Hablar del
precio del dólar y de dolarización de las carteras de ahorro en las semanas
previas a una elección es un clásico argentino.
Desde hacía semanas el Gobierno venía gozando de la tranquilidad
cambiaria que se consolidó a partir del 29 de abril cuando el Fondo Monetario Internacional lo autorizó a
intervenir en el mercado para evitar brusquedades con el dólar.
Pero a dos semanas de la elección interna (PASO) el candidato a
Presidente del Frente por Todos, Alberto Fernández,
anticipó que si gana favorecerá una suba de la
divisa.
En el Gobierno están convencidos que lo hizo para sumar incertidumbre y que la posible suba
del dólar la pague Mauricio Macri.
En el entorno de Fernández insisten con que el dólar está retrasado y
que ese retraso de sustenta en las elevadas tasas de
interés que el Banco Central paga por las Letras de
Liquidez, la ahora famosas Leliq.
Las Leliq son letras que el Central coloca en los
bancos para sacar pesos del mercado y que éstos, a su vez,
le ofrezcan tasas de interés rentables a
los depositantes de plazo fijo con el fin último de que los ahorristas coloquen
el dinero en pesos y no se vayan a
comprar dólares.
Que las Leliq entren en la discusión de la
campaña electoral era esperable porque pagan una tasa de interés
alta (60,3% anual) y porque el stock de estos títulos ronda los $1,2
billones y devengan intereses por unos
$3.000 millones por día.
Que la tasa de las Leliq es elevada e insostenible en el
mediano plazo forma parte del consenso de los
economistas, pero pensar en una baja abrupta,
o en usar esa plata para mejorar las jubilaciones como arriesgó Fernández,
cae en la lógica de la chicana política sin atender razones técnicas.
Las Leliq son instrumentos monetarios que sirven para mantener a raya al dólar en base a pagarle a
los ahorristas una tasa de interés real superior a la
inflación para que dejen su dinero en pesos.
En promedio, hoy un plazo
fijo ofrece una tasa de 48% anual mayor
a cualquier pronóstico de inflación. Y esos depósitos crecieron un 4,2% en los últimos 30 días
superando al 2,2% de aumento del costo de vida que estiman las consultoras para
julio.
El otro tema es el dólar. En los últimos en dos días,
el mayorista, subió 1,3% cerrando en $43,93 lejos aún del máximo histórico de $45,97 que había tocado el
26 de abril de este año en los días previos a que el Central pudiese intervenir
en el mercado.
Los cálculos técnicos de la consultora EcoGo sostienen que el tipo de cambio bilateral
con Estados Unidos es 45% mayor ahora
que el 16 de diciembre de 2015 que fue el día previo al levantamiento del cepo de Cristina Kirchner.
Medido en número índice el dólar era 1 aquel día y ahora es
1,45, mucho más alto pero inferior al 1,93 que fue el máximo en septiembre del
año pasado cuando la divisa dio un salto de $32 a$40.
El tipo de cambio de hoy, a su vez, resulta superior al 1,17 que
tenía en los momentos previos a la corrida de abril de 2018 y se ubica en los
niveles de principios de 2010.
Despejando los números y después de una suba de 100% el año pasado resulta difícil, en
términos técnicos, hablar de un dólar atrasado pero, eso es evidente, no es lo
que busca Alberto Fernández.
Esa suba de 100% del dólar gatilló la estampida
inflacionaria y, por consiguiente, una caída del orden del 12% en el salario real que fue, a su vez, la base para
una recesión prolongada.
Fue el doloroso 2018, con la carrera de dólar-inflación, el que parecía haber dejado
atrás la idea de que el precio del dólar no tenía
incidencia sobre el costo de vida y que la evolución del
dólar solo le preocupaba a un puñado de especuladores.
La Argentina tiene una economía dólar intensiva y
la escasez estructural de divisas es lo que viene determinando un largo período
de estancamiento.
El país necesita y necesitará divisas. El año que viene las
necesidades totales de la
Argentina rondan US$ 33.000 millones y en la bolsa,
contantes y sonantes, sólo están los US$ 5.900
millones del FMI.
El resto habrá que buscarlo en los mercados. Desde ya que una
parte importante se cubriría con la renovación de deuda interna pero otra parte
será necesario encontrarla en el exterior y para eso será necesario recuperar confianza
y bajar la tasa de riesgo país.
Pero esos temas formarán parte de otra discusión de campaña. Por
ahora el elevado nivel de tasas de las Leliq y el siempre presente precio del
dólar entraron en el andarivel que marca la campaña hasta las PASO del domingo 11 de agosto.
En el caso del dólar un dato a tener en cuenta es que el Banco
Central puso en su pantalla de operaciones cambiarias que cuenta con US$ 3.000
millones para vender en el mercado futuro.
Mostrar poder de fuego para
atender un posible aumento de la demanda es considerada el arma más potente en
materia financiera. Pero nadie sabe si será efectiva para contener los coletazos políticos propios de una
campaña binaria de cara o ceca entre Alberto Fernández-Cristina Kirchner y
Mauricio Macri-Miguel Angel Pichetto.
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