La mirada de Sofía Hart

 


Muere una bebé en situación de calle frente a la Casa Rosada, los gobiernos son responsables

No hay ejemplo más ilustrativo del desprecio que nuestros gobernantes tienen por las niñeces que lo que sucedió esta madrugada a metros de la Casa Rosada. Una bebé de apenas tres meses, que vivía en situación de calle con su familia, dejó de respirar durante el sueño. Si bien se desconocen los motivos que provocaron su muerte, sabemos que dormía a la intemperie, expuesta a la contaminación de la ciudad y a las inclemencias del clima, sin las condiciones sanitarias adecuadas, y eso significa un riesgo enorme a tan corta edad.

Ahora, la familia deberá sobrellevar esta tragedia desde un lugar de absoluto desamparo. Desprovistos de un techo, de trabajo genuino y de asistencia psicológica. Cargando a cuestas una pérdida irreparable mientras deben criar a su otra hija, melliza de la niña fallecida, cuyas necesidades tampoco serán atendidas por el Estado. Por el contrario, las políticas gubernamentales, de ajuste y al servicio de los poderosos, se encargarán de vulnerar aún más esa trayectoria de vida. Son las mismas políticas causantes de que una bebé de tan corta edad haya muerto durmiendo en la calle, con el nivel de desprotección que eso implica.

Los funcionarios de la Casa Rosada están tan divorciados del pueblo, que sabiendo que frente a sus oficinas vivía una familia en esas condiciones, eligieron mirar para otro lado. Total, esa realidad no es la que les toca vivir a ellos: con sus estrafalarios sueldos -que pagamos los trabajadores con nuestros impuestos- pueden costear todos los elementos necesarios para la crianza de sus hijos. Tienen dinero de sobra para pagar una prepaga y tener los chequeos de salud al día, para comprarle una cuna a su bebé, para garantizar una alimentación adecuada -ya sea contratando una puericultora que ayude en la lactancia o pudiendo comprar la carísima leche de fórmula- y para tercerizar el cuidado en otra persona (generalmente pagándole salarios de indigencia), entre otra infinidad de privilegios, como vivir en inmuebles de lujo repletos de comodidades. A tal punto llega su indiferencia por los que sufren, que ni siquiera se solidarizaron con esa familia cuando les ocurrió semejante desgracia y prefirieron guardar silencio desde la comodidad de sus despachos.

Cabe reflexionar lo distinta que es la mapaternidad que expusieron Alberto Fernández y Fabiola Yáñez en la tapa de la revista Caras, sosteniendo a su bebé recién nacido en un suntuoso salón de la Quinta Presidencial, con la que le toca sortear a la pareja en situación de calle que tuvo que recurrir desesperadamente a la Policía porque su hija no presentaba signos vitales. Resulta imposible imaginar la desolación de esa mujer puérpera escuchando a los médicos del SAME decir que su bebé estaba muerta. Resulta indignante pensar que mientras eso sucede, los políticos capitalistas, como Cristina Kirchner y Mauricio Macri, viven en la opulencia y engrosan las cuentas bancarias de sus hijos, que no trabajaron nunca, con la plata que le robaron al país.

No solo que no los interpela ni conmueve que el destino de una bebé sea dormir en la calle, sino que son ellos los responsables de que esa atrocidad ocurra. Que en el país el 54% de los menores de 14 años (más de 5 millones de niños) se encuentren bajo la línea de pobreza habla del fracaso rotundo de todos los gobiernos que se han alternado en el poder. Tanto radicales, como peronistas, macristas y kirchneristas se inclinan ante el FMI y las patronales, hundiendo a las mayorías y pisoteando el derecho que tienen las infancias a educarse y a acceder a la salud, a la alimentación adecuada (un millón debe saltearse alguna comida diaria), a la vivienda digna y a los servicios básicos. Este panorama desgarrador le abre el camino a los fachos como Milei, que levantan un programa rabiosamente antipopular.

Los dichos de la titular de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, de que “la pobreza nos duele y nos ocupa, por eso trabajamos todos los días para combatirla”, seguidos de “trabajamos todos los días para seguir de cerca el ritmo de los salarios y que los ingresos de las familias vulnerables nunca estén por debajo de la inflación” son sencillamente agraviantes, viniendo de un gobierno que promueve paritarias a la baja, no combate la informalidad laboral, recorta 100 mil Potenciar Trabajo dejando sin ingreso a los que menos tienen y se vale de la inflación para licuar las partidas destinadas a la asistencia social. La ministra miente cínicamente, mientras ejecuta un ajuste despiadado sobre a los hogares más vulnerables y difama a quienes se rebelan contra ese ajuste.

Lo mismo podemos decir de Larreta y Acuña en CABA, que dieron de baja a 1.445 familias del plan “Plan Ciudadanía Porteña” por no mandar a sus hijos a la escuela, como si castigar económicamente a los pibes sirviera para mejorar sus trayectorias escolares. Una aberración política y pedagógica por parte de un gobierno que desfinancia continuamente a la educación pública y abandona a su suerte a la población más pobre.

Lo peor de todo es que si los padres de la bebé fallecida hubieran optado por no vivir en la calle y tomar un terreno ocioso para improvisar un techo donde guarecerse, estos millonarios que nos gobiernan, de uno u otro lado de la “grieta”, hubiesen mandado a la policía para desalojarlos a palazos en defensa de los negociados inmobiliarios. No es una suposición, así actuó el “progresista” de Kicillof con las familias de Guernica y Larreta con la toma “Fuerza de Mujeres” en la Villa 31.

Si una niña condenada a dormir en la calle muere en las puertas de la Casa Rosada, es porque los políticos que están adentro conspiran contra el pueblo, y no queda más remedio que echarlos. Abrazamos a la familia en su dolor y nos comprometemos a luchar hasta el final contra este régimen cuya naturaleza desigual tiene consecuencias irremediables.

(*) Prensa obrera

31/3/023

 

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