El enfoque de Claudio Jacquelin
Milei y la táctica del tero
29 de
abril de 2024
En
un homenaje,
seguramente involuntario, a Néstor Kirchner, Javier Milei repitió
tres veces en los últimos días una de las chicanas con las que el expresidente más
disfrutaba de molestar a sus críticos.
“Están nerviosos”, les espetó el Presidente a los
políticos que se sumaron a la masiva marcha en defensa de la universidad pública el martes
pasado. Lo mismo le dijo a Cristina Kirchner y a
sus seguidores, tras el acto en el que el sábado la exbipresidenta reapareció
con el doble propósito de reagrupar a los suyos y frenar la avanzada del
libertario sobre sus votantes (blandos y no tanto).
Sin
embargo, la reacción de Milei, como antes las de Kirchner, se asemejan
demasiado a lo que en psicología se denomina proyección, ese mecanismo de
defensa por el que se pone en otros defectos o carencias propias.
La
magnitud de la manifestación en rechazo no solo al recorte presupuestario sino
a los recurrentes ataques verbales del libertario y los suyos a la educación
pública impactó de lleno en el Presidente. Y lo obligó a él y sus asesores
a revisar su manual de
comunicación externa, pero sobre todo interna, así como
la eficacia de la estructura de su gestión y de sus gestores. Las falencias
operativas terminan casi siempre en crisis cuando el viento a favor amaina o
cuando en lugar de mirar el horizonte se insiste en el dogma, el capricho o
instrumentos falibles.
Ahora Milei tiene por delante un nuevo y crucial desafío en el que
importa el resultado, pero, como siempre, también el tamaño (de las derrotas y
de las victorias). La “Ley de bases”, que
este lunes empezará a ser tratada en el recinto de
“Necesitamos contar con la mayor cantidad de adhesiones posibles.
Esa es la señal que miran y están esperando ver algunos gobernadores reticentes
para influir (a favor o en contra) en el Senado”, admite
uno de los funcionarios que más ha trajinado despachos, teléfonos, domicilios
privados y sedes de gobiernos provinciales para lograr que esta miniversión
corregida y disminuida del anterior megaproyecto avance, por fin, en el
Congreso.
Por eso,
no habría que dar por definitivo el texto que logró la aprobación de la mayoría
en Comisión. Algunos proyectos en minoría, con reformas parciales, todavía
podrían tener varias chances de colar algunos párrafos en el texto que, se
descuenta, será aprobado en el recinto de
Podríamos
estar así ante otra reversión de aquella máxima latina que el historiador Tito Livio le atribuyó al general
cartaginés Aníbal: “Mejor y más seguro es una paz cierta que una victoria
esperada” (Melior tutiorque est certa pax
quam sperata victoria) que el refranero popular convirtió en “mejor un mal
acuerdo a un buen juicio”. En este caso, en
Después de
tantas declaraciones de guerra a toda negociación y del estrepitoso fracaso autoinflingido a la primera versión
del proyecto, ahora se impuso una plasticidad inesperada, que se intenta
disimular siguiendo la táctica del tero,
con nuevos gritos y
descalificaciones, pero lo más lejos del nido posible.
Los
factores de poder que más le importan a Milei y más pueden impactar sobre la
marcha inmediata de su Gobierno reclaman que las decisiones no se apoyen nada
más que en la sólida determinación y en la (siempre líquida) popularidad
presidencial. Mejor que decir es hacer (leyes). Solo la letra con sangre
parece entrarle a Milei.
Entre los
gestores políticos del oficialismo ya se da por descontada la media sanción en
Diputados. A como dé lugar y en el tiempo que sea necesario. Sin urgencias ni
dilaciones innecesarias o cuartos intermedios para descansar y para votar de
día. No todo lo que se discute y se negocia se expone a la luz pública. Mas
aprendizajes.
Lecciones peronistas
Ahora en el oficialismo ya se permiten mirar al Senado. Otro
aprendizaje. De nada sirven las negociaciones solo con los
legisladores de la cámara de inicio sino se tiene prevista la segunda fase.
Una
aleccionadora conversación con un gobernador duro y esquivo, pero siempre
dispuesto al diálogo y negociaciones (en su beneficio) como el santiagueño Gerardo Zamora sirvió a sus interlocutores de
“Cuando
estás apretado es tan importante el número de ausentes como el de los que
aprietan el botón para aprobar un proyecto. Después de lograr el quorum solo necesita la mayoría simple de
los presentes. Y algunos gobernadores puede que
no quieran que los senadores que les responden nos den el voto, pero pueden
darle franco a esos legisladores. De tal manera, el número final
requerido para convertir el proyecto en ley no sería la mitad del total de
Ahora hay
más cuidado en los detalles esenciales, después del papelón que hizo el
Gobierno en el anterior tratamiento cuando la explosividad de Milei, sumada a
la inexperiencia y la ignorancia, los llevó a devolver a comisión el proyecto
que ya había sido aprobado en general sin saber que entonces todo lo anterior
quedaba invalidado.
