La nota de Luciana Vázquez
Crisis universitaria. Carreras
largas, abandono y los “nuevos adolescentes”, entre los desafíos pendientes
27 de
abril de 2024
“El
abandono”. Ante la pregunta sobre cuál es el principal desafío de la
universidad pública en
Un dato es elocuente para sintetizar el panorama. Entre
2006 y
¿Más
universidades, como las polémicas universidades del conurbano, es la mejor
solución? ¿O el foco debería estar en las tecnicaturas de los institutos
terciarios? Exponer mejor los datos del
sistema universitario, ¿puede ayudar a la hora de elegir una carrera? ¿Permite
encarar el primer año con expectativas más ajustadas a la realidad y mejor
preparados?
Más allá
del gran tema del financiamiento y su control y del tema salarios y la
situación de los docentes universitarios, la
educación superior estatal afronta desafíos estructurales. Esos que
no se solucionan solamente con la suba del presupuesto educativo en momentos de
boom económico. La mirada de expertos en el campo de la educación superior y de
sus protagonistas, tanto de la vida universitaria como de la terciaria no
universitaria, confluye en el punteo de algunas de las transformaciones
pendientes. Hay coincidencias en el diagnóstico: puertas afuera, la escuela
secundaria y sus deudas. Puertas adentro, la duración de las carreras, su
diseño, que también impacta en las clases medias más o menos altas que van a la
universidad, y los mecanismos de ingreso en general y de los “nuevos
adolescentes” en particular. El Ciclo Básico Común (CBC), ¿un “modelo agotado”?
Universidad pública: ¿democrática en
su acceso, pero restringida en su egreso?
Rol social
por un lado, rol educativo por el otro: la
universidad pública está firme en su objetivo de incluir a la mayor cantidad de
alumnos posibles y educarlos con el menor costo directo para cada uno, la
famosa gratuidad, financiada indirectamente vía el sistema impositivo. Los
datos duros muestran que la masividad está asegurada, y que la expansión de la
matrícula es un hecho. Entre 2012 y 2021, según cifras del Ministerio de
Educación divulgadas en 2023, la cantidad de ingresantes a las universidades
nacionales de todo el país, públicas y privadas, creció en un 67,6%.
El estado del sistema universitario
En la
actualidad, las 65 universidades e institutos universitarios públicos tiene
además del pregrado y el posgrado: representa
el 80% del total de los 2.714.277 estudiantes de todo el sistema de
universitario público y privado del país.
En cambio, las universidades privadas absorben el 20% de la matrícula
restante, es decir, un total de 551.330 estudiantes. Entre 2010 y
2022, la matrícula en la universidad pública de grado creció un 41,99%. La
matrícula privada, un 37,05%.
Pero no
todas son buenas noticias. Los datos también demuestran que no está resuelta la síntesis de masividad con eficiencia para
graduar a las mayorías en tiempo y forma. El dato más preocupante es
la graduación en el tiempo teórico de duración de las carreras de grado: en
2021-2022, el mismo informe muestra que en las universidades públicas, solo se
graduó el 23,7%. En las privadas, el porcentaje de graduados de carrera de
grado llegó al 40,8%. Así consta en la “Síntesis de información. Estadísticas
universitarias. 2021-2022″, elaborada por el Ministerio de Educación en 2023.
La
evidencia deja expuestos los problemas de la universidad pública argentina. La
comparación con el sistema privado encuentra una salvedad atendible: las
lógicas de funcionamiento opuestas entre la universidad pública y las privadas
predeterminan, en parte, sus resultados. El arancelamiento y los exámenes de
selección en el ingreso, muy arduos en aquellas universidades que privilegian
la excelencia académica, implican una restricción a la cantidad de alumnos del
mundo universitario privado. Aún en las universidades privadas con sistemas de
becas, el factor meritocrático pone un tope a la cantidad de ingresantes más
desventajados. Menos masiva, más restringidas,
las universidades privadas esquivan la presión que representa la masividad.
Pero ese
solo factor no alcanza para explicar los resultados de la universidad pública
argentina, sobre todo en estudiantes de nivel socioeconómico más bajo. La
comparación con países vecinos, más efectivos graduando pero también incluyendo
a los más pobres en la universidad.
Con un
porcentaje del 13,2%,
De la desigualdad y secundario en
deuda. ¿Qué puede hacer la universidad pública?
“Un tema
de preocupación general es la dificultad para permanecer en la universidad: el
abandono se produce ya desde el primer año de la carrera, cuando se da la tasa
más alta de deserción”: lo explica Fanelli, doctora en Economía por
Mientras
que en el primer año de la carrera, los estudiantes del primer decil, los más
pobres, representan el 7,9% de los alumnos matriculados y los del décimo decil,
los de mejores ingresos, representan el 5,3%, llegado el quinto año de la
carrera, esas proporciones cambian dramáticamente: los más ricos pasan a
representar el 12,7% del estudiantado a expensas de una pérdida contundente de
alumnos del decil más pobre. Llegado el quinto año, los más vulnerables apenas
representan un 1% de la población universitaria. El quinto decil mantiene una
proporción relativamente estable, entre un 10% y 12%, a lo largo de los cinco
años. Los datos provienen del documento “Desigualdad educativa en el nivel
superior”, publicado por Argentinos por
Las deudas pendientes de la escuela media argentina condicionan el
camino hacia la universidad. Fanelli da evidencia sobre
ese impacto negativo. Cuando se considera solo a los alumnos graduados en
tiempo y forma del secundario argentino, la tasa de egreso universitario se
asemeja a la de Chile, por ejemplo.
