La columna de Economía de Horacio Rovelli
A QUIEN LE SIRVE EL ATRASO CAMBIARIO
El plan de gobierno de Milei que coordinan
el Ministerio de Economía y el BCRA, y es básicamente el mismo que diseñó la
dictadura militar de 1976, con tres medidas básicas determinantes:
- a)
Retrasar el tipo de cambio (“Tablita” de Martínez de Hoz).
- b)
Baja generalizada de los aranceles y disminución de medidas arancelarias
(desprotección aduanera).
- c)
Tasas de interés positivas y por encima del crecimiento del dólar.
El objetivo era destruir la alianza de hecho
entre la producción y el trabajo, porque se crecía y se distribuían ingresos
sobre la base del mercado interno. El PBI per capita más alto de nuestra historia fue en el año
1974, cuando
"La dictadura militar se propuso
establecer la hegemonía del mercado en la asignación de recursos, restringir la
participación del Estado y abrir la competencia de los productos nacionales con
los extranjeros”. Estos profundos cambios conformaron "un nuevo modelo
económico basado en la acumulación rentística y financiera, la apertura externa
irrestricta, comercial y de capitales, y el disciplinamiento social. [3].
El fin fue el control de las industrias
básicas, las finanzas y el comercio exterior, que se logra si esas actividades
están en manos privadas, que por la ley de concentración y centralización de
capitales termina en monopolios (y en la actualidad, en nuestro país, en
extranjerización):
- Monopolio
de la tecnología y del conocimiento.
- Necesidad
de importar insumos industriales estratégicos (coeficiente técnico de
importación).
- Necesidad
de recurrir al endeudamiento, condicionando el presente y el futuro del
país.
- Libertad
de entrada y salida de capitales.
Gracias al endeudamiento externo, se
lograron capitalizar fuertemente los grupos locales, nucleados en el Consejo
Empresario Argentino (CEA). Su presidente antes del golpe militar fue José A.
Martínez de Hoz y, como tal, propició el acuerdo “APEGE” que realizó un lockout patronal en febrero de
1976; propusieron “el Consenso de Washington” aún antes de que existiera como
tal. El CEA integrado por las empresas más concentradas del país, en el año
2002, se fusionó con
Conspicuos miembros del CEA de 1976 fueron
Armando y Federico Braun, dueños de la cadena de supermercados
Reconvertido en AEA, sus autoridades
actuales son Jaime Campos, sociólogo de
Pero el poder reside en sus vicepresidentes:
Luis Pagani (Arcor), Paolo Rocca (Techint), Héctor Magnetto (Grupo Clarín),
Sebastián Bagó, Carlos Miguens , Alfredo Coto, Cristiano Ratazzi (Grupo
Modena), Federico Braun (
Sin embargo, AEA y las diversas agrupaciones
patronales locales:
Luis Andrés Caputo y Santiago Bausili [4] tienen
como principales clientes de su consultora Anker Latinoamérica con sede en
Manhattan a los principales fondos de cobertura de ese distrito de la ciudad de
Nueva York, que son BlackRock, Vanguard Group, Fidelity, PIMCO, Franklin
Templeton, Gramercy, Greylok, entre otros, cuyo accionar es seguido a pie
juntillas por capitales menores, en todos ellos también participan
“inversionistas” locales que confían parte de su capital en la administración a
esos fondos.
El equipo encabezado por Caputo-Bausili se
comunica con sus clientes, con información fidedigna de
El 27 de agosto, Werning volvió a hablar en
inglés, esta vez en el Consejo Empresarial (The
Business Council) en Washington, y sostuvo que apuntan a remover
las restricciones cambiarias sin un salto devaluatorio y a que la unificación
del tipo de cambio se genere a través de una convergencia a la baja de los
dólares paralelos. Para ello es imprescindible una remonetización consistente
en la “movilización de los dólares que los argentinos tienen en el colchón”
(dolarización endógena).
Luis Caputo lo expresa claramente cuando
dice: “
La vocera del FMI Julie Kozack había
sostenido en septiembre de 2024 que no había ninguna tratativa de ampliación
del crédito para
¿Cuál es la diferencia abismal con el
pasado? Los recursos naturales del país, esencialmente petróleo y gas. Con
ellos se cobrarán la deuda pública.
La dictadura militar reconfiguró la sociedad
argentina con una deuda externa tomada por grandes grupos locales (nucleados
principalmente en el Consejo Empresarial Argentino) que, vía seguros de cambio,
traspasaron al Estado nacional. Que el gobierno de Alfonsín legitimó el 1° de
julio de 1985 mediante los Comunicados A-695, A-696 y A-697, que permitieron
cambiar los títulos de deuda externa heredados de la dictadura militar, a los
que la gestión del ministro Bernardo Grinspun se negó a reconocer hasta que no
se supiera el origen y destino de los fondos, por “Obligaciones de Banco
Central de
Juan Sourrouille, Mario Brodersohn y equipo
hicieron que Alfonsín aceptara una deuda de la que no podía pagar ni la
mitad de los intereses. Tras un severo plan de ajuste en los años 1985-1988, el
pago de intereses de la deuda absorbió la totalidad del superávit comercial del
periodo (8.500 millones de dólares), y sin embargo la deuda externa pública
creció a 63.200 millones de dólares.
