La columna política de Eduardo Aulicino
El Gobierno se cierra, radicaliza
el discurso y ahora intenta
desnacionalizar el impacto de la
derrota bonaerense
Infobae
El
mensaje de la “autocrítica” de Javier Milei, limitado y expuesto en
la noche de la derrota electoral, parece un capítulo rápidamente
agotado para el oficialismo. No es original pero sí visible el giro,
fuerte y a la vez contradictorio. El Gobierno decidió radicalizar su
discurso, como si fuera señal de fortaleza: amplió la construcción del
enemigo, sumando empresarios y medios periodísticos a la política en general.
Y a contramano de su eje de campaña -jugada a nacionalizar y polarizar-,
empezó a ensayar una línea de desnacionalización de los
comicios bonaerenses. Todo, junto a una imprecisa convocatoria a los
gobernadores, que vuelve a nacionalizar el tema, al menos por sus efectos.
Y que aumenta el foco sobre el posible veto a leyes que mostraron una
inusitada confluencia legislativa, expresión también del extendido
malestar de los jefes provinciales.
La
decisión presidencial no se agota en ese punto. Fuentes del Senado
informaron que ya fue girado al Gobierno el rechazo al veto de la ley
sobre emergencia en el área de Discapacidad. Esa decisión expuso una
convergencia llamativa en el heterogéneo mundo no estrictamente violeta. En la
votación de la cámara Alta, LLA quedó en soledad y apenas
reunió 7 votos frente a los 63 que fueron
contra la resolución de Milei. En el Gobierno analizan como empantanar
el tema, por la vía judicial.
Ese
es el cortinado de fondo para la medida que debe tomar el Presidente entre este
miércoles y el viernes. Son tres las leyes que están a tiro de veto.
El tema más sensible está centrado en la situación del Garrahan,
que al igual que discapacidad, anotó votaciones de alto impacto en las
dos cámaras del Congreso. También está en la lista el financiamiento
universitario. Y para completar, un punto de menor repercusión, pero
especialmente significativo en este contexto: el sistema de
distribución de Aportes del Tesoro Nacional. El reclamo sobre los ATN
también contó con un respaldo sin antecedentes cercanos: fue motorizado
por los veintitrés gobernadores y el jefe de gobierno porteño.
Es
un dato mayor frente a la idea de un llamado a gobernadores para reponer
puentes de negociación. Expone una discusión presupuestaria sobre el impacto
real de la ley, porque el oficialismo sostiene la consigna general de
defender la cuenta fiscal y desde las provincias hicieron circular, de
arranque, un informe según el cual el efecto es mínimo (0,03 del PIB) o
nulo. Eso mismo ahora adquiere otra dimensión política.
Los
gobernadores expusieron diferentes señales frente a la derrota electoral
violeta en la elección bonaerense. Pero más allá de esas reacciones,
asoman recelos y hasta rechazo, incluso entre los más
dispuestos a conversar, por la falta de señales concretas sobre la
convocatoria oficial a una “mesa de diálogo federal”, tarea nada nueva y
que otra vez estaría a cargo de Guillermo Francos. No hay margen
para la foto sin mínimos compromisos previos.
Una
franja importante de gobernadores deja trascender malestar luego de una
cuidada reacción inicial, expresada por medidos mensajes públicos o el
silencio. Fue un dato en sí mismo que los que eligieron pronunciarse, lo
hicieron apuntando al impacto sufrido por Olivos y, en su mayoría, sin
exponer nada que pudiera ser interpretado como un gesto hacia Axel
Kicillof. El gobernador celebró el triunfo escalando en la disputa con
el Gobierno, paso visible de su objetivo central: correr a CFK como
contracara de Milei y afirmar su proyecto presidencial.
