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El vencedor de la polio (12/4/010)

12 de abril de 1955. ¿Por qué es importante recordar ese día? Muy sencillo: en esa histórica jornada se hizo pública la noticia de que la vacuna contra la polio desarrollada por Jonas Salk había tenido éxito.

Salk nació en Nueva York el 28 de octubre de 1914. De familia humilde contaba tan sólo con dieciséis años cuando ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. En 1939 se graduó de médico y obtuvo una plaza de interno en uno de los hospitales más prestigiosos del país, el Monte Sinaí. En 1942 obtuvo una beca que le permitió dedicarse al estudio de la vacuna contra la gripe junto con el prestigioso virólogo Thomas Francis en la universidad de Michigan. Cinco años más tarde la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil le propuso a Salk, por entonces director del laboratorio para la investigación vírica de la Universidad de Pittsburg, formar parte de los equipos de investigación dedicados a la cura de la poliomielitis. En 1952 obtuvo un primer resultado-la vacuna trivalente-empleando virus muertos a través de la aplicación de formalina. Tres años después Salk anunció el éxito de la vacuna y se transformó de inmediato en una celebridad mundial, provocando los celos de otro gran investigador: el doctor Sabin. Gracias a la vacuna Salk, basada en el principio del virus muerto, la humanidad logró liberarse de una enfermedad cruel y despiadada, fundamentalmente con los niños. Salk falleció en California el 23 de junio de 1995.

En un artículo titulado “Gracias, Dr. Salk” la escritora Sara Francis Fujimura hizo un homenaje al eminente científico al cumplirse 50 años del 12 de abril de 1955. Fujimura recuerda lo terrible que fue la polio para la humanidad. Un simple resfriado podía ser el comienzo de una enfermedad que terminaba con el niño paralítico o muerto. “La poliomielitis, históricamente conocida como parálisis infantil y hoy día comúnmente conocida como polio”, enseña la escritora, “es una enfermedad viral muy infecciosa transmitida vía oral-fecal, por lo general, a través del agua o alimentos contaminados con heces. Aunque la polio puede atacar a cualquier persona sin que importe la edad, los niños son más vulnerables al riesgo. El virus infecta especialmente los intestinos sin causar enfermedad grave, pero algunas veces ataca el sistema nervioso central. Los síntomas pueden ir desde una parálisis temporal moderada hasta una parálisis generalizada que se convierte en tetraplegía permanente. En su forma más grave, llamada poliomielitis bulbar, el virus ataca el tronco encefálico y destruye las neuronas motoras que le indican al cuerpo cómo tragar, hablar y respirar. Sin ayuda para respirar, un paciente con este tipo de polio, por lo general muere”.

Fujimura transcribe el siguiente párrafo escrito por Jane Smith en su libro “Patentar el sol: la polio y la vacuna de Salk” que es sencillamente aterrador: “Al principio atacaba levemente-un resfriado de verano, un dolor de cabeza o un poco de fiebre que era apenas un poco más que el sofoco de jugar afuera en un día húmedo. Entonces, de repente, el ruido débil de un cuerpecito que cae y el grito de terror. “¡Mamá, no me puedo mover!” “¡Mi cabeza, papi, no puedo levantarla!” Seguía el grito de dolor mientras que los brazos y las piernas se retorcían hacia adentro, o el sonido más temido de todos, el de la asfixia que surgía cuando los pulmones se olvidaban de bombear y la garganta de tragar, cuando ante ti el niño se quedaba inmóvil, amoratado y frío”.

Gracias a la vacuna Salk el mortal virus de la polio logró ser dominado prácticamente en todo el mundo. Dice Fujimura: “El éxito no se hizo esperar; en 1957, primer año en que se aplicó la vacuna ampliamente, el número de casos de polio disminuyó a 5000 (en 1952 hubo en Estados Unidos 58000 casos registrados). En 1960 apenas 3000.  El último caso de poliovirus salvaje en Estados Unidos se registró en 1979 y, en América Latina, en 1991. En 1994-después de una generación de vacunaciones contra la polio-toda la región de las Américas fue declarada libre de polio”.

Gracias a Jonas Salk, y a quienes colaboraron con él, la enfermedad que cobró la vida o paralizó a unas 500000 personas por año en todo el mundo, es hoy un mal recuerdo. Quienes nacimos inmediatamente después del 12 de abril de 1955 le debemos al doctor Salk el habernos permitido crecer protegidos contra esa feroz enfermedad. Es por ello que le diremos por siempre ¡gracias, doctor Salk, gracias por haber derrotado a un virus que, hasta ese momento, nada ni nadie era capaz de detenerlo!


Fuentes:
-La vacuna contra la polio. “Gracias, Dr. Salk”, por Sara Francis Fujimura, escritora.
-Jonas Salk. De Wikipedia, la enciclopedia libre.
-Vacuna contra la poliomielitis. De Wikipedia, la enciclopedia libre.

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