La columna política de Vicente Massot
La luna de miel llegó a su fin
Fuente: InC.
(*) Notiar.com.ar
10/9/025
Para entender lo que sucedió el
domingo y sorprendió por igual a libertarios y a kirchneristas, a encuestadores
y a analistas, a periodistas y a simples mortales, se hace necesario responder
tres cuestiones excluyentes: qué pasó, cuáles fueron las razones del aplastante
triunfo de Fuerza Patria, y qué escenarios se recortan en el horizonte desde
ahora y hasta el 26 de octubre.
Como sucede siempre en estos casos es más fácil dar
cuenta del primero de los interrogantes en virtud de que conocemos el desenlace
electoral. Para atacar la segunda duda, en cambio, no hay más remedio que
tratar de meterse en la cabeza de los cientos de miles de votantes que habían
respaldado a la fuerza libertaria en 2023 -provenientes en su mayoría del Pro-
y que cuarenta y ocho horas atrás decidieron quedarse en su casa o elegir otra
boleta. Tarea difícil en atención a que no hay un patrón común que explique por
sí solo la decisión de tamaño número de personas. Por último, en punto a la
tercera incógnita sobran los cabos sueltos y son escasas las certezas. Dicho
esto, vayamos a cuentas.
Cualquiera sabe quién ganó y quién perdió, pero cuanto
salta a la vista a poco de mirar los números resulta ser la dimensión del éxito
peronista y, a la vez, la verdadera catástrofe que sufrió el oficialismo
nacional. Nadie había previsto que algo por el estilo pudiese acontecer. Apenas
uno o dos relevamientos predijeron que Fuerza Patria se impondría por seis o
siete puntos. Es cierto que en la recta final de la campaña, con base en el
escándalo generado por Diego Spagnuolo, fueron más los que imaginaron la
posibilidad de una derrota libertaria que los que creyeron en un triunfo de los
violetas. Sin embargo, cuanto interesa señalar es -precisamente- lo que a todos
escapó: la diferencia de casi catorce puntos, que obliga a recalcular los
pronósticos de cara a octubre y deja al gobierno pisando arenas movedizas.
Véase que de ocho secciones electorales, y contra lo
que habían establecido todas las encuestas de opinión, el kirchnerismo salió
ganancioso en seis. No sólo lo premiaron sus seguidores incondicionales de las
barriadas más pobres del Gran Buenos Aires. Arrasó en
No menos trascendente ha sido el espaldarazo que
recibió Axel Kicillof en la sorda disputa interna que viene sosteniendo desde
antiguo con Cristina Fernández y su hijo. En esta contienda de dos grandes
batallas electorales, el gobernador bonaerense venció en la primera por goleada
a su principal enemigo externo, Javier Milei, y a sus primordiales adversarios
dentro del espacio populista, los Kirchner. En contra de la opinión de éstos,
el gobernador se empeñó en desdoblar la elección contando con el vital respaldo
del grueso de los intendentes peronistas, y probó que su cálculo era acertado.
La condición necesaria para erigirse como el candidato
indisputado del espacio peronista en 2027 era vencer el 7 de septiembre. Eso ya
lo logró, con un espectacular número de votos. La condición suficiente será
repetir semejante performance dentro de cincuenta días.
¿Por qué llegó a su fin la luna de miel del electorado
con Javo? En tren de explicar el fenómeno cabría diferenciar tres series de
causas distintas:
1) las que venían erosionando el apoyo al gobierno
libertario desde tiempo atrás: las groserías verbales del presidente; la
descalificación de todos los que disintieran con la administración libertaria,
y el agravio reiterado a sus aliados tácticos en las gobernaciones y en el
Congreso de
2) las que se refieren a la situación económica de
cientos de miles de personas que, a pesar de valorar el esfuerzo fiscal hecho,
dicen que la plata en su poder no les alcanza para llegar a fin de mes; y
3) las acusaciones levantadas contra la hermana del
presidente y los Menem en el curso de los últimos días de la campaña.
Si hubiese que escoger la que más daño hizo, sin duda
estaría la tercera de las mencionadas. En los comicios que se desarrollaron en
Santa Fe, Salta, Jujuy, Misiones y, sobre todo, en la capital federal, a
Conviene tener en cuenta que el núcleo duro mileísta
no dio la espalda el domingo. Quienes lo hicieron fueron, por un lado, los que
definen cualquier elección en
Muchos decidieron no concurrir al cuarto oscuro y
algunos, totalmente desencantados, optaron por sufragar en favor de Somos
Buenos Aires o del kirchnerismo. El que así haya sido le plantea una serie de
desafíos a Javier Milei que, si decidiese ignorarlos o no supiese ponderarlos
en su justa medida, podrían volver dramáticos los dos años que faltan para
completar su mandato.
Es imperioso que el presidente haga de la moderación
su nuevo estilo de actuar en política. Ponerle freno a un carácter por momentos
dislocado no será -a esta altura de su vida- una tarea fácil, pero resulta
imprescindible. La necesidad tiene cara de hereje. De manera urgente debe dejar
en un segundo plano a su hermana, a quien nadie votó y cuya popularidad se
halla por los suelos. Unido al hecho de que las sospechas de corrupción no han
sido aún evacuadas. Alguna cabeza importante tendría que rodar, por doloroso
que fuese. Al mismo tiempo, algún cambio en el gabinete puede oxigenar la
gestión de gobierno y recobrar la credibilidad. En otro orden y frente al
desafío del 26 de octubre está visto que el dúo conformado por Karina Milei y
Sebastián Pareja no sirve. Si bien es impensable que el presidente decida
prescindir de su hermana, puede dejar en manos de un profesional el manejo de
la campaña. Como se aprecia, las asignaturas pendientes son varias y no admiten
dilación.
Las primeras declaraciones de Milei una vez conocida
la derrota, flanqueado por unos ministros desolados y un público escaso que no
salía de su asombro, fueron atinadas aunque en extremo generales. Reconoció que
se habían cometido errores que intentaría corregir -sin dar más precisiones- y
ratificó el rumbo del programa económico, algo que caía de maduro. En ese
momento, más no se le podía pedir. Estaba aturdido por el tsunami que le había
pasado por encima y no era cuestión de hablar a tontas y a locas. Cumplió con
lo que se estila decir en la adversidad y se fue a dormir.
Ahora debe rogar que la inflación del mes de agosto no
supere 2 % (la generalidad de los analistas la esperan por debajo), que el
dólar no se dispare y que los precios de los productos básicos no escalen en
las siete semanas que faltan para que se substancien los comicios que definirán
los dos años por venir. En este orden de cosas, la respuesta de los mercados
será el dato por antonomasia. Cuánto hubiese sido impensable un par de meses
atrás, ahora entra dentro de la pan- talla de los futurables (futuros
probables). El triunfo de los libertarios, que todos dábamos por descontado en
octubre, luego de lo que acaba de pasar está en tela de juicio. Porque lo que
se halla en juego no se medirá a simple de pluralidad de sufragios sino en
términos del número de diputados y senadores que
Para
despejar la incertidumbre que ha generado el categórico triunfo peronista, los
libertarios no sólo tienen la obligación de obtener entre 40 % y 45 % de los
votos a nivel nacional, sumar entre diez y doce senadores más y noventa
diputados propios, sino también salir airosos en la provincia de Buenos Aires.
Las alertas tempranas se han disparado y los más de 1000 puntos básicos de
riesgo país no son fruto de la casualidad. Todos, en mayor o menor medida,
banqueros y organismos de crédito, operadores de bolsa y empresarios, fuerzas
vivas y grupos de presión, han tomado nota de que
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