El enfoque de Camila García
Milei y el busto de Menem, el gran empobrecedor de los últimos 40 años
Prensa Obrera
14/5/024
El presidente, Javier Milei, homenajeó al expresidente
Carlos Menem e inauguró un busto en su nombre que estará ubicado en un “lugar
de privilegio” de
Durante el discurso, Milei se despachó con elogios al
gobierno del riojano y aseveró “Menem fue el mejor presidente de toda la
historia”. Estamos hablando del mismo gobierno que nos dejó a las puertas de la
mayor quiebra de la historia nacional y el estallido del 2001. Esto abrió una
nueva interna en
El mandatario se la pasa destacando la política de
flexibilización laboral de Carlos Menem como una medida de promoción del empleo.
Esta incluía la rebaja de aportes patronales (los cuales no fueron repuestos
por ningún gobierno), el pago en vales de comida, la reglamentación y
limitación del derecho a huelga, los contratos flexibles y temporarios, los
aumentos por productividad, la reducción de las indemnizaciones, las 12 horas
de trabajo continuo sin pago de horas extras y el fraccionamiento de las
vacaciones, revoque de convenios y eliminación de la ultraactividad, por citar
algunos ejemplos.
Lejos de promover el empleo, esta política constituyó un
golpe certero a las condiciones laborales y los derechos conquistados por el
movimiento obrero durante décadas de lucha, todo en pos del beneficio patronal.
La historia terminó con desocupación récord y proliferación del empleo informal.
Este desmantelamiento laboral y productivo obtuvo como respuesta la
constitución del movimiento piquetero que el gobierno se empeña en atacar hoy.
Por otro lado, el gobierno se encarga de afirmar que gracias
a las privatizaciones se promovieron las inversiones en el país. Esto es falso.
Las empresas terminaron siendo víctimas del desguace y el vaciamiento por parte
de los capitalistas, y sin ningún tipo de beneficio para la población.
Es el caso de YPF, petrolera estatal privatizada en manos de
Repsol (los Kirchner fueron socios de esta privatización), quien se encargó de
usar los activos de la empresa para expandirse a nivel internacional, llevando
al mínimo su producción y endeudándola para pagar dividendos. También es el
caso de la privatización de los ferrocarriles, cuyo vaciamiento impulsó el
cierre de ramales y la destrucción del 90% del sistema ferroviario. Esta
política, y su profundización por parte de los sucesivos gobiernos, constituyó
la piedra angular de consecuencias como
Las AFJP fueron un régimen previsional privado
impulsado por Menem. Milei sostiene que sería la solución para que los
jubilados salgan de la indigencia, pero constituyó un negociado descomunal a
costa de la plata de los jubilados. Las empresas se quedaban con una comisión
de más del 30% si los jubilados elegían poner su dinero ahí, e invertían ese
dinero en bonos, acciones, depósitos a plazo fijo y otros activos. Además de
reducir el monto de los haberes, la privatización de las jubilaciones liquidó
el 82% móvil, redujo los aportes patronales a su mínima expresión,
descapitalizó el sistema estatal de reparto e impulsó los más altos niveles de
trabajo informal, lo cual vuelve a demostrar que es mentira que el
abaratamiento del costo laboral fomenta la registración del trabajo.
Se trató de un sistema de expropiación forzosa de la riqueza
producida por los trabajadores pero fue clave para la burguesía porque le
permitió realizar negocios mediante la especulación bursátil. De este modo, los
trabajadores quedaban expuestos a las crisis financieras, los derrumbes de
bolsa, o las sucesivas devaluaciones, tal es así que la salida de la
convertibilidad los hizo perder cifras millonarias. Cuando llegaba el momento
de la jubilación, los capitalistas confiscaban nuevamente a los trabajadores.
Esto, porque cada obrero debía contratar a una compañía de seguros que se
encargue de pagarle la jubilación todos los meses.
De todos estos negociados capitalistas a costa de las
condiciones laborales y de vida de la población, de sus ingresos y de los
recursos nacionales, hubo varios ganadores, todos igual de honestos. Es el caso
de la canciller Diana Mondino, quien continúa siendo una de las dueñas del banco
de origen cordobés, Roela, y, por lo tanto, se ve directamente
beneficiada por las normas que desregulan el sistema financiero, comprendidas
en el megadecreto que ella misma firmó en calidad de ministra, y que
acrecientan la usura sobre los trabajadores. El marido de Mondino, Eugenio
Pendás, fue cómplice del denominado “fraude bancario más grande de la historia
argentina”, un robo perpetrado contra 21 mil ahorristas bajo el gobierno de
Carlos Menem.
En su discurso, Milei afirmó que Menem “sabía ganarse la
vida sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad o mejor precio”. No
pareciera que esté hablando del mismo tipo que fue condenado a prisión
domiciliaria por el contrabando de 6.500 toneladas de armas y municiones a
Ecuador, Croacia y Bosnia-Herzegovina.
Los “paladines de la transparencia” que supuestamente venían
a combatir los privilegios de la casta, reproducen las mismas prácticas de
corrupción que sus antecesores, designando funcionarios que aprovechan su cargo
público para hacer negocios, en perjuicio de las mayorías.
Quienes fueron protagonistas de graves estafas contra el
pueblo, en lugar de haber sido juzgados, hoy son venerados por el gobierno, e
incluso están al frente tomando medidas que profundizan la crisis social a la
vez que engrosan los bolsillos de un puñado de capitalistas, muchos de entre
los cuales se incluyen.
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