Enrique Krauze y un explícito apoyo a Macri
Enrique Krauze y un explícito apoyo a Macri
Enrique Krauze: "Me preocupa
cómo se está afectando a las instituciones en México, incluso
destruyéndolas" (*)
Enrique Krauze: "Me preocupa
cómo se está afectando a las instituciones en México, incluso
destruyéndolas" (*)
En
su libro "El pueblo soy yo", publicado en marzo de 2018, unos meses
antes de la elección presidencial mexicana, el escritor Enrique Krauze afirmó que el populismo no es una
ideología sino una forma de poder en la que un líder
carismático consolida un poder personal "al margen de la leyes, las
instituciones y sus libertades".
Distintos
países de América Latina atravesaron en los últimos años por experiencias
populistas que han generado aceptación y ciertos beneficios sociales en un
comienzo, pero luego derivaron en debilitamientos de las democracias y las
instituciones cuando los procesos se volvieron insostenibles en el tiempo y la
economía entró en crisis.
En
diálogo con Infobae México,
Enrique Krauze hizo un análisis sobre los efectos que la llegada de este tipo de líderes ha tenido en
distintos países y de qué manera su ascenso ha sido un
factor de división social.
– ¿Qué podemos decir en este momento de los gobiernos populistas
de América Latina, han decepcionado?
–
Debido a la profundidad de los antecedentes históricos, la decepción de los populismos no es una convicción
compartida en América Latina. El único gobierno realmente populista del siglo XX
fue el argentino. No creo que pueda llamar populista al
gobierno del PRI (Partido Revolucionario Institucional) en México porque no
había un caudillo como Juan Domingo
Perón o Evita sino que había un presidente institucional
cada seis años. El populismo no se
entiende sin el líder carismático, esto es lo que lo define
ante todo y su liga con el pueblo: entre él y el pueblo se establece un vínculo
mágico-místico y desde allí, desde ese podio, de su púlpito, decreta la verdad,
reescribe la historia, moviliza a la gente, polariza a la sociedad, reparte
dinero y disuelve poco a poco las libertades y el orden democrático, pero esto
sólo existió propiamente en este
experimento populista en Argentina, pero, por algún motivo, esto no proliferó
en América Latina. A lo mejor lo que ocurrió es que muy pronto sobrevino la Revolución Cubana ,
que no es propiamente populismo sino una dictadura con muchos elementos del populismo.
Propiamente
populista creo que el primer
régimen que podemos llamarle así es el de Hugo Chávez, que llegó al poder en
1998, que sigue allí, después llegó Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa
(Ecuador), los nuevos periodos de los Kirchner en Argentina. Me
resisto a hablar de Lula (Brasil) como un populista, entonces voy a entrar y
ahora, cabe hablar de López
Obrador y su Cuarta Transformación como un régimen populista.
No ha habido en América Latina una toma de conciencia clara de su
naturaleza y de sus riesgos y es extraño porque el caso de Venezuela, que es
una tragedia histórica humanitaria de proporciones nunca antes vistas en
América Latina, debería de ser una enseñanza definitiva.
-En estos gobiernos, neopopulistas o de caudillos con tintes
dictatoriales, ¿quién es el pueblo?
-Son
los millones de personas que votan
y que creen de buena fe en que el caudillo que encarna la verdad, la razón la
historia y la salvación. Hay un vínculo muchas veces
religioso entre el caudillo y el pueblo. El pueblo es algo muy tangible, el
populista llega al poder por la vía de los votos, así que son ciudadanos que ha decidido creer de manera
absoluta y sin límites en el caudillo en turno. Por
supuesto, el caudillo habla del pueblo como si todo el país fuese ese sector
que puede ser mayoritario, pero que nunca es total, que cree en él, entonces,
el populista divide al país entre el pueblo y el no pueblo. Quienes se oponen son el 'no pueblo' que se vuelven
personas de segunda, o de tercera, o de quinta, o de última. Personas que equivocadas
o de mala fe, críticos que buscan dañar al pueblo. Esta
dicotomía que se dio muy claramente en regímenes totalitarios es con la
polarización que provoca una de las más graves consecuencias del populismo.
-Algo que tienen en común estos gobernantes es que siempre su
discurso es de "manos limpias", de "apertura", de decir que
se está exhibiendo lo que estuvo mal antes de que ellos llegaran. ¿Estamos
hablando de un discurso de transparencia o estamos hablando de un discurso de
aniquilamiento de las opiniones contrarias?
