Sheldon S. Wolin y la filosofía política como forma de indagación

Sheldon S. Wolin y la filosofía política como forma de indagación




En el primer capítulo de su libro “Política y perspectiva. Continuidad y cambio en el pensamiento político occidental” el profesor emérito de la Universidad de Princeton, Sheldon Wolin, analiza, en  primer lugar, la filosofía política como forma de indagación,  forma y sustancia, y pensamiento político e instituciones políticas.

Escribió Wolin:

“Este libro versa sobre una tradición especial de discurso: la filosofía política. En él procuraré examinar la índole general de dicha tradición, las diversas preocupaciones de quienes contribuyeron a elaborarla y las vicisitudes que han señalado las líneas principales de su evolución. Al mismo tiempo intentaré hacer alguna referencia a la actividad de la filosofía política en sí” (…) “Si la filosofía política abarca algo más que lo expresado por cualquier gran filósofo, se justifica en parte suponer que constituye una empresa cuyas características se revelan con más claridad a lo largo del tiempo. Dicho de otro  modo, la filosofía política debe ser comprendida de la misma manera en que se aborda la comprensión de una tradición compleja y variada” (…).

“Desde que Platón advirtió por primera vez que la indagación acerca de la índole de la vida buena del individuo se relacionaba inevitablemente con una indagación convergente (y no paralela) acerca de la índole de la comunidad buena, se ha manifestado una íntima y continua vinculación entre la filosofía política y la filosofía en general. Además de haber contribuido generosamente al acervo principal de nuestras ideas políticas, la mayoría de los filósofos han proporcionado al teórico político muchos de sus métodos de análisis y criterios de evaluación. Históricamente, la diferencia fundamental entre filosofía y filosofía política ha radicado en un problema de especialización y no de método o de temperamento. En virtud de esta alianza, los teóricos políticos han adoptado como propia la búsqueda básica de conocimiento sistemático que lleva a cabo el filósofo”. “La teoría política se vincula con la filosofía en otro sentido fundamental. La filosofía política puede ser diferenciada de otros métodos de extraer verdades, tales como la visión mística, el rito secreto, las verdades de conciencia o el sentimiento íntimo, porque pretende referirse a verdades públicamente alcanzadas y públicamente demostrables. Al mismo tiempo, una de las cualidades esenciales de lo político es su relación con lo público” (…) “De todas las instituciones que ejercen autoridad en la sociedad, se ha singularizado el ordenamiento político como referido exclusivamente a lo que es “común” a toda la comunidad. Ciertas funciones-tales como la defensa nacional, el orden interno, la administración de la justicia y la regulación económica-fueron declaradas responsabilidad primordial de las instituciones políticas, basándose fundamentalmente en que los intereses y fines servidos por estas funciones beneficiaban a todos los integrantes de la comunidad” (…) “La íntima conexión existente entre instituciones políticas e intereses públicos ha sido incorporada a la práctica de los filósofos: se ha considerado la filosofía política como una reflexión sobre cuestiones que preocupan a la comunidad en su conjunto” (…).

“Si pasamos ahora al objeto de la filosofía política, aun el más superficial examen de las obras maestras de la literatura política nos revelará la continua reaparición de ciertos temas problemáticos…Bastará mencionar unos pocos, tales como las relaciones de poder entre gobernantes y gobernados, la índole de la autoridad, los problemas planteados por el conflicto social, la jerarquía de ciertos fines o propósitos como objetivos de la acción política, y el carácter del conocimiento político” (…) “Lo que importa es la continuidad de las preocupaciones, no la unanimidad de las respuestas. El acuerdo en cuanto al objeto de estudio presupone, a su vez, que aquellos a quienes les interesa ampliar el saber dentro de un campo determinado coinciden en cuanto a lo que es pertinente para dicho objeto y lo que debe excluirse. Con respecto a la filosofía política, esto significa que el filósofo debe tener en claro qué es político y qué no lo es. Aristóteles, por ejemplo, aducía al comienzo de su “Política” que no se debía confundir el papel del estadista con el del propietario de esclavos o el del jefe de familia; el primero era específicamente político; los otros, no” (…) “Aristóteles aludía a los problemas que experimenta el filósofo político cuando intenta circunscribir un objeto de estudio que, en realidad, no puede ser circunscrito. Esta dificultad obedece a dos razones principales. En primer lugar, una institución política, por ejemplo, se halla expuesta a influencias de todo tipo no político, de modo que explicar dónde comienza lo político y dónde termina lo no político pasa a ser un problema desconcertante. En segundo lugar, hay una difundida tendencia a utilizar, cuando describimos fenómenos no políticos, las mismas palabras y conceptos que cuando hablamos de asuntos políticos” (…) “Esto plantea uno de los problemas básicos que enfrenta el filósofo político cuando intenta establecer la especialidad de su objeto de estudio: ¿qué es político? ¿Qué distingue, por ejemplo, la autoridad política de otras formas de autoridad, o la participación en una sociedad política de la participación en otros tipos de asociaciones? Procurando dar respuesta a estas cuestiones, generaciones de filósofos han contribuido…a describir al filósofo político como alguien que filosofa acerca de lo político” (…) “¿Qué condiciones debe satisfacer determinada acción o situación para que se la llame política?” (…).

