Editorial
Editorial
Alianzas electorales ha habido
muchísimas a lo largo de nuestra historia. En 1973, por ejemplo, compitió el
Frente Justicialista de Liberación Nacional, una coalición de fuerzas políticas
menores colgadas del gran tronco justicialista. A diferencia del peronismo, el
radicalismo siempre fue reacio a hacer alianzas con otras fuerzas políticas
hasta que en 1997 no tuvo más remedio que unirse con un sector del peronismo de
izquierda que había abandonado el partido justicialista cuando Menem impuso los
indultos a fines de 1990. Surgió la alianza UCR-Frepaso que compitió con éxito
con el justicialismo en las elecciones de medio término de 1997 y las
presidenciales de 1999.
Los hechos posteriores
demostraron que a la UCR
y al Frepaso sólo los unió el espanto que les provocaba la figura de Menem. Además,
ambos protagonistas eran conscientes de que únicamente conformando una sola
fuerza política estarían en condiciones de vencer al Gobierno. La Alianza estuvo lejos de
ser un verdadero gobierno de coalición. Eran tantas las diferencias ideológicas
y personales entre De la Rúa
y Álvarez que al poco tiempo se produjo el divorcio que terminó con la eyección
del gobierno del vicepresidente. Meses más tarde la totalidad del Frepaso dejó la Alianza. A partir de entonces-marzo
de 2001-comenzó a gobernar el delarruísmo.
El fracaso de la Alianza dejó numerosas
enseñanzas. No basta con ir en contra de alguien-Menem en este caso-para
garantizar la unidad de la coalición. Fue precisamente esa característica-no
los une el amor sino el espanto-, junto a otros factores de peso, por supuesto,
la que impidió que el primer gobierno de coalición de nuestra historia fuera
exitoso. Hubo entre el presidente y el vice mucha desconfianza, la que hizo
eclosión cuando estalló el escándalo de la Banelco. Álvarez se sintió abandonado por De la Rúa y presentó su renuncia,
decisión que terminó con su carrera política. A la Alianza le faltó una unión
en torno a valores fundamentales y a un programa de gobierno serio y creíble. Llegó
al gobierno gracias al hartazgo de la sociedad luego de una década de menemismo
y a su promesa de respetar la convertibilidad. Pero jamás hubo química entre el
sector de De la Rúa
y el de Álvarez.
Algo similar está sucediendo
en el peronismo de la provincia de Santa Fe. Resulta que, a diferencia de lo
que sucede en otras provincias, el peronismo de la Bota dirimirá sus
candidaturas para las elecciones que se avecinan en una interna. En principio,
no es nada del otro mundo que si no es posible el consenso las diferencias se
diriman en una interna. El problema es que aquí competirán dos verdaderos pesos
pesados: el senador nacional Omar Perotti y la ex vicegobernadora María Eugenia
Bielsa. Lejos quedó el kirchnerismo liderado por el diputado nacional Agustín
Rossi. Hasta hace poco el FPV tenía decidido participar en la interna. Pero
algo pasó para que Rossi decidiera apoyar la candidatura de Perotti. Esta
decisión se adecua a los intereses lectorales de Cristina, muy preocupada en
sellar la unión entre UC y el PJ en la mayor cantidad de provincias posibles,
ya que considera, acertadamente, que es la única manera de vencer.
El problema es que entre el
kirchnerismo y el peronismo que apoya a Perotti hay diferencias ideológicas que
son muy profundas. Para colmo, el senador dio quórum en la sesión que iba a tratar
el desafuero de CFK. ¿Cómo es posible, entonces, que el kirchnerismo haya
tomado la decisión de aliarse con el ex intendente de Rafaela? Es probable que
en esta oportunidad, como en 1997 cuando se constituyó la Alianza , a Rossi y a
Perotti no los una el amor sino el espanto. Deben considerar que juntos vencerán
primero a Bielsa y luego a Antonio Bonfatti,
el candidato del oficialismo.
Evidentemente no tuvieron en
cuenta la experiencia aliancista cuando decidieron luchar juntos en las elecciones
venideras. Ignoraron el sentir y el pensar de las bases, muy enfrentadas. No
tuvieron en cuenta algo fundamental: por un lado, que gran parte de los
votantes kirchneristas se inclinarán por Bielsa, y por el otro, un buen número
de votantes de Perotti, al ver a Rossi a su lado, pueden inclinarse por la
candidatura de Corral, el candidato del Pro. En otras palabras: Rossi y Perotti
tomaron una decisión que ha provocado un enorme revulsivo en los seguidores de
ambos. ¿Cómo es posible que no lo hayan previsto? Porque se trata de dos
dirigentes con sobrada experiencia política. Porque no sería extraño que el
tiro les salga por la culata, es decir que al unirse no hayan hecho más que
favorecer a Bielsa. Es probable que su soberbia no les haya hecho ver que, al
menos en Argentina, cuando se toman este tipo de decisiones sin consultar a las
bases frecuentemente las consecuencias no son las esperadas. Algún peronista
podría decir: así actuaba Juan Perón. Claro que sí, pero sucede que ni Rossi ni
Perotti (y ni Cristina) son Juan Perón.
Comentarios
Publicar un comentario