La mirada de Jorge Liotti
El disimulado giro pragmático de
Milei
28 de
abril de 2024
Anochecía
en los pasillos del Gobierno al final de la semana y la sensación de agobio era
muy palpable. La marcha universitaria había dejado una secuela importante en el
capital simbólico de la administración de Javier Milei. No solo por su masividad, por su
composición y por el reclamo que la convocó, sino porque por primera vez
habían fallado las herramientas de detección temprana del humor social que
tantos éxitos les deparó en campaña y en los primeros meses en el poder. “En
los días previos los que manejan las redes nos decían que iba a haber 40.000
personas, que no había clima. Y se equivocaron. Por primera vez falló el
instrumental. Y por primera vez Milei perdió una batalla por imponer el
significante”, analiza un importante funcionario que vio de cerca todo el
proceso.
En el
entorno del Presidente, sin embargo, tienen una lectura distinta. Creen que
hubo una mala comunicación de su parte, pero dicen que la movilización no
representa más que un reclamo puntual que está en camino de resolverse. No ven un cambio de humor o una señal de advertencia de que la luna
de miel con la opinión pública haya empezado a erosionarse. “Esa es
una mirada típica del antiguo régimen”, remarcan. Y el propio Milei es mucho
más reactivo: sigue creyendo que fue un show de la vieja política que se montó
sobre una causa noble. El recurso discursivo del Presidente de apelar siempre a
la lógica binaria del enfrentamiento con “la casta” queda desafiada cuando los
procesos requieren algo más de sofisticación. Los actores y las dinámicas
cambian, y lo que luce moderno y renovador en ciertas circunstancias puede
resultar estático e insuficiente en otras.
Pero más
allá del debate narrativo, la marcha universitaria marcó
con nitidez una secuencia de deficiencias en la gestión del problema. El ahora
crucificado subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, y el secretario de Educación, Carlos Torrendell, habían advertido hace un mes que el
frente universitario se estaba complicando. Los salarios docentes estaban
congelados y con un atraso, según el Gobierno de 30% respecto de la inflación
(además de que los gremios docentes habían acordado con Sergio Massa 0% de aumento para enero, como
tributo a su candidatura presidencial), y los fondos para gastos de
funcionamiento y hospitales estaban trabados.
La
discusión estaba estancada porque las gestiones de la ministra Sandra Pettovello eran insuficientes para
sensibilizar a su inflexible colega de Economía, Luis Caputo, y lograr que liberara las
partidas (ya lo había sufrido con la quita del Fonid). Según algunos actores al
tanto de las tratativas, también influyó que la ministra no llegó a dimensionar
el problema. Toto, como Milei, se siente más cómodo con las posturas de máxima
(“no hay plata”), que con la delicada tarea de discriminar qué partidas se
pueden recortar y cuáles no conviene ajustar.
Allí se
trabaron los fondos para el funcionamiento universitario. Y el freno de los
destinados a hospitales se lo atribuyen a Maximiliano Keczeli, el secretario de Coordinación Legal
y Administrativa, que era la mano derecha de Pettovello y acaba de renunciar
envuelto en un misterioso silencio. Cuando ya la marcha estaba convocada,
cundió la desesperación, pero ya era tarde. Álvarez firmó tres cheques el 12 de
abril por un total de $12.000 millones, pero otra vez la burocracia demoró su
efectivización hasta el día previo a la movilización. “Pareció una
provocación”, se quejó uno de los rectores.
La
cuestión recién volvió a encaminarse cuando apareció en acción Santiago Caputo, quien hace tiempo dejó de ser un mero estratega
comunicacional para transformarse en el “fixer” del Presidente cuando
los problemas escalan (también se vio su influencia
en el diálogo con
Pero
además, Santiago Caputo intercambió varias veces con su viejo amigo Emiliano Yacobitti, a quien conoció cuando militaba
en
Más allá
de los detalles, toda la secuencia expuso una
disfuncionalidad que se replica en muchas áreas del Gobierno y que habilita a
constantes rumores de internas en la cúpula del poder. La
intervención de Santiago Caputo en el tema universitario fue a instancias de
Álvarez, con quien tiene buen vínculo. Este by pass a Pettovello no fue inocuo y la
ministra lo hizo saber. Capital Humano agrupa muchas áreas conflictivas y por
momentos luce inmanejable. Pettovello también tiene otro frente abierto
con Nicolás Posse por
supuestas injerencias en la gestión. La relación entre el jefe de Gabinete y
Milei tuvo un cimbronazo con el episodio de la suba del sueldo del Presidente,
pero no está claro si se recompuso totalmente después. Y Karina mantiene alejada a la
vicepresidenta Victoria Villarruel del área
de decisiones porque le desconfía, un sentimiento que cada vez más imita su
hermano. Son todas pequeñeces propias del ejercicio del poder, pero en
ocasiones atentan contra la resolución de conflictos. Por eso el propio
Milei bajó en los últimos días la indicación de frenar las internas y
rumores para volver a la senda que, entiende, siempre caracterizó a su fuerza
política. Claro, el asunto es que él también es parte del problema porque
muchas veces los temas escalan porque el propio Presidente se mantiene
prescindente.
