El enfoque de Claudio Jacquelin
NI CLAMOR NI QUE SE VAYAN TODOS: SOLO
RESIGNACIÓN
El año electoral amanece teñido más por un
fuerte sentido de indiferencia o
de resignación social que por la indignación o la euforia.
Aunque de la primera hay bastante y de la segunda, nada. Ni operativo clamor ni
que se vayan todos.
Nada lo refleja mejor que lo que pasa en el
oficialismo. La demanda dominante allí es que Alberto Fernández desista más
temprano que tarde de su ilusión reeleccionista, mientras se procura sostenerlo
hasta el fin del mandato con la sólida liquidez que ostenta.
En tanto, Cristina Kirchner no logra que termine de
articularse ninguna pueblada en su defensa y todas las iniciativas de apoyo
callejero tras su condena solo han
quedado en el plano del boceto de los muchachos camporistas. Nadie
logra empujar demasiado ni encontrar apoyo suficiente.
Dos recientes estudios de opinión pública, que
auscultan en el clima social y en las motivaciones de un probable voto
confirman el insuficiente nivel de
aceptación suscitado por la mayoría de los precandidatos ya lanzados, de
los potenciales postulantes y de los principales políticos. Al mismo tiempo,
revelan el alto índice de desconfianza, desapego y descalificación que esos
actores provocan.
“El veranito duró poco: el pesimismo respecto
de la marcha general del país muestra un crecimiento ostensible, después de la
mejora observada en la primera mitad del año. Se profundiza el deterioro en las
opiniones sobre la política y, por primera vez, ningún dirigente nacional
obtiene un diferencial de imagen positivo”. Así concluye el informe del estudio
de humor social de febrero que realiza mensualmente la consultora Poliarquía.
Menos novedoso, en cambio, resulta que Alberto
Fernández siga rompiendo récords: “La
desaprobación presidencial registra el valor más alto de los últimos 20 años”, señala
el informe de la empresa que dirigen Alejandro Catterberg y Eduardo Fidanza.
Con la desaprobación generalizada coincide un
trabajo de las consultoras Grupo de Opinión Pública (GOP) y 3puntozero en el
que aparece un dato muy singular.
La razón dominante por la que los encuestados
dicen que nunca votarían a un determinado político es porque los consideran
“corruptos o deshonestos”. Un anatema que parece no necesitar de comprobación
empírica para descalificar a la mayoría absoluta de los políticos. Para el
jurado popular el estado de sospecha rige para todos y el principio de
inocencia para casi ninguno. Aunque no sea justo.
Entre los siete principales dirigentes que
tienen o han tenido cargos públicos sobre los que se consultó en ese estudio,
la acusación es dominante respecto de seis de ellos y pesa tanto para Cristina
Kirchner como para Patricia Bullrich, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y
Mauricio Macri.
Aunque no para todos tiene el mismo peso y
efecto. Para la vicepresidenta esa causa de rechazo es casi excluyente y llega
al 82,9% de las motivaciones negativas para votarla. En orden por impacto de
ese estigma como razón del rechazo electoral le siguen Mauricio Macri (54,6%),
Sergio Massa (50,6%), Patricia Bullrich (48,9%) y Horacio Rodríguez Larreta
(34,7%).
La excepción la configura, otra vez, el
Presidente, para quien la motivación dominante para no volver a votarlo no es
porque se lo considere principalmente corrupto (aunque esa es la segunda
causa). El motivo dominante (con 39,4%) es que se lo descarta por “títere de
Cristina Kirchner”. Un argumento que dejará tan descontento a uno como a la
otra. Ni él se considera tal, ni ella podría asumir que lo maneja, mucho menos
en los últimos dos meses, a pesar de las claudicaciones o concesiones de
Fernández ante los intereses o necesidades cristinistas en materia judicial
Los índices de imagen negativa son
coincidentes con la acusación, sin distinciones en materia de falta de
integridad.
Para Poliarquía, ningún dirigente o candidato
alcanza a tener un ratio neto positivo, mientras que según el relevamiento de
las consultoras de Raúl Timerman y Shila Vilker solo Patricia Bullrich se salva
(por poco) de quedar en rojo. Su imagen negativa creció en el último mes, pero
también lo hizo en forma equivalente la positiva.
El lanzamiento de la campaña presidencial de
Horacio Rodríguez Larreta abre interrogantes para el futuro inmediato acerca
del posicionamiento de los postulantes de Juntos por el CambioWALTER CARRERA -
Prensa Larreta
Pisos y techos electorales
Lo mismo ocurre con los pisos y techos
electorales de la mayoría de los candidatos y referentes. La presidenta de Pro
obtiene más probabilidad de voto (46,2%) hacia una candidatura suya que
afirmaciones de que nunca la votarían (42,6%), aunque el neto es mejorado por
quienes aún no tienen opinión formada al respecto (11,2%).
A su rival interno, Horacio Rodriguez Larreta,
el promedio, en cambio, le queda en rojo, ya que la probabilidad de votarlo
(42,1%) es menor que el porcentaje de quienes dicen que nunca lo votarían
(53,1%), y aparece mayor definición respecto suyo, ya que solo el 4,7% dice no
saber aún si lo podría llegar a elegir o no.
En condiciones similares se encuentra Mauricio
Macri, con un piso casi igual que el del jefe de gobierno porteño y con un
techo algo más elevado, mientras que los indefinidos casi duplican el
porcentaje del alcalde.