“Si aceptamos que un campo de indagación es, en  importante medida, producto de una definición, el campo de la política puede ser considerado como un ámbito cuyos límites han sido establecidos a lo largo de los siglos de discusión política. Así como los perfiles de otros campos se han modificado también los límites de lo político han sido cambiantes, abarcando a veces más, a veces menos, de la vida y el pensamiento humanos. La era del totalitarismo genera el lamento de que “esta es una era política. Vivimos pensando en la guerra, el fascismo, los campos de concentración, las cachiporras, las bombas atómicas…”.  En épocas más serenas, lo político es menos ubicuo” (…) “Quisiera insistir, sin embargo, en que el campo de la política es y ha sido, en un sentido decisivo y radical, un producto de la creación humana. Ni la designación de ciertas actividades y ordenamientos como políticos, ni nuestra manera característica de pensar en ellos, ni los conceptos con que comunicamos nuestras observaciones y reacciones, se hallan inscritos en la naturaleza de las cosas, sino que son el legado de la actividad histórica de los filósofos políticos” (…) “Se admite sin discusión que las prácticas establecidas y los ordenamientos institucionales han proporcionado a los autores políticos sus datos básicos…También es cierto que muchos de los temas abordados por un teórico deben su inclusión al simple hecho de que, en las convenciones lingüísticas existentes, se alude a tales temas como políticos. Por otro lado, también es verdad que las ideas y categorías que empleamos en el análisis político no son del mismo orden que los hechos institucionales…sino que representan un elemento agregado, algo creado por el teórico político. Conceptos como poder, autoridad, consenso…tienen como función volver significativos los hechos políticos, ya sea con fines de análisis, crítica o justificación, o una combinación de estos fines” (…) “La teoría política no se interesa tanto en las prácticas políticas o su funcionamiento como en sus significados. Así, en el enunciado de Bodin que se acaba de transcribirr (“No son los derechos y privilegios de que goza un hombre los que hacen de él un ciudadano, sino la mutua obligación entre súbdito y soberano”), el hecho de que, por motivos legales o por la práctica, el integrante de una sociedad tuviera ciertas obligaciones hacia su soberano, y viceversa, no era tan decisivo como que estos deberes pudieran ser comprendidos de un modo tal que sugiriera algo importante acerca de la pertenencia a la sociedad y acerca de la autoridad del soberano y sus condiciones. En otras palabras, el concepto de pertenencia a la sociedad le permitió a Bodin extraer consecuencias e inferir interconexiones entre ciertas prácticas o instituciones que no eran evidentes sobre la base de los hechos mismos” (…).

“En su intento de dar significado a los fenómenos políticos, el filósofo se ve respaldado y restringido al mismo tiempo por la circunstancia de que las sociedades poseen cierto orden, cierto grado de ordenamiento, que existe al margen de que los filósofos filosofen o no. Los límites y la esencia del objeto de estudio de la filosofía política están determinados, en gran medida, por las prácticas de las sociedades existentes. Entendemos por “prácticas” los procesos institucionalizados y procedimientos establecidos que se emplean habitualmente para resolver asuntos públicos. Lo importante para la teoría política es que estas prácticas institucionalizadas cumplen una función fundamental en cuanto a ordenar y dirigir la conducta humana y determinar el carácter de los sucesos” (…) “El sistema de instituciones políticas de una sociedad dada representa un ordenamiento de poder y autoridad. En algún punto del sistema, se reconoce que ciertas instituciones poseen autoridad para tomar decisiones aplicables a toda la comunidad. El ejercicio de esta función atrae la atención de grupos e individuos que intuyen que las decisiones adoptadas influirán en sus intereses y objetivos. Cuando esta toma de conciencia cobra la forma de una acción dirigida hacia las instituciones políticas, las actividades pasan a ser “políticas” y a integrar la naturaleza política” (…) “Lo principal es la función “relacionante” que cumplen las instituciones políticas. Por medio de las decisiones que adoptan y ponen en práctica los funcionarios públicos, se reúnen actividades dispersas, se las dota de una coherencia nueva y se moldea su curso futuro de acuerdo con criterios “públicos”. De este modo, las instituciones políticas agregan otras dimensiones a la naturaleza política. Sirven para definir, por así decirlo, el “espacio político” o lugar donde se relacionan las fuerzas tensionales de la sociedad”… “También sirven para definir el “tiempo político”, o período dentro del cual tienen lugar la decisión, la resolución o el acuerdo” (…) “Las instituciones dan coherencia previa a los fenómenos políticos; de ahí que, cuando el filósofo político reflexiona acerca de la sociedad, no se encuentra ante un torbellino de sucesos o actividades inconexos que se precipitan a través de un vacío democriteano, sino ante fenómenos ya dotados de coherencia e interrelaciones”.


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