El gobierno de Carlos Menem, con
privatizaciones y plan de convertibilidad, logró disminuirla a 52.739 millones
a fin del año 1991, pero los intereses de la deuda y, fundamentalmente, la fuga
de capitales, hicieron que a fin de 2001 la deuda externa ascendiera a 88.259
millones de dólares. Y el stock de capitales de residentes argentinos en el
exterior pasó de 54.936 millones de dólares a 137.806 millones de dólares en el
mismo período [6].
Tras el default de la deuda en diciembre de
2001 (y su acrecentamiento por incumplimiento), y de la pesificación asimétrica
de Duhalde, su ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, reconoció que esa
asimetría tuvo un costo para el Estado nacional del orden del 5% del PIB. Los
Kirchner, tras dos canjes de títulos en 2005 y 2010, y pagándole en enero
de 2006 todo lo que se debía al FMI, lograron una deuda administrable que, en
diciembre de 2015, era el 41% del PIB y el 60% de esta era intra sector
público. Y sin tutela externa.
El gobierno de Cambiemos retornó a ese
tutelaje, al tomar deuda por 97.927 millones de dólares, de los cuales 44.559
millones con el FMI. Pero al mismo tiempo, se fugaron 86.200 millones. Deuda y
fuga que Alberto Fernández prometió investigar y no lo hizo, convalidando la
estafa contra el pueblo argentino, que hoy profundiza y extiende la actual
Administración.
Los riesgos del plan Caputo-Bausili
Desde el punto de vista financiero, se trata
de riesgos relacionados con la administración cambiaria y las futuras
obligaciones de deuda, particularmente en 2025, máxime que, por su política de
atrasar el tipo de cambio y permitir que los exportadores liquiden el 20% de
sus ventas en el mercado de CCL, el nivel de reservas netas del BCRA es
negativo y se depende del financiamiento externo.
Al atrasar sistemáticamente el precio del
dólar en el país y mediante una severa reducción de la demanda interna, que
conlleva pérdida de empleos y reducción de salarios, se reduce la inflación,
generando un problema económico y social mucho mayor, la depresión económica.
La reducción del índice inflacionario solo se explica a través del aumento de
la pobreza y la indigencia que genera la depresión del nivel de actividad.
Depresión económica que se profundiza con la
reducción de aranceles de octubre de 2024 para la importación de acero, tubos
de cobre, material plástico, bicicletas, motos, neumáticos, etc. Y que amplían
desde el 1° de diciembre de 2024 [7] con
el menor arancel para productos textiles y electrónicos, generando menos
trabajo y producción local.
Dicha depresión se refleja en fuertes caídas
de las ventas y del consumo interno y obliga a los sectores de ingresos medios
a vender dólares , a fin de mantener su nivel de vida ante el aumento sideral
de las prepagas, tarifas, combustibles, intereses y recargas de las tarjetas de
créditos, alquileres de locales y viviendas, etc.. Por primera vez en más de
veinte años, las ventas de dólar minorista superan las compras para ahorro. Esa
es la dolarización endógena de la que hablaba Diana Mondino en noviembre de
2023, cuando le preguntaron de dónde iban a sacar los dólares.
Obviamente, el fuerte ingreso de dólares al
sistema financiero local por el “blanqueo de capitales” implica que, desde
mediados de agosto a mediados de noviembre de 2024, los depósitos en moneda
extranjera captados por los bancos del país superen los 14.000 millones de
dólares [8],
que se convierten paulatinamente en créditos en esa moneda, ante la previsión
anticipada por Caputo, de que no habrá un fuerte salto devaluatorio hasta
septiembre de 2025 (fecha probable de las elecciones nacionales de medio
término).
Pese al crawling peg, se proyecta para 2025 un ingreso
significativo de dólares provenientes del comercio exterior, especialmente del
sector energético, y hasta de la venta de empresas estatales [9] que
la dupla Caputo-Bausili empleará para sostener el tipo de cambio, y no para
apuntalar la inversión productiva y reducir la dependencia de financiamiento
externo.
El problema es social y político; este
modelo, como el de Martínez de Hoz, es en beneficio de una minoría de la
población. Incluso esa minoría se debe subordinar y/o acordar con el capital
extranjero que han visto la veta de los abundantes recursos naturales y de alta
calidad (petróleo, gas, litio, minerales raros, oro, plata, cobre, hierro, agua
pesada y agua potable, etc.) que
Recursos que no le pertenecen al gobierno,
que son patrimonio de
Todo se realiza ante la pasividad de un alto
porcentaje de la población que no entiende la situación, incapaz de pensar por
sí misma; ante la cobardía y sumisión de la mayor parte de la dirigencia
política, social y sindical del país, sin coraje para enfrentar al modelo de
valorización financiera del capital y extractivista de nuestros recursos
naturales.
(*) El cohete a
24/11/024
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