoy, en
cambio, cuentan en conjunto con casi 300 armas atómicas para despedazarse
mutuamente. Y todo esto, en una de las regiones más
vulnerables por su concentración demográfica. Los resultados de una nueva
guerra abierta entre Pakistán y la
India puede resultar catastrófico. Como lo fue en su inicio, muchos
siglos atrás, cuando las tropas de los omeyas llegaron a la India y acabaron con
dos de cada tres habitantes de la región dando así inicio a una sucesión de
venganzas que puede terminar en un desastre nuclear.
(*)
Ignacio Montes de Oca, Infobae, 28/2/019.
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