“La universidad no ha encontrado todavía las herramientas para
tratar el impacto del secundario en el problema de la permanencia y el abandono. Y eso no
está desligado del tema del costo”, plantea Fanelli. Cualquiera de las opciones
para acompañar a los estudiantes con menor caudal de aprendizaje, las que
proponen cursos de nivelación, pruebas diagnóstico, tutorías o becas para
estudiantes más vulnerables, requieren financiamiento. Todo para compensar los
déficits del secundario. “Chile es más exitoso en la
graduación universitaria porque tiene más logros en la escuela media”, dice.
La UBA , ¿entre la masividad y el CBC como
filtro culposo?
“El modelo
CBC está agotado”, afirma sin vueltas Danya Tavela, diputada nacional por la
provincia de Buenos Aires, dirigente radical de Evolución Radical, el partido
de Emiliano Yacobitti, el polémico vicerrector de
“Hace quince o veinte años que el CBC tiene el mismo problema. Es como
la ruedita del hámster: un 30% lo supera y sigue en carrera; otro 30%, lo deja
y el otro 30% se queda dando vueltas en el mismo lugar sin poder avanzar”,
grafica.
“Se está
dando un nuevo perfil de alumno: “el
alumno adolescente”, muy inmaduro. Cuando entra en un medio como el CBC,
sumamente competitivo, y sin son de sectores más bajos, peor, no está en
condiciones de afrontar el CBC”, señala Tavela. Las universidades privadas, en cambio, le dan continuidad a
una organización estilo escuela secundaria, diferencia.
El ingreso masivo en el CBC perjudica las cifras de egreso de
Según
cifras de
Por su
parte, Fanelli destaca una herramienta argentina para alentar los estudios
universitarios de los más vulnerables. “Las Becas
Progresar son muy interesantes, pero por los montos, los estudiantes no pueden dejar de trabajar. Sí
pueden resultar un estímulo”, explica. Ese punto es central: los estudiantes
argentinos de nivel socioeconómico más bajo, que llegan peor surtidos del secundario,
son los que necesitarían una inmersión full time en
la vida universitaria. El CBC no les alcanza. “Necesitan más tiempo para poder
compensar el mal secundario que tuvieron. Una buena beca les permitiría no trabajar o trabajar menos”,
sintetiza Fanelli. Pero, precisamente, son los que más tienen que dividir su
tiempo entre los estudios y el trabajo.
¿Más universidades en el conurbano o
más flexibilidad y carreras más cortas?
“El bajo
nivel de la secundaria no depende de las universidades, pero sí el tipo de
oferta académica: se sigue ofreciendo lo mismo de siempre a alumnos que están
cambiando de perfil, que trabajan y estudian y no solo por necesidad. Eso
desincentiva seguir estudiando”, plantea la doctora en Educación Mónica
Marquina, miembro de
Marquina
plantea una distinción. Por un lado, sostener las carreras tradicionales
largas, aquellas de cinco o seis años teóricos que habilitan profesionalmente
como Medicina, Derecho, ingeniería, entre otras. Por el otro, un sistema
universitario flexible que funcione como “puerta giratoria”, con pasajes del
nivel terciario al universitario, más títulos intermedios e incluso,
certificación de conocimientos para aquellos que dejan las carreras antes de
terminar.
El caso
testigo son los estudiantes de ciencias de la computación, que
suelen abandonar tentados por un mercado laboral que los demanda y paga bien:
después de cursar varios años, dejan
También
insiste con un sistema de créditos. La
gestión educativa de Jaime Perczyk avanzó con esa posibilidad, aunque Marquina
no está de acuerdo con el formato decidido, que puso un tope. Según Perczyk, el
desafío de la universidad pública también pasa por ahí, por aumentar la
graduación mejorando la oferta, con carreras intermedias y más vinculación con
el mundo del trabajo.
“
El tema de las universidades del conurbano despierta
polémicas. La cuestión es si crear y construir universidades en cada
distrito más desaventajado acerca la universidad a los más pobres. La primera
universidad del conurbano es
¿Alcanza
la cercanía geográfica para aumentar la inclusión y graduación? ¿O el
secundario disminuye también ese atajo? Las pruebas Aprender 2016, con
resultados por distrito en cada provincia, mostró que en
¿O hay
estrategias mejores, como una información más clara sobre la exigencia de los
cursos de ingreso o la salida laboral? “Soy fanática de la tasa de abandono y
de graduación como dato a conocer”, afirma Fanelli. En Chile, ejemplifica, el
sitio “Mi futuro laboral” permite conocer la tasa de graduación universitaria
de las carreras, salarios promedios, tasa de ocupación. “Todo el sistema
universitario tiene que mejorar su información y mostrarlo mejor a las
familias”, sintetiza.
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