La columna política de Eduardo van der Kooy
Las guerras ocultas por el Covid (*)
Alberto Fernández reiteró
en su visita a Chile una de sus frases dilectas. Sostuvo que si ante los mismos
problemas se ensayan siempre las mismas respuestas, también los resultados
serán los mismos. Aludió, de esa forma, a la vuelta de campana que produce en
el mundo la irrupción de la pandemia. Sobre todo, a la fragilidad económica del capitalismo que
habría desnudado el Covid-19.
El Presidente remarcó que la pandemia dejó al descubierto la
ineficiencia del sistema. Se amparó en citas del papa Francisco, cuyo valor
religioso y generalidad terrenal difícilmente puedan resultar rebatidos. “Nadie se salva solo”, advirtió. Reconoció que, a
esta altura de la historia, parece inconcebible estar hablando de
asistencialismo en lugar de solidaridad.
Alberto suele reflejar en sus pensamientos una dificultad. Sus
respuestas a lo que define como problemas de siempre las rastrea en el pasado.
No imagina otro horizonte. Ni siquiera en abstracto. Condición que no debe
sorprender: atañe tanto al peronismo como
al progresismo kirchnerista.
El Presidente llegó al poder prometiendo que retomaría la obra
de Néstor Kirchner, de quien fue jefe de Gabinete. Esa obra fue enterrada a
partir del 2007, al asumir Cristina Fernández. Los contextos internos y
externos hacen imposible regresar a aquel escenario. Al hablar del impacto que
la pandemia produce en el mundo insistió con la necesidad de revisar el
capitalismo. Una propuesta atendible que parece desvanecerse detrás de otra
formulación: “Debe volver a sus orígenes. A
la época de Ford (Henry)”, sostuvo en la conferencia que
brindó en la sede de
Ese salto hacia atrás resulta
inimaginable. De ficción. Alberto formuló una respuesta a la
crisis de la segunda década del siglo XXI con una apelación referida a los
comienzos del siglo XX. Aquella mención al fundador de Ford Motor Company se vincula
con una innovación productiva, factible en esa época, que significó el primer
paso de lo que ahora se conoce como sociedad de consumo masivo.
Tampoco Alberto parece guardar fidelidad al apotegma que predica
nuevas respuestas ante los problemas se siempre. Con el atenuante que
representa la irrupción de la pandemia, su gestión del primer año, casi sin
excepciones, fue una repetición de decisiones que
vienen fracasando en
Marcos regulatorios para la mayoría de las actividades
esenciales. Engorde del Estado obeso para
convertirlo en eje de la producción. Vigilancia celosa de la actividad privada. Precios cuidados, atribuciones a
funcionarios de la política (intendentes) para vigilarlos. Cepos temporarios con el objeto de controlar
la inflación. Que se pavonea como una de las tres más elevadas del mundo. La
solidaridad, entendida como virtud imprescindible para quienes ejercen el
poder, apenas como parte de un relato.
También un asistencialismo que
carece de freno y estaría orientado al clientelismo
político y electoral que ningún dirigente, con seriedad, asoma dispuesto a
erradicar. Las cifras son, en ese aspecto, lapidarias. Cuando concluyó la
dictadura, con una herencia de pobreza del 12%, Raúl Alfonsín lanzó el Plan
Alimentario Nacional (PAN) consistente en 1.200.000 cajas de comida. Con el
derrumbe del 2001, Eduardo Duhalde impuso el Plan de Jefes y Jefas de Hogares.
Llegó a 2 millones de personas. Los programas de asistencia se fueron
multiplicando y alcanzaron en 2015 al 40,3% de la población. Mauricio Macri
elevó ese número casi al 44%. Alberto, con la pandemia, subió la prestación al
55%. En suma, más de la mitad de los 45
millones de habitantes de
Tampoco el Presidente se ha esforzado por producir novedades en
el plano político. ¿No lo hubiera merecido la situación social? La grieta
continúa. La promesa de una administración
abierta quedó anclada en la campaña. Por la heterogeneidad del
Frente de Todos y el liderazgo de Cristina, cualquier apertura se torna
imposible.