Los
múltiples recortes hechos al fallido megaproyecto (dignos de una motosierra)
son una muestra de real politik del
exmaximalista gobierno libertario, pero también de los actores económicos que
se excitan con el fundamentalismo mileísta. Ambos terminaron por asumir de
hecho que correr las fronteras de lo decible es un éxito palpable del
Presidente. Y no es poco. Pero empiezan a entender que eso es más fácil de
alcanzar que los logros concretos y duraderos, que dan la seguridad jurídica
siempre reclamada por empresarios e inversores.
Ellos necesitan y esperan que se corran las restricciones reales. Bajar
regulaciones económicas, flexibilizar la legislación laboral aunque sea un poco
puede ser mucho. O una enormidad para tan escuálida, anárquica, inexperta y
heterogénea (por ser generosos con los adjetivos) representación parlamentaria
de
No son
esas las únicas incomodidades que deben procesar en el interior del oficialismo
ni los únicos aprendizajes que deben sacar de la tan descalificada política.
Después de tanto defender la autonomía de la voluntad, la libertad de opinión y
la independencia de criterio de militantes, legisladores y funcionarios, Milei y la hermanísima Karina empiezan a tratar de imponer (no sin
dificultad) algunos conceptos contra natura para esa fuerza, como son la
verticalidad y la disciplina partidaria.
Las
escandalosas disputas internas en los bloques de los legisladores nacionales y
provinciales también se registran en el seno del Gabinete. Otrora intocables
como el jefe de ministros, Nicolás Posse, o la multiministra
y amiga presidencial, Sandra Pettovello, han
sentido en carne propia, durante los últimos días, el calor del fuego amigo. Todo es precario. El aglutinante
sigue siendo la popularidad presidencial y el nulo peso específico propio en
términos políticos de todo lo que lo rodea. Suficiente para evitar mayores
complicaciones, pero no para impedir nuevos tropiezos ni renuncias.
Karina, más Javier que nunca
“Uno de
los problemas incipientes que empezamos a advertir es que Karina hasta acá era
el sentido común, el regulador emocional de Javier y el mejor vínculo con el
exterior de él, pero las obligaciones, las dificultades, el alejamiento de
la vida común que va imponiendo el ejercicio del poder están resintiendo esa
sensibilidad y acortando a extremos riesgosos la distancia necesaria. Karina
hoy es cada vez más Javier. Más siameses que hermanos”, explica y admite un
conocedor de la intimidad presidencial. Los amortiguadores empiezan a registra
la fatiga de los primeros meses del Gobierno.
En su
beneficio, Milei cuenta por ahora con los enfrentamientos a cielo abierto que se
registran en un kirchnerismo hasta hace
nada blindado herméticamente, como quedó expuesto en la última semana y alcanzó
un pico en los actos del fin de semana. Tanto en los que protagonizó Axel Kicillof, como en el que fue la reaparición
de Cristina Kirchner y que el
gobernador bonaerense padeció desde el llano. Otro palco que le estuvo vedado
en solo cuatro días.
Máximo Kirchner, su rival por la herencia
cristinista, le dice a quien quiera escucharlo: “Si quieren bajarnos que
nos ganen una interna”. Y eso vale tanto para los intendentes que están
enfrentados a
Otro
tanto, ocurre dentro del Pro, donde el
regreso de Mauricio Macri a la
presidencia partidaria no es garantía para sellar fugas hacia el mileísmo ni
disidencias para diferenciarse del Gobierno.
El
expresidente, que perdió hace tiempo la condición de dueño unipersonal e
indiscutido del partido que creó, hace
equilibrio y explora con dificultad y sin baqueanos nuevos caminos. Así va
de los elogios a Milei a los sutiles cuestionamientos, como hizo en la cena de
Después de
hablar de la “batalla épica” que lleva adelante Milei, Macri subrayó que
es inherente a un gobierno liberal la división de poderes (ergo, la
independencia de Poder Judicial) y la libertad de expresión. Dos materias que
Milei está lejos de haber aprobado en sus primeros meses de gobierno. Sobre
todo, después de construir en las sombras una alianza con el ministro de
Otro
tanto, cabe para el derecho fundamental de la libertad de expresión, que Milei pone en riesgo
con recurrencia, como hizo en sus últimas dos semanas plagadas de diatribas sin solución de continuidad contra
todo periodista y cualquier otro crítico de su gestión.
Las
disonancias en los campamentos adversarios son música para los oídos
dodecafónicos del Presidente. Sin embargo, también los ruidos expresan que en los dos espacios políticos
hasta hace nada mayoritarios empieza a tomarse conciencia de la necesidad de
una reconstrucción, que, en ningún caso, será pacífica ni silenciosa para
tratar de construir una oferta competitiva, alternativa al actual oficialismo.
Por eso,
el Gobierno necesita avanzar con hechos y realizaciones contundentes. El tamaño
de los triunfos y de las derrotas importa. Para todos.
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