Picada de Noticias en el recuerdo
La columna
política de Joaquín Morales Solá
Una decisión del Fondo que puede complicar
todo (*)
La herencia es la escolta maldita de
los presidentes argentinos. La que dejó la presidenta que ya no es, la que
dejará el presidente que es ahora y la que recibirá el que probablemente sea
presidente a partir de diciembre. Pero antes de diciembre deberá suceder un
hecho crucial para el actual y para el próximo presidente. El Fondo Monetario decidirá en los próximos 15 días si autoriza un desembolso de 5400 millones de
dólares. Esa autorización es clave no solo porque el gobierno argentino
necesita los dólares, sino también porque debe conservar el certificado de
calidad que otorga el Fondo implícitamente. Es mejor no menear la historia,
pero basta recordar que no les fue bien a los presidentes a los que el Fondo
les negó el desembolso de un crédito ya otorgado, como es este caso. El
gobierno federal tiene compromisos de pagos hasta fin de año por 10.000
millones de dólares. Ese desembolso significa más de la mitad del dinero que
necesita para pagar deuda.
¿En qué situación está
El problema más grande con el Fondo
es que el viejo acuerdo parece ser un libro de historia que describe otro
momento y otro lugar. Un país imaginario. Inflación, valor del dólar, actividad
económica, dinero en circulación. Todo es distinto. También la situación
política. El desembolso era seguro; ahora ya no lo es. Macri podrá mostrar el
esfuerzo del superávit y una oposición razonable. Si se sacan las broncas del
oficialismo por una derrota de dimensiones inesperadas, y se limpian de
escombros los discursos de la oposición, la conclusión es que las declaraciones
de Alberto Fernández fueron mensajes para tranquilizar a los mercados y a la
gente común. No habrá default, quiere un presupuesto con superávit, las
relaciones con el mundo serán racionales y no pasionales. "Gobernaré con
los gobernadores", dijo, que -hay que agregar- son seres pragmáticos, no
ideológicos. Eso significa una toma de distancia con los camporistas. El cambio
político existió. Pero ningún cambio pronostica una ruptura de los contratos
del Estado. ¿Será suficiente para el Fondo? ¿O preferirá ver para creer? El
Gobierno no descarta una decisión negativa o una postergación del desembolso.
"Tenemos 23.000 millones de dólares de libre disponibilidad. Podemos
prepararnos para una situación de no desembolso del Fondo", dijo una
inmejorable fuente oficial. Podrán pagar, pero no podrán evitar las
consecuencias del mensaje político del Fondo.
A Macri le quedará siempre la puerta
de Donald Trump. El director interino del Fondo (para peor ya no está ahí
Christine Lagarde) es David Lipton, un norteamericano demócrata y muy ortodoxo
en materia económica. Lo escucha a Trump, pero a veces le cuesta obedecerle.
Trump no ha dicho hasta ahora una sola palabra sobre la derrota de su amigo
Mauricio en las elecciones argentinas. ¿Silencio por solidaridad o porque toma
distancia? El propio Alberto Fernández proyecta viajar a Washington no bien
asuma, si es que tiene que asumir la presidencia, para verlo a Trump y para
reunirse con el Fondo Monetario. Ya anticipó públicamente que tendrá una
relación "mutuamente sensata y respetuosa con los Estados Unidos". Y
que esa política la implementaría con Trump o con Obama. Es un notable giro con
respecto a la política exterior de Cristina Kirchner, que se llevó mal con los
Estados Unidos de Obama. Se necesitaban muchas ganas de llevarse mal.
La decisión del Fondo, por sí o por
no, está esencialmente ligada a los tres objetivos que se impuso el Gobierno.
El primero de ellos es la estabilidad cambiaria. Ya se ha visto en el último
año y medio que un salto del dólar significa también un salto de la inflación.
La devaluación post-PASO fue del 25% y se espera una inflación para septiembre
de entre el 4 y el 5%. Mala noticia económica y política para el Gobierno (y
para la sociedad). Veinte días después de que se conozca el índice de la
inflación de septiembre se votará en serio para elegir al presidente argentino
del próximo mandato. Tampoco el Gobierno quiere sacrificar reservas. O, mejor
dicho, no quiere verse obligado a sacrificar reservas. Lacunza se lo dijo a los
representantes de la oposición con palabras muy claras: "Lleguemos a un
solo acuerdo: con las reservas no se juega".
El segundo objetivo consiste en
conservar Mendoza, donde se elegirá gobernador el 29 de septiembre, y
fortalecer la situación de Horacio Rodríguez Larreta en
El tercer objetivo es revertir los
resultados de ese 11 de agosto ingrato y azaroso. El orden de los objetivos no
se puede alterar porque alteraría el resultado final. El Gobierno necesita que
vayan a votar el 27 de octubre dos millones de argentinos más que los que
fueron en agosto y que todos lo hagan por Macri. Si eso ocurriera, el
porcentaje de Alberto podría bajar a menos del 45% sin que él pierda un solo
voto. Y Macri se acercaría a menos del 10 por ciento de diferencia, que es la
condición para ir a una segunda vuelta. Nadie asegura quién ganaría esa
eventual segunda vuelta. El gobierno habla de "milagro" para
referirse a esa reversión de lo que sucedió en agosto. Hace bien. La inercia
racional de la política indica que quien ganó por semejante diferencia será
finalmente el ganador de las elecciones presidenciales.
(*)
Comentarios
Publicar un comentario