La trama política de Eduardo van der Kooy
Milei,
después de la piña: perdió por primera vez su centralidad y pretende recuperarla
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
28/4/024
Por
primera vez en sus 141 días de gobierno Javier Milei dejó de ser la semana
pasada, en una instancia, el centro de gravedad de la escena pública y
política. Fue desplazado por la protesta universitaria en todo el país que
pareció dejar al desnudo tres cosas: cierta ajenidad presidencial cuando la
agenda se corre de la economía; el vacío en un equipo de gestión que supuso que
la movilización sería una más de las varias que ya ocurrieron; la fijación de
los primeros límites, por otra parte, para lo que el líder libertario pregona
como una “batalla cultural” en marcha. Hay cosas que en la matriz argentina
serían difíciles de ser transmutadas. En su cadena nacional del lunes sentenció
que “La era del Estado presente ha terminado”. La algarada estudiantil lo
desairó.
En
aquella novedad hubo aspectos que el oficialismo pasó por alto. La consultora
Poliarquía divulgó una encuesta en la cual
Milei
sostuvo, incluso horas después del batacazo callejero, una estrategia
comunicacional ríspida que siempre posee la inspiración del joven Santiago Caputo.
El viraje suave sucedió recién 24 horas más tarde cuando reconoció a la
educación pública como una “causa noble”, garantizó que no desfinanciará a
La
evidencia de un traspié que Milei se resistió a admitir contó, sin embargo, con
una evidencia. El libertario utilizó unos minutos de su mensaje sobreactuado,
con mofas vulgares, pronunciado en
Sutilmente
algunas piezas se movieron. En el ojo de la tormenta quedó la ministra de
Capital Humano, Sandra Pettovello, que entre muchas funciones absorbe Salud,
Educación, Trabajo y Desarrollo Social. ¿Es funcional semejante concentración
en manos de una sola persona en una nación con una crisis estructural y social
tan profunda? Horas antes de la manifestación renunció su mano derecha,
Maximiliano Keczeli. Un día después fue corrido el subsecretario de Políticas
Universitarias, Alejandro Álvarez. Empezó a tallar para hacerse cargo de las
secuelas de la protesta, el titular de Educación, Carlos Torrendell.
Milei
comenzó a recuperar su eje en la escena cuando volvió a arremeter contra “la
casta”. Algunos de sus presuntos representantes se hicieron ver en la marcha.
De allí que el mandatario habló de “causas nobles y motivos oscuros”. Pudo
observarse, incluso, cómo el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, amagó
con subir al palco en
Con
el paso de los días, la propia oposición intransigente pareció tenderle una
alfombra al Presidente para que saliera de la maraña en que había quedado
atrapado. Alberto Fernández lo criticó duramente porque Milei lo llamó
“títere”. Cristina Fernández reapareció en Quilmes, junto a la intendenta
camporista Mayra Mendoza, para replicar algunas de las afirmaciones
presidenciales realizadas en su cadena nacional del lunes. La dama siempre esconde
algo. Marcó el territorio a Kicillof que en su pelea con Máximo Kirchner
realiza alianzas con intendentes bonaerenses. Repuso además una estatua de
Néstor Kirchner que fue retirada de la sede de
Se
aguarda para los próximos días otra sucesión de episodios que colaborarían con
la recomposición del líder libertario: paro de ATE el martes, movilización
sindical, piquetera y de la izquierda del Dia del Trabajo; segunda huelga de
Aquel
encadenamiento de personajes y organizaciones opositoras emergerían funcionales
a la única composición política que el Presidente ha sabido exponer hasta
ahora: su lucha contra “la casta”. Cuando se difuman esos dirigentes el
contenido conceptual del líder libertario parece debilitarse enormemente. Ni en
campaña, ni en sus días de poder ha logrado desplegar algún fundamento sobre la
democracia que imagina. Prescindiendo de su anarco-capitalismo pintoresco. Fue
la gran dificultad que le presentó la marcha de estudiantes y docentes, con aquella
“casta” en un plano relegado. La devolvió de los pelos a la primera línea para
no aflojar en su batalla.
Es
probable, sin embargo, que aquel inesperado desafío callejero lo haya inducido
a cierta reflexión. Se podría hacer una analogía, a lo mejor, con la
experiencia que sufrió Kirchner en 2004, en los primeros meses de gestión.
Había arrancado como una topadora. El crimen de un adolescente, Axel Blumberg,
detonó la multitudinaria marcha de las velas ante el Palacio de Justicia en la
cual se reclamó por la inseguridad. El ex presidente quedó en shock, se colocó
a la cabeza de los demandantes y acompañó en el Congreso modificaciones sobre
legislación penal.
Luego
de la protesta estudiantil el Gobierno logró, en horas, el progreso
parlamentario que no había conseguido desde el naufragio de
Las
concesiones oficiales, señal de saludable realismo, pudieron verificarse en
varios planos. La reforma laboral se redujo de
También
hubo fumata en otros temas discordantes. Las emergencias pasaron de
El
trámite debe todavía transitar sobre caminos empedrados. Habrá que observar de
qué manera el titular de
Después
llegará la aventura en el Senado. Entre ambas Cámaras no hubo con los proyectos
ningún trabajo en espejo. Nadie atinó a corregir un viejo error. Se estima que
Victoria Villarruel, la vicepresidenta, estaría recolectando votos entre los
aliados para sumar a sus 7 senadores y enfrentar la resistencia de Unión por
Si
las leyes resultaran aprobadas la oposición considera que podría abrirse un
nuevo ciclo. Milei no se recostaría tan fácilmente en “la casta” para
justificar todas sus desgracias. Perdería el argumento dilecto. Podría
considerarse una de las razones centrales que impulsaron a la oposición
colaboracionista a cerrar sin demasiadas vueltas aquella agenda.
El
Gobierno parece consciente de que ese nuevo ciclo exige de algún soporte
institucional. Reclamo recurrente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
También de los posibles inversores. La vehemencia y determinación presidencial
son insuficientes para modificar el clima de elevada desconfianza que desde
hace décadas impera en
Milei
y Luis Caputo, su ministro de Economía, apuestan ahora al índice inflacionario
de abril que, según voces oficiales y privadas, anclaría en un dígito. La narrativa
mileísta podría verse de ese modo fortalecida para contrarrestar las
advertencias que, incluso economistas liberales, realizan sobre los costos
productivos y sociales que podrían pagarse. Carlos Rodríguez, del CEMA, alarmó
cuando mencionó “depresión” en lugar de “recesión”. A dos de aquellos les
fueron negadas las invitaciones a
Milei,
pese a haber concedido luz verde en el Congreso, no declina los estímulos con
los cuales empuja este proceso que imagina como una revolución. Ni siquiera
parece haberlo desalentado la piña estudiantil, que se sintió.
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