-En
primer lugar hay que decir que muchas
veces llegan al poder por agravios que son reales, por un sentimiento
justificado de indignación y es el caso de México. Es decir, el
votante lleva al cambio radical de gobierno porque la impunidad y la corrupción era intolerable. Entonces,
la bandera con la que llega el gobernante, en este caso, López Obrador en
México, es perfectamente legítima y entendible y no sólo eso, es algo que había
y que aún hay que aplaudir: la voluntad y el deseo de combatir frontalmente la
corrupción, la impunidad. Así que en cuanto a los motivos que han llevado en
México y llevan a otros casos a este cambio radical de régimen y de gobierno, a
mi me parece entendible. Lo que ocurre es que los fines son justificados, pero los medios, los
instrumentos que se emplean muchas veces para llegar a esos fines son
equivocados y más aún, son contraproducentes.
Yo
no dudo que Hugo Chávez haya
tenido una intención genuina de mejorar la vida de los pobres en Venezuela. Lo
hizo por un tiempo muy breve, pero desorganizó
la economía, la política, la sociedad de tal modo que
precipitó él al país, el más rico en petróleo de América Latina y de los más
ricos del mundo, en una crisis inimaginable. Entonces, es un tema de fines y
medios. Los propósitos son admirables. Muchas veces los instrumentos o medios
no son adecuados y son contraproducentes.
-En el caso mexicano, ¿cuáles son las diferencias que ve entre
"El Mesías Tropical" (el título de un ensayo de Krauze sobre López
Obrador) del 2006 y el presidente de 2019?
-Es
un ensayo mío que fue muy leído, pero yo hubiese querido que fuese más leído
que citado por su título. Yo no
insulté a López Obrador, es un ensayo que me llevó mucho tiempo
hacer, es un ensayo que no es un insulto, es un ensayo respetuoso, cuidadoso, una biografía política personal,
psicológica, incluso religiosa, pero que muchas veces, en
esta era del Twitter, con lo que la gente se queda es con el título, 'le dijo
El Mesías Tropical', como es un título que pegó, así se quedó en el ánimo
público, pero yo quisiera que fuera más leído.
En
cuanto a la sustancia de ese artículo, creo que el ensayo sigue
retratando la personalidad única,
compleja y contradictoria muchas veces de nuestro presidente. Contradictoria
porque se dice liberal y no lo es, no puede serlo, porque teniendo ese impulso mesiánico no puede ser liberal. Eso
desemboca de manera natural en el autoritarismo.
Yo
no quito una letra, una palabra de "El Mesías Tropical" y quiero
decirle a usted que yo lo lamento porque creo que la vocación social y la
preocupación de López Obrador por los pobres de México y el deseo de combatir
la corrupción y la injusticia son impulsos absolutamente genuinos y yo lo
reconozco en ese ensayo, pero me
parece que los impulsos de este llamado mesiánico con sus tintes autoritarios
es el que está prevaleciendo. No sabemos qué va a pasar. A
lo mejor, todo este proyecto suyo de la Cuarta Transformación
y de la economía moral y todo lo que ha estado pregonando y haciendo tiene
sentido y refutará a todos sus críticos, incluido a mí. Créame usted, que por
el bien de México, eso es lo que yo desearía.
– ¿Con cuál de los ex presidentes mexicanos relacionaría más a
López Obrador: Benito Juárez, Luis Echeverría o José López Portillo?
-Con
ninguno de ellos. Benito Juárez era un liberal, un republicano liberal, él
puede invocarlo mucho, en ese mismo ensayo (El Mesías Tropical) he demostrado
que no tiene que ver nada con Juárez, Benito Juárez separó la
Iglesia del Estado, la religión de lo cívico y López Obrador
más bien ha regresado a los evangélicos al poder. Echeverría
y López Portillo fueron gobernantes del PRI, entonces eran gobernantes con
políticas económicas populistas, pero no tenían el inmenso atractivo de líder carismático que tiene
López Obrador ni tampoco eran dueños de su partido como
López Obrador sí lo es para todos los efectos prácticos, pienso yo, de Morena
(Movimiento Regeneración Nacional), entonces, ninguna de esas figuras se le
parece. Yo creo que López Obrador
es de verdad una figura única en la historia de México.
A quien se parece en su instinto popular es a Lázaro Cárdenas
(presidente de México 1934-1940), aunque su estilo de gobernar es muy distinto,
Cárdenas era una esfinge le decían, casi no hablaba. La expropiación petrolera
no fue un acto populista, fue un acto de reivindicación nacionalista
perfectamente justificado en su momento.
-En el actual gobierno en México, ¿qué papel juegan las
instituciones?
-Lo
que me preocupa, particularmente,
es cómo se está afectando a las instituciones e incluso, destruyéndolas,
desprestigiándolas y me refiero a instituciones muy
concretas como el Instituto Nacional Electoral (INE), el Coneval (Consejo
Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social), que mide la pobreza, el INAI
(Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y
Protección de Datos Personales), son instituciones muy importantes que hemos hecho en México,
desacreditarlos, minarlos es algo muy preocupante.