La media docena de gobernadores que se agrupan en Provincias Unidas compartió un mensaje apuntado a destacar el resultado bonaerense como parte de una sucesión de elecciones provinciales que, en su mayoría, expusieron un “llamado de atención” a Olivos. En las horas siguientes, algunos endurecieron su posición. Y todos, se encontrarán el viernes, en Río Cuarto. En principio, estarán los integrantes de este grupo: el santafesino Maximiliano Pullaro, el cordobés Martín Llaryora, el chubutense Ignacio Torres, el santacruceño Claudio Vidal, el jujeño Carlos Sadir y el correntino Gustavo Valdés.
Los
mensajes de malestar, ya desde hace semanas, eran compartidos por otros jefes
provinciales que habían tenido una relación de buen trato con el
Gobierno, primero deteriorada por cuestiones de fondos y obras
paralizada, y después en muchos casos, por una competencia dura de
LLA en sus territorios. De diferente modo, eso quedó a la vista en los
casos del tucumano Osvaldo Jaldo y el salteño Gustavo
Sáenz. El clima se extendió además a distritos en manos de fuerzas
provinciales, como Misiones y Río Negro. Nada de lo ocurrido en el
Congreso, no sólo con la ley de los ATN, se explica sin este registro.
El Gobierno,
de momento, busca salir del sacudón con un endurecimiento discursivo que, por
lo demás, desconoce las otras señales dejadas por la larga entrega de
elecciones provinciales anticipadas. Milei, en la noche del domingo, buscó
mostrar capacidad de autocrítica, aunque exclusivamente “política” y
escindida del plan económico, fuertemente fiscalista. Eso fue ratificado
punto por punto en su mensaje. La expresión de la autocrítica quedó limitada de
entrada por la decisión de no alterar sustancialmente su círculo, con
el blindaje de Karina Milei y por ahora sin cambios en la gestión. Las
cargas en la interna apuntan contra “los” Menem y el armador bonaerense de
La
presentación de una “mesa política nacional” no generó señales
importantes para el común de la gente. Apenas, algún dato interno de
lectura para el mundillo político y empresarial. La foto difundida mostró
al Presidente en la cabecera, acompañado por Karina Milei, Martín Menem, Manuel
Adorni, Francos, Patricia Bullrich y Santiago Caputo. El mensaje escrito
mostró un cierre de posiciones, que trasciende incluso a los mercados como
destinatario, quizás para inaugurar una etapa muy confrontativa camino
a octubre. La primera pincelada busca presentarlo como una especie
de resistencia frente a los “ataques” de políticos, empresarios y medios que
buscan “detener el cambio”.
Más
llamativo resultó en ese contexto el gesto presidencial de retuitear un mensaje
según el cual “lo del domingo fue una elección local” que no sería
“extrapolable a nivel nacional”. No parece un hecho aislado. Algunos
voceros informales del oficialismo también aportan en esa dirección,
matizando la lectura sobre lo ocurrido en la sucesión de comicios provinciales.
Los
recortes de ese recorrido de elecciones, que arrancó en abril y sumó diez
provincias, no constituyen el mejor camino para el análisis. El
oficialismo destacó el triunfo porteño, que le fue útil para
subordinar al PRO y que utilizó para tratar de imponer condiciones en otros
distritos, con algún resultado. Pero no anotó en su lista derrotas y
frustraciones (Santa Fe, Jujuy, San Luis, Formosa), la última de ellas
en Corrientes, con un cuarto puesto en la única provincia de esta serie que
puso en juego la gobernación.
Más
generalizado fue el dato de la baja participación ciudadana. La
magnitud del resultado bonaerense casi borró del análisis posterior la cifra de
asistencia, también en declive: arañó el 61 por ciento del padrón.
Es decir, perforó largamente el piso del 70 por ciento, registrado
en los comicios de menor concurrencia (2003 y 2021). Es una señal
negativa, alarmante, para todos y en especial para LLA, al menos por dos
razones: no sumó mayoritariamente a la franja de votantes del PRO y perdió
atractivo para canalizar malhumor social con “la” política.
Comentarios
Publicar un comentario