Veamos un caso de estos días. Los gobernadores peronistas
(también algunos de la oposición) pidieron al Presidente la suspensión de las
PASO. La solicitud quedó empantanada por la oposición kirchnerista. En
especial,
El empeño que Alberto coloca en cada exposición pública para
describir la crisis mundial por la pandemia quizás obedezca a la necesidad de
disimular que, en el conjunto,
La segunda o tercera ola en Europa está forzando a los gobiernos
a adoptar de nuevo restricciones. Producen decepción e incuban ambientes
sociales muy crispados. Alcanza con una imagen: los disturbios que hace días se
vienen repitiendo en Holanda por la resistencia de la gente que enfrenta la
acción policial.
¿Qué sucederá en nuestro país cuando se extinga el verano? El
Gobierno está atado al acuerdo con Rusia por
La falta de transparencia en el proceso con Rusia ─sin poner en
tela de juicio la calidad de la vacuna─ aumenta el problema. Desata intrigas
políticas inconcebibles (Axel Kicillof en Buenos Aires con los intendentes) y
hace menos eficaz la logística muy compleja de por sí. El Gobierno licitó el
transporte para hacer la distribución en el interior. Llamativamente se
adjudicó a una empresa cuya oferta fue el
doble de cara que otra dejada de lado.
Rusia oficializó que tendrá demoras en la entrega. El mayor problema
es la producción de la segunda dosis. Por esa razón se contempló la aplicación
de dos primeras dosis, que blanqueó y luego retractó la viceministra de Salud,
Carla Vizzotti. La inmunidad total se alcanza con las dosis diferentes. Pero
dos de la primera prolongaría el tiempo de protección que solo llega así al 30%
o 35%.
Tampoco Rusia es una excepción. La distribución de la vacuna de
AstraZeneca sufre un freno en
El Gobierno confía en el acuerdo con la farmacéutica AstraZeneca, de
origen británico-sueco. Esas vacunas estarían al alcance recién en el otoño.
Cuando, a lo mejor, nuestro país y la región estarían envueltos por la segunda
o tercera ola. Nadie en el Gobierno termina de explicar los motivos del desacuerdo con Pfizer-Biontech,
estadounidense-alemán. Parte de la experimentación se hizo en nuestro país.
Un grupo de diputados de la oposición Juntos por el Cambio tuvo
un intercambio con el laboratorio. Quiso indagar en los motivos del por ahora
fracaso. La respuesta tuvo aspectos interesantes. Pfizer ratificó hacer todos
los esfuerzos “para poder llegar a un acuerdo lo antes posible”. Aunque aclaró
que “es prerrogativa de los gobiernos y de sus ministerios de Salud decidir qué
vacunas incorporar a sus planes de inmunización”.
También hizo un subrayado. “Las condiciones solicitadas a
La complicación del paisaje de la pandemia encierra un par de
problemas graves para el Presidente. No existe ahora garantía que la campaña de
vacunación pueda convertirse en una eficaz arma electoral. El Gobierno la tenía
articulada de esa forma. Se habían anotado los movimientos sociales. Las
unidades básicas del PJ. Pero la batuta estaría en
poder de
Aquella complicación también diezma la esperanza oficial sobre
la recuperación de la economía. En especial, si el Gobierno debiera en los
próximos meses endurecer de nuevo la cuarentena. Podrían suceder dos cosas.
Un estrés del sistema sanitario que
durante el año pasado aguantó. Una rebeldía
social producto de la gravísima situación económica y del
hartazgo por las largas limitaciones.
Una situación, como ejemplo, no puede ser pasada por alto.
Hasta Gildo Insfrán ha
debido comenzar a rendir cuentas en Formosa por el modo autoritario en que
manejó desde el año pasado la pandemia. El hermetismo de esa provincia se empezó a perforar.
Alcanzó resonancia nacional.
El Frente de Todos miró para otro lado. El PJ firmó un texto
bochornoso de apoyo. Alberto calló. Hizo bien: una vez tildó a Insfrán de “gobernador ejemplar”.
(*) Fmvoz.com.ar
Fuente: Clarín,
31/1/021
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