Por
otro lado, me preocupa mucho la
actitud frente a la prensa y a la crítica, esta película ya la vimos en el
siglo XX en los regímenes autoritario y totalitarios, primero
desacreditarla, calumniarla, calumniar
a los críticos, lanzar campañas mediáticas contra la prensa y los críticos es
algo radicalmente antidemocrático y muy peligroso porque
del acoso verbal puede seguir la agresión física. No nos sorprendamos si en
México empiezan a ocurrir un número mayor de agresiones físicas a los
periodistas, me parece muy irresponsable atacar a la prensa y a los críticos porque
somos un país donde atacar a la prensa es ya de por sí peligroso debido a los
poderes fácticos y a los grupos criminales, imagínese en qué papel tan endeble
queda.
– ¿Qué papel juegan las instituciones en los gobiernos populistas?
-Un
gobierno populista llega al poder por la vía democrática y cobijado en las
instituciones democráticas en el marco de libertades democráticas y una vez que
llega al poder se propone perpetrarse en él
-Volviendo al tema de América Latina, ¿qué ha pasado a lo largo de
la historia con los gobiernos populistas?
-En
Argentina saben bien que es un misterio. Para todos los que queremos,
estudiamos y admiramos a ese país porque habiendo sido un país
extraordinariamente próspero, una república, y tan luminoso en tantos aspectos,
la cultura por ejemplo, el arte y la literatura, de pronto desesperó de la
democracia y entregó el poder a Juan Domingo Perón y a Evita, y ese legado ha
permanecido a lo largo de más de 70 años, ¿Cómo explicar esa
permanencia?, ¿qué fibra histórica
tocó para persistir y perdurar hasta con avatares posteriores como con los
Kirchner? Yo no lo sé, pero las consecuencias me parece
que son muy malas porque es un
desarreglo de la economía, falta de límites y de estructuras y de
instituciones, una fe mesiánica en los líderes. Y finalmente, una falta de
realidad, que una vez que atrapa a un pueblo es muy difícil deshacerse de él. Yo
creo que entre esa fe mesiánica en los líderes y una falta de realidad. Argentina todavía está luchando contra esa falta de
realidad interna.
No
soy un partidario del neoliberalismo, nunca lo he sido. Yo digo que el Estado
tiene un papel importantísimo. Pero a lo que nos debe orientar es a un régimen socialdemócrata con
elementos de libertad importantes, división de poderes, y con la clara voluntad
de acotar el poder presidencial, sin inmovilizarlo. El
elemento de la justicia es fundamental y la libertad de expresión, pero todo
esto que estoy diciendo es algo que el peronismo desquicia, desvirtúa.
-¿Cuáles son sus previsiones para las próximas elecciones en
Argentina?
-Yo
espero que en las próximas
elecciones los argentinos tengan el valor de ver con claridad su
historia y entiendan que lo que se descompuso durante
tantas décadas, ese concepto que se sumó de una manera tan profunda en su
mentalidad y en sus costumbres políticas y económicas, no puede modificarse en
apenas unos años. Deben darle más
tiempo, deben darle más aire a Macri para que pueda dirigir el barco hacia un
puerto que empiece a parecerse a aquella Argentina de hace un siglo,
que fue un país libre, democrático, republicano, fue la Argentina que nos dio la Reforma Universitaria
del '18, fue la que nos ha dado tantas cosas a América Latina y el mundo.
Pero el camino no es el populismo,
véanse en el espejo de Venezuela, véanse en el espejo de
cinismos, vean y examinen la historia con objetividad, esto no es una
afirmación retórica en favor del neoliberalismo, que, repito, no suscribo, es
simplemente un llamado a la sensatez.
-Hay una palabra que ha estado mencionando constantemente: fe
mesiánica, ¿quién tiene la culpa cuando se cae en esta fe mesiánica, los
gobernantes al ofrecer o la gente al creer?
-Yo
no hablaría de culpa. Es fundamental en quién hay que poner el acento, ¿en el
líder o en el pueblo? el líder carismático o mesiánico en la primera persona en
la que cree es en él mismo, en general los líderes mesiánicos no son cínicos, creen en sí mismos y debido a esa
fe convocan la fe de los demás, entonces yo creo que se
trata en una especie de pacto místico, misterioso entre la gente que cree y el
hombre o persona en la que creen , por qué ocurre ese, vaya usted a saber,
tiene que ver con el miedo a la muerte, la necesidad de trascendencia, de poner
el destino en manos de alguien que pueda salvarlo, con la desesperación, con la
necesidad de la misericordia, es un tema muy profundo. En la religión es un
tema muy apasionante donde deja de ser apasionante es en la política porque los
resultados son siempre desastrosos, siempre que un pueblo ha puesto en un líder
su fe para que lo conduzca por el camino de la salvación, en este mundo el
resultado es desastroso.
(*)
Infobae, 31/7/019.
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