La reflexión de Beatriz Sarlo
La reflexión de Beatriz Sarlo
Beatriz Sarlo
La
hija de Cristina Kirchner todavía está en Cuba. Los médicos, convocados por el
tribunal argentino que pretende juzgarla, deberán informar la próxima semana
sobre la base de estudios enviados desde La Habana. Se dice que las
dolencias tienen que ver con el estrés que padece Florencia K. El sistema
médico cubano, que es muy bueno, no debería permitir que una enferma por
consecuencias del estrés viaje para caer en manos de los jueces que la están
esperando. Los padecimientos de Florencia tienen varias causas, entre ellas el
lavado de dinero a través de la inmobiliaria familiar Los Sauces. Quizás una
parte de esa plata fue la que se encontró en su caja fuerte, convertida en
frescos billetes verdes, como seguramente aprobó su padre desde el más allá. Lo
que sucede con la permanencia en Cuba de la hija de Cristina es un escándalo.
Su madre alega que el sistema de salud local no está a la altura del cuidado
médico que requieren los padecimientos de la hija. Imaginemos que todas las
mujeres argentinas, cercanas a los 30 años, decidieran que dolencias
equivalentes no pueden ser tratadas con los recursos de hospitales públicos,
obras sociales, ni prepagas. Sería un verdadero éxodo de enfermitas hacia Cuba.
La hipocresía, que un tema como el de los hijos introduce en el discurso
moralizante y sensiblero, nos ha impedido denunciar esta maniobra de la familia
Kirchner para proteger a la única de sus miembros que carece de fueros
parlamentarios.
Tal
“hijismo” es un recurso de mala fe. La hija, que sus padres hicieron cómplice,
vivió la adolescencia y la juventud como una duquesita, sin preguntarse de
dónde venía la plata que la sostenía en románticas aventuras cinematográficas
aquí y en Nueva York. El “hijismo” sensiblero embellece cualquier maniobra. Eso
pretende Cristina y sería bueno que los sentimientos piadosos no ocultaran que
Florencia Kirchner fue una privilegiada y, ahora, una posible refugiada ante el
avance de la Justicia. Es
hija de una presidenta responsable del estado del sistema de salud que quedó
después de su gestión, donde miles de mujeres no son tratadas como miembros de
la nobleza de Unasur. En cambio, Florencia K recibe el trato de una millonaria,
que elige adonde ir. Esta nota no es la más adecuada para un domingo de Pascua.
Y, sin embargo, pensándolo bien, a la cristiana ex presidenta Cristina hay que
recordarle que Dios envió a su hijo al sacrificio. Nadie puede pedirle esto a
un ser humano. Pero se le puede pedir que no utilice enfermedades probablemente
reales para salvar a su progenie del estrés que le provoca un tribunal
argentino. Cristina fue nuevamente autorizada por el tribunal que la juzga para
que viaje a Cuba y visite a su hija, víctima de una feroz persecución, según
dice la madre. Las excusas son demasiado evidentes. Buen guión para un
melodrama de Andrea del Boca, otra que en cualquier momento sufre un ataque de
pánico porque se investigan sus tratos comerciales con De Vido, que utilizaron
como pantalla una universidad pública del Conurbano. De seguir así las cosas,
se multiplicarán los vuelos low cost a la isla.
(*) Perfil, 21/4/019.
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