Picada de Noticias en el recuerdo
Cartas de lectores no publicadas
por La Capital
de Rosario
Un entrenador inolvidable
6/10/08
El 3 de octubre falleció en Buenos Aires Carlos
Eduardo Imbert (Charlie), víctima de una cruel enfermedad. “Plazón” hasta la
médula Charlie Imbert fue entrenador de las divisiones inferiores de rugby del
Old Resian Club en la década del setenta. Tuve el privilegio de jugar en sus
equipos. En 1972 la quinta división obtuvo el campeonato en forma invicta. Al
año siguiente el mismo equipo participó en el campeonato de cuarta división
perdiendo la final con Atlético del Rosario. En 1974 sucedió lo mismo con la
única diferencia que nuestro verdugo fue Gimnasia y Esgrima. Charlie Imbert fue
un entrenador muy exigente. Los entrenamientos comenzaban con un
trote desde el club hasta el arroyo Ludueña. En aquella época no había
iluminación y el camino era de tierra. En consecuencia, la única luz que había
provenía del auto de Charlie quien nos guiaba desde la retaguardia. Luego del
trote venía la parte más dura. Como buen foward que era hacía especial hincapié
en las formaciones fijas (lineout y scrum). Las practicábamos durante horas y
cuando cometíamos algún error inmediatamente hacía alusión a muestras madres.
Desde un principio impuso su estilo de juego: control de la pelota (nuestro
pack era muy fuerte) y desborde por las puntas para aprovechar la velocidad de
nuestros wines. Cuando me enteré de su fallecimiento mi mente se transformó en
una máquina de recuerdos. Es que Charlie Imbert ocupó una parte muy importante
de mi vida (y la de mis compañeros, por supuesto). Jamás lo olvidaré.
El rescate de los bancos
23/10/08
Claudio Federico Bastiat (1801-1850) puso todo su
empeño en combatir al socialismo cuando estalló en Europa la revolución de
1848. Su libro “La ley” constituye el emblema de su pensamiento. Para Bastiat
la ley debía limitarse a garantizar el respeto por la libertad y la propiedad
de las personas (burguesas, obviamente). Si ello no acontecía la ley se
pervertía y se transformaba en una caricatura de sí misma. La ley dejaba de
serlo para pasar a ser un poderoso instrumento utilizado por gobernantes
inescrupulosos para “quitar a los unos para dar a los otros”, para echar mano
de la riqueza del pueblo para beneficiar a los amigos del poder. Cuando la ley
se pervierte impone sus reglas la expoliación legal. La expoliación legal no es
más que la legalización del robo, del latrocinio (tarifas, subsidios, fomentos,
proteccionismos, etc.). La expoliación legal no es más que “socialismo”. La
crisis financiera global ha desmitificado el pensamiento de Bastiat, ha puesto
en evidencia que el latrocinio legal, amparado por el poder, lejos de conducir al
socialismo, tiende a reforzar al capitalismo cuando sus contradicciones lo
jaquean. El 3 de octubre el Congreso norteamericano aprobó el plan de salvataje
del sistema bancario de 700 mil millones de dólares, luego de cuatro días de
frenéticos conciliábulos que provocaron una histeria generalizada. El 13, el
bloque europeo anunció su decisión de destinar 2,5 billones de dólares para
proteger su sistema bancario, en sintonía con la “república imperial”. Lo que
hicieron los gobernantes del primer mundo fue quitar por la fuerza a millones
de personas una suma colosal de dinero para dársela a sus amigos bancarios,
desesperados por la hecatombe que habían provocado. Lo que hicieron fue
legalizar un latrocinio gigantesco, único en la historia. Lo que hicieron fue
poner en evidencia que el capitalismo, cuando está en apuros, no duda en
expoliar a los más débiles para proteger los intereses de los delincuentes de
guante blanco.
Un ejemplo de civismo
4/3/09
Cruje la principal potencia del planeta. Su sistema
bancario está destrozado y la pérdida del empleo ha dejado de ser una amenaza.
Los Estados Unidos están en bancarrota. El pueblo norteamericano está preso de
la angustia provocada por una incertidumbre feroz. Los Estados Unidos como
nación están en peligro. Barack Obama está haciendo lo imposible por impedir
que el buque se hunda. Consciente de la dramática situación la clase política
norteamericana decidió unirse. En lugar de inmolarse persiguiendo espurios
intereses particulares los demócratas y los republicanos situaron en la cima de
su escala de prioridades el bienestar del pueblo estadounidense. La clase
política llegó a la conclusión de que sólo la unión nacional permitirá a los
Estados Unidos soportar los embates de una tormenta perfecta. El 4 de marzo el presidente
Obama anunció en Washington una amplia reforma al sistema de contrataciones
federales con el objetivo de ahorrar entre 40 mil y 50 mil millones de dólares
anuales. A su lado estaba su rival presidencial John McCain en clara
demostración de unidad política, de apoyo a un gobierno que necesita triunfar
para que triunfe el pueblo norteamericano. Obama y McCain dieron un ejemplo de
civismo. Primero el pueblo, luego los intereses de partido. Primero Estados
Unidos, luego la clase política. Cuando lo que está en juego es el destino de
una nación no hay nada más canallesco, más vil, más infame, que rezar para que
se produzca el apocalipsis para así obtener el mayor rédito político posible.
Ojalá que el ejemplo de civismo brindado por Obama y McCain sea imitado en
otras latitudes corroídas por el canibalismo político.
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