El cambio más trascendente
Y en este
sentido es muy claro cómo en las últimas semanas el
Gobierno pasó de los planteos maximalistas de los primeros meses a otra fase de
transición hacia un pragmatismo explícito, cargado de diálogos, negociaciones y
concesiones. Se trata del cambio más significativo que ha realizado Milei en
sus cuatro meses de gestión. El Presidente entendió que su
gestión nunca tendría sustentabilidad si insistía con la estrategia inicial, y
discretamente giró. Aunque después siempre busca disimularlo con frases
combativas para alimentar a su electorado y seguir mostrándose como un outsider que pelea contra la casta. Su
gobierno ya opera en los hechos con otra lógica.
La
homologación de la paritaria de Camioneros que terminó en los números reclamados
por Hugo Moyano pero
disimulados con aportes no remunerativos para que no se note que Luis Caputo
había flexibilizado su techo del 9% para las paritarias. La decisión de
presentar un amparo contra los aumentos de las prepagas y denunciarlas por cartelización,
a pesar de que implica una reversión de la doctrina liberal extrema que propone
Milei. La negociación que se va a encarar esta semana con las universidades
para ver cómo recomponer partidas, después de haberles pisado los pagos.
También el hecho de no haber forzado la aplicación del protocolo antipiquetes
durante la marcha del martes, inviable por la magnitud de la convocatoria. Y
fundamentalmente la disposición a introducir cambios en la ley Bases y en el
plan fiscal, con tal de darle sanción a esos proyectos. “La orden que bajaron
de
La prueba más evidente fue el desgajamiento que sufrió la llamada
reforma laboral. El secretario de Trabajo, Julio Cordero, agotó su teléfono hablando con los
líderes gremiales con un mensaje: “Díganme qué quieren y yo le doy forma para
poder avanzar”. Así logró sortear los diferentes intereses de los líderes
sindicales y llegar a la sesión de mañana con un texto que todavía no es
definitivo pero que ya no genera rechazo en
La curva
de aprendizaje le llevó al Gobierno cuatro meses para volver al punto de
partida con unas leyes que son incluso menos ambiciosas que las que fracasaron
en la sesión de febrero. Y si bien Milei volvió a decir esta semana “tiren la
ley Bases, tiren todo que vamos a lograr todo esto a pesar de la política”, en
Pero detrás de la eventual sanción de las leyes, ya emerge un
nuevo panorama en el Congreso. Incluso los bloques más
dialoguistas están hablando de que después de sancionar estos proyectos, van a
pasar a otra fase menos cooperativa. No tienen margen ahora para endurecerse
porque la sociedad los condenaría por obstruir al Gobierno, pero ya se preparan
para el día después. “Milei estresó todo el sistema político, nos trató de
ratas, nos sometió al escarnio de las redes. Todos estamos queriendo dar una
señal de acompañamiento para cumplir y no tener más compromisos con este
Gobierno”, reconoce un avezado legislador radical. Este escenario implica que
ahora el Congreso tomará la iniciativa y someterá a
Esta estrategia se apoya en la asunción, prematura, de que al
Gobierno le empezaron a entrar algunos tiros, y que en
ese sentido la marcha universitaria fue un punto de inflexión. Así se entienden
las reapariciones públicas de Cristina Kirchner y
de Sergio Massa. Parece
una lectura algo simplista, que alienta especialmente al peronismo, que
entiende que un fracaso de los libertarios puede derivar en su redención. Con
el espejo retrovisor de 2001, aparece el espejismo del peronismo
salvador, pasando por alto lo que Milei
representa en términos históricos un cambio de época. Hay una
ilusión de que pueden volver al poder sin hacer autocrítica y sin renovar su
propuesta partidaria. El que mejor parece entender esta necesidad de replanteo
es Axel Kicillof, quien
desde que el año pasado habló de la necesidad de componer “nuevas canciones”
hace un equilibrio para descamporizar la provincia de Buenos Aires, pero sin
dejar de contar con el apoyo de Cristina Kirchner. Está claro que el gobernador
está abocado como nunca antes a la política y que está en la búsqueda de un
camino propio, aunque su discurso económico denota el desgaste de los años.
Así como
Milei es forzado muchas veces a pasar de la motosierra al bisturí, también el
peronismo debería entender que el reduccionismo del eterno retorno por el
péndulo natural de la historia argentina puede ser un mecanismo que ya no
funcione del mismo modo.
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