La opinión de Jorge Marchini
AJUSTADORES SERIALES
No casualmente, una ola de versiones, rumores, declaraciones y
“operaciones de mercado” comenzó apenas el Ministerio de Economía dio a conocer
el domingo 23 de julio que se había alcanzado un acuerdo provisional entre el
equipo de negociadores argentinos y sus contrapartes del FMI.
La noticia del entendimiento con el Fondo fue complementada a
primer hora del lunes con la difusión de medidas significativas: la fijación de
un tipo de cambio especial de 340 pesos por dólar hasta el 31 de agosto para
productos exportados por economías regionales para “el fortalecimiento de las
reservas del Banco Central”, y el anuncio de la extensión del denominado
impuesto PAIS, con una alícuota del 7,5% para todos los pagos de importaciones
de productos –excepto insumos de canasta básica, medicamentos, sector
energético– y del 25% para las compras externas de servicios.
Entidades como
1.
La suposición de la existencia de un “atraso cambiario”, es
decir una fuerte descompensación de precios relativos por ser un país caro que
impediría exportar, conllevando por ello que “la escasez de reservas
internacionales permanecerá mientras no se genere confianza” con un “tipo de
cambio competitivo”.
2.
La repetida referencia a que la alta inflación sería debido al
“déficit fiscal”, identificándola como causada “por el aumento del gasto
público en todos los niveles de gobierno”, “la insoportable carga fiscal” y “el
financiamiento a través de la emisión monetaria”.
Excusas devaluadas
Resulta evidente que la sequía de la última campaña agrícola ha
sido un factor crítico inmediato para el país. Pese a ello, las exportaciones
registradas alcanzaron en el primer semestre del presente año 33.509 millones
de dólares, la segunda más alta para el mismo período en la última década, solo
superada por las ventas en 2022. ¿Dónde se encuentra el “atraso cambiario”?
Los pro-devaluadores no refieren su análisis a una
circunstancial falta de lluvias, ya que en tal caso deberían tomar en
consideración condiciones y perspectivas específicas de producción y
exportaciones agrícolas que justificarían restricciones temporarias a la
disponibilidad de divisas por la estrechez de las reservas del Banco Central.
Lo plantean como si fuera una problemática estructural de altos costos y
“recalentamiento de la demanda” de la mayor parte de la población, aunque
resulte evidente que no es así, tanto en comparaciones históricas del país o en
relación en la actualidad a otros países de la región.
Los salarios en
Las ideas compartidas de “eliminar el cepo cambiario” vuelven a
repetir la ilusión del primer ministro de Economía del gobierno de Cambiemos,
Alfonso Prat Gay, quien aseguraba en el tiempo campaña en 2015 que la
liberalización del mercado de cambio traería aparejada confianza,
previsibilidad y estabilidad. Se evidenció muy duramente en su gestión que no
fue así, pero se profundizó y fue peor aún en forma posterior, a lo largo del
resto del mandato del gobierno amarillo.
Propuestas como la de “dolarizar” la economía que plantea hoy
Javier Milei, o la de “terminar con el cepo y abrirlo lo antes posible” con un
supuesto “blindaje” del FMI de Patricia Bullrich, carecen de sustento o
consideración alguna sobre el grado de desarticulación económica y social que
provocarían.
Se trata de una emergencia cambiaria. Resulta evidentemente
prioritario el cuidado de las divisas a través del sostenimiento de controles
cambiarios para garantizar el acceso de la población a necesidades básicas que
requieren –tanto en forma directa como indirecta– de esas divisas, esenciales
también para el sostenimiento y la ampliación de la actividad productiva y el
empleo. En forma paralela, es preciso contemplar que presiones, incertidumbre y
expectativas de devaluación de nuestra moneda generan la repetición de
alteraciones seriamente inflacionarias y regresivas provocadas en forma
reiterada en nuestro país por liberalizaciones y/o fuertes saltos cambiarios, que
han llevado a mayores desarticulaciones financieras, económicas y sociales,
junto a un mayor endeudamiento público.
No es extraño entonces que se presenten explicaciones
tautológicas. Así, a la manera de ejemplo, es como el economista Hernán Lacunza
(ex-ministro de Economía de Mauricio Macri y actual asesor económico del
candidato de Cambiemos, Horacio Rodríguez Larreta), afirma: “Lo que provoca la
pobreza también es el desajuste, en este caso el atraso cambiario. Ahí se
incuba el problema”. La única motivación explicitada entonces no es en relación
a costos relativos, sino la diferencia de la cotización del dólar oficial
administrado en relación a otras paralelas. Es decir, el error de explicar
consecuencias como causas para no analizar por qué se repiten los fracasos.
Se habla de grandes perspectivas exportadoras para
El Estado bobo
El Estado debe jugar un rol fundamental para garantizar
funciones indelegables y contribuir en forma activa a afrontar los desafíos de
la sociedad. La política fiscal es esencial para el logro de una sociedad
democrática e inclusiva apoyada en una economía dinámica con una distribución
equitativa de ingresos, con cargas impositivas de acuerdo a capacidades
contributivas. Esto resulta aún más imprescindible cuando se abisman distancias
económicas y sociales no basadas en el esfuerzo y el trabajo sino en una
excepcional renta diferencial por recursos naturales y/o maniobras
especulativas, que proliferan en momentos de crisis como el actual.
Del análisis de las cuentas públicas resulta evidente que el
impulso del desequilibrio fiscal no es debido al gasto social, que ha
disminuido significativamente su nivel real en el último año: entre junio de
2022 y de 2023 la inflación creció el 115,6%, mientras las prestaciones de
seguridad social lo hicieron solo un 90,3%. Sí han seguido creciendo los costos
financieros (pago de intereses) para el Estado: un 161,2% en el mismo período.
Aquí sí está la clave de la emisión monetaria, o su esterilización a través de
bonos/instrumentos del Estado o del Banco Central, cuya tenencia se encuentra
extremadamente concentrada, generando súper beneficios. La crisis tiene claros
ganadores y perdedores.
La muletilla repetida hasta el cansancio de que “la presión
impositiva aquí es una de las mayores del mundo” no es cierta, como puede
verificarse fácilmente en la base estadística de acceso público de
La mayor irregularidad tributaria debe buscarse en los grandes
contribuyentes. La estructura de ingresos fiscales en
El Cohete a
A no dudar,
(*) El Cohete a
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