La postura de Camila García

 


La crisis de reservas, la flexibilización de las metas y el fracaso del programa del FMI

Después de haber sobrecumplido en 2022 las metas de ajuste impuestas por el FMI, el gobierno habría conseguido que el organismo flexibilice la meta trimestral de acumulación de reservas, que aparece como incumplible porque el Banco Central sigue perdiendo divisas. Bajaría así el monto de dólares que debía recaudar para marzo, aunque el objetivo anual quedaría inamovible. Es una soga que el Fondo y el gobierno de Biden le tiran al gobierno peronista para no forzar un estallido, como probablemente suscitaría la caída del programa u obligar a una brusca devaluación que dispare una hiperinflación.

La “ola rosa” de gobiernos de contención ante el escenario de rebeliones populares en América Latina sigue siendo la opción por la que opta el imperialismo (con Lula como máximo exponente). Claro que, como contrapartida, exige al Frente de Todos que siga haciendo el trabajo sucio de ajustar el gasto público a costa de la población trabajadora, cuando en definitiva las sucesivas revisiones muestran el fracaso de todo el programa fondomonetarista, que todos los políticos capitalistas plantean sostener.

Además de la sequía, que reduce el ingreso de divisas por exportaciones, la acumulación de reservas también está cuestionada por el encarecimiento de las importaciones, el pago de los elevados intereses de deuda y la recompra de bonos en dólares que activó la Secretaría de Finanzas para intentar contener la brecha cambiaria. Sin embargo, al mismo tiempo el FMI indica al gobierno que debe frenar el esquema de desdoblamiento cambiario, cuyo mayor exponente fue el dólar soja, es decir que apuntó contra los mecanismos (usurarios) con que el año pasado se logró cumplir la meta -los costos los vemos ahora, porque eso motiva la retención de la cosecha a la espera de nuevos beneficios cambiarios.

Desde el gobierno nacional sostienen que esta modificación otorgará un mayor margen para liberar pagos de importaciones y así sostener el nivel de actividad, cuando diciembre se consagró como el cuarto mes de contracción por las trabas a los insumos que se compran en el exterior. Pero las cuentas no dan, ya que en enero, la balanza comercial dejó un saldo negativo de casi 500 millones de dólares, augurando mayores controles sobre el uso de dólares para importaciones, que junto con el endeudamiento seguirán las vías para cumplir con el nuevo recálculo en la meta de reservas.

En tanto, no habrá cambios en los objetivos de déficit fiscal y de emisión monetaria, incluso cuando enero marcó un rojo primario de $204.000 millones producto de la caída en las retenciones y dejó poco margen para la meta fiscal del primer trimestre con el FMI. Esto sucede en el inicio de la campaña electoral, donde las elecciones dejan planteada una mayor erogación fiscal, por lo que el ajuste va camino a recrudecerse atizando la tendencia recesiva, los niveles de endeudamiento y el golpe al bolsillo popular.

No podemos seguir siendo los trabajadores quienes pagamos los platos rotos del fracaso de los políticos capitalistas y el programa del FMI. Para terminar con la fuga de divisas y la desvalorización permanente de la moneda nacional es necesario echar a los políticos capitalistas y reorganizar la economía priorizando las necesidades sociales y de desarrollo nacional.

(*) Prensa obrera

27/2/023

 

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