El análisis
de Jorge Fontevecchia
agosto 24, 2019
Ruidos
de internas (*)
Así como
en la Argentina la
candidata a vicepresidenta concentra más poder que el candidato a presidente
del Frente de Todos, en Venezuela quien formalmente es el número dos del
gobierno, Diosdado Cabello, vicepresidente de Chávez y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente,
tiene más poder que el presidente Nicolás Maduro. Pero a pesar de ser Diosdado
Cabello el verdadero heredero de Chávez y en vida su socio político (asumió la
presidencia cuando hubo un golpe contra Chávez y fue Diosdado quien rescató del
encierro al que habían confinado a Chávez), genera más miedo y rechazo entre
los independientes mientras que Maduro fue más atractivo electoralmente por ser
más moderado (dentro de la escala de conflictividad tolerada en Venezuela). En
el marco de un tropicalismo inimaginable en Argentina, Diosdado Cabello conduce
él mismo el programa de televisión que, con sus múltiples particularidades,
podría ser comparable con 6,7,8, por la TV Pública, en la época
de Cristina Kirchner. Va en el horario central de las 21 y se titula, sin
eufemismos: Con el mazo dando. En su introducción se presenta como “la nueva
artillería mediática que te impactará” (sic) producida por la “LPC: Legión de
Patriotas Cooperantes” (ver http://bit.ly/cabello-mazo-dando-canal) con una
explícita misión: “Defendiendo la Patria, el Pueblo y el legado del Comandante
Chávez”.
Esta
semana, “el mazo dando” fue para Alberto Fernández, al decir de Diosdado
Cabello: “Hubo elecciones en Argentina, yo me alegro mucho por el esfuerzo del
pueblo argentino y por el valor. Ojalá Dios mío no me equivoque, que a quien
están eligiendo no vaya a creer que lo están eligiendo porque es él. Allá es un
pueblo que le dice ‘no’ al neoliberalismo, no defrauden a ese pueblo. (...)
Porque hay algunos que una vez que llegan allí se olvidan de que solos no
podrían jamás. Que aquí nosotros podemos contra el imperio solo si nos
mantenemos unidos. Desde la
Patagonia hasta el Río Grande tenemos que estar unidos
nosotros”. Astutamente, Alberto Fernández dijo: “El 80% de los votos del Frente
de Todos son de Cristina Kirchner”, lo que implica un reconocimiento a la ex
presidenta pero al mismo tiempo que ella sola no hubiera podido triunfar. Y
hace esfuerzos de ecumenismo porque aspira a ganar por una diferencia aún mayor
al 15%, para poder partir en el inicio de su eventual gobierno con algo
parecido al 22% propio con el que comenzó Néstor Kirchner su presidencia, en
2003, cuando Menem le impidió sumar una mayoría en un ballottage.
Hay
quienes creen que la declaración de Diosdado Cabello fue a pedido de los
sectores afines a Cristina Kirchner para enviarle un mensaje a Alberto
Fernández. Son los mismos que interpretan que, al haber Alberto Fernández
elegido a Guillermo Nielsen para ir como su referente económico en
representación de un eventual futuro gobierno a conversar con el nuevo ministro
de Hacienda Hernán Lacunza, después de que Nielsen dijera que Axel Kicillof era
“un marxista disfrazado de keynesiano” y “un ignorante” de las prácticas
financieras globales, también envió un mensaje al cristinismo, a La Cámpora o al
colectivo más fundamentalista que habría pedido a Diosdado Cabello que fuera su
mensajero. Es injusto decir que Argentina, con un gobierno kirchnerista, sería
Venezuela porque ya las diferencias estéticas con el Caribe hacen imposible su
traducción. Con ver solo cinco minutos de un programa alcanza:
http://bit.ly/diosdado-cabello-tropicalismo. De la misma forma en que Alberto
Fernández pudo haber elegido a Nielsen para mandarles un mensaje a los mercados
y no a Instituto Patria. Pero también sería injusto no prestar atención a las
profundas contradicciones entre la línea cada vez más moderada que trata de
encarnar Alberto Fernández y el recuerdo de la cada vez más radicalizada que
fue teniendo el kirchnerismo en el poder, incluso mientras Alberto Fernández
fue jefe de Gabinete.
¿Es una
actuación de Alberto Fernández post triunfo de las PASO donde se arrepiente de
confrontar con Bolsonaro, omite el tema de las Leliq y envía señales más
tranquilizadoras al mercado porque, sintiéndose ya ganador, va en búsqueda de
los independientes para sumar más capital político propio, o porque sintiéndose
ganador comienza a hacer más evidentes sus diferencias con el kirchnerismo más
radicalizado? La participación de Alberto Fernández en el evento del Grupo
Clarín en el Malba el jueves, como el reportaje que le dio al diario el domingo
anterior –mientras que aún no a La Nación ni a PERFIL (y sí a Página/12, Tiempo
y casi todos los canales de televisión)– demuestra también el carácter
simbólico que tiene Clarín y el mensaje interno y externo que representa
aparecer junto a sus periodistas. Dicho sea de paso, en los reportajes que
realizaron en el ciclo Democracia y Desarrollo, tanto a Alberto Fernández como
a Mauricio Macri hubo periodismo y preguntas no condescendientes a pesar de la
difícil situación de ser también anfitriones, con destaque especial de Silvia
Naishtat con Fernández y Van der Kooy con Macri. La credibilidad siempre es
pasado congelado, como decía Goethe de la arquitectura. Alberto Fernández solo
podrá disipar los temores que existen sobre si será Cristina Kirchner quien
verdaderamente gobierne, gobernando él mismo. Y eso solo podría producirse en
2020. Mientras tanto él, Macri y todos los argentinos tendremos que pagar el
costo de la incertidumbre.
(*) Perfil, 24/8/019.
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