El flamante lanzamiento de la campaña
presidencial de Larreta y la centralidad recobrada desde la semana pasada
abren, sin embargo, algunos interrogantes para el futuro inmediato acerca del
posicionamiento de los postulantes cambiemitas. La carrera recién empieza y
habrá que ver cuántos y a partir de cuándo le prestan atención a los relatos de
campaña.
Además, algunos observadores señalan que esos
pisos y techos electorales pueden estar signados por el cálculo de conveniencia
de votantes de otros espacios que opinan con la mira puesta en la elección
general y eligen los rivales de sus eventuales candidatos. En todo caso, esta
última prevención vale para todos.
Milei crece y abre dudas
Entre las sorpresas, Javier Milei cuyo piso electoral
se eleva hasta el 41,6%, mientras que el 48% dice que nunca lo votaría y queda
un 10% indefinido. En su caso, aún resta computar el impacto que podrían tener
algunas revelaciones y acusaciones conocidas en las últimas semanas contra el
dirigente antisistema y su entorno, que tal vez no hagan mella en el 19% que
dice que seguramente lo votaría, pero que podrían encontrar algún espacio para
prosperar entre el 21% que solo manifiesta una probabilidad de apoyo. La
campaña recién empieza.
Donde el terreno se vuelve a hacer más cuesta
arriba es en el espacio oficialista. El trabajo de Poliarquía ofrece
conclusiones y números inquietantes, al respecto.
“El contexto económico se hace cada vez más
insoportable para las familias: en el 77% de los hogares tuvieron que recortar
gastos, en el 40% de los hogares no alcanzan los ingresos para llegar a fin de
mes y cuatro de cada diez sostienen que en su hogar hay alguien desempleado o
con problemas laborales”, revela el Estado de
La prospectiva del trabajo del equipo que
conducen Fidanza y Catterberg es más que sombría para el Gobierno en función
del calendario electoral en marcha: “El pesimismo en relación a la marcha
general del país muestra un crecimiento ostensible. Las calificaciones
negativas de la situación económica personal registran la marca más alta en 20
meses”, sostiene.
Economía y humor, en baja
En paralelo, el trabajo de GOP y 3puntozero
concluye que “la gestión nacional
se encuentra eclipsada y parece no tener nada para mostrar
en materia de políticas públicas y las pocas acciones de gestión que con
dificultad logran recordar los entrevistados son de la órbita de Sergio Massa”.
La consecuencia de ese registro, sin embargo,
no parece ser beneficiosa para el ministro de Economía, en consonancia con las
apreciaciones sobre la marcha del país que recabó Poliarquía. La imagen
negativa de Massa volvió a subir dos puntos (llega a 62%) mientras que la
positiva (31%) se mantiene igual que en el mes anterior, pero bajó tres puntos
respecto de diciembre en el relevamiento de Vilker y Timerman,
El último porcentaje de inflación y los
pronósticos respecto del próximo índice de precios al consumidor podrían
ampliar ese ratio negativo. Más aún si se cumple el vaticinio para marzo del
agudo especialista en consumo Guillermo Olivetto: “Cuando se disipen la euforia
del Mundial y las expectativas de las vacaciones, entre otras burbujas de
bienestar, darán las 12, como en el cuento de
Entre los datos que podría recordar la
ciudadanía probablemente se cuente que el viceministro Gabriel Rubinstein debió
postergar 8 meses un optimista augurio del equipo económico: que la inflación
estaría debajo del 4% a partir de abril. La nueva meta sería, así, anunciada
por el próximo Gobierno. No es lo que los aliados de Massa esperaban para
encarar la campaña electoral.
A esto se suma el reciente anticipo de que el
FMI flexibilizará las metas sobre acumulación de reservas pactadas el año
pasado, que fue exhibido por la cartera económica como un logro. Sin embargo,
la noticia solo realza la renovada modestia de las ambiciones del equipo de
Massa, sin poder ocultar el incumplimiento de otra promesa. Dólares ya no hay
como se esperaba y aún no se sabe con certeza la magnitud del impacto que la
histórica sequía vigente tendrá para el Tesoro y el Banco Central, además de
sus efectos sobre la economía real. Sombras nada más.
Así, resulta de una verosimlitud
incontrastable que la imagen negativa de los principales dirigentes
oficialistas sea superior al 55% y que los picos de desaprobación estén entre
el 69%, para Alberto Fernández, y el 65,9% para Cristina Kirchner. Ni siquiera
el siempre inflamable Daniel Scioli, que acaba de anunciar sus pretensiones
electorales, se salva. Su imagen negativa roza el 60 por ciento.
“La situación política se disocia de la
social. Por un lado, tanto oficialismo como oposición discuten sus internas
anticipando la elección presidencial; del otro la sociedad enfrenta los
problemas económicos con pocas expectativas de que la llegada de un nuevo
gobierno pueda revertir el panorama”, es la lapidaria conclusión a la que llega
el trabajo GOP y 3puntoszero.
Suficiente para entender que en el comienzo
del año electoral la indiferencia o la resignación se impongan a la indignación
o la euforia. Ni operativo clamor, ni que se vayan todos. El veranito duró muy
poco, el otoño ya empezó y todavía queda mucho invierno por atravesar.
Fuente:
(*) Identidad correntina
27/2/023
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