Editorial

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Las PASO arrojaron un resultado que asombró a propios y extraños. No porque hubiera ganado Alberto Fernández sino por la diferencia que le sacó a Mauricio Macri. Sólo Hugo Haime pronosticó una diferencia de 14 puntos a favor del Frente de Todos. El resto de sus colegas cometieron yerros mayúsculos. Algunos llegaron a admitir la posibilidad de un empate técnico. Lo cierto es que la principal fuerza de oposición obtuvo el 47% de los votos mientras que el oficialismo fue apoyado por el 32% del electorado.

Al caer la noche se observaba un ambiente desolador en el bunker de Juntos por el Cambio. Algunos canales de televisión se atrevían a dar porcentajes apelando a los equipos de fútbol preferidos por los principales candidatos. Así nos enteramos que Argentinos Juniors le estaba ganando a Boca. Hasta que llegó la hora de la verdad. El gobierno había asegurado que apenas pasadas las 21 hs. se proyectarían los primeros cómputos correspondientes al 10% de las mesas escrutadas. Cerca de las 22 hs. no había ningún tipo de información. En consecuencia, los rumores comenzaron a expandirse como reguero de pólvora. Se dijo que la empresa encargada del escrutinio había tenido inconvenientes. Fue una vil mentira para ocultar lo que todo el mundo sospechaba: el gobierno no quería dar a conocer los resultados de la elección. De repente hicieron  su aparición en el escenario montado por el oficialismo en Costa Salguero el presidente, la gobernadora de Buenos Aires, el jefe de gobierno de la CABA y otros funcionarios. Con un rostro adusto Macri reconoció que el gobierno había hecho una mala elección. Hubo algunos vítores y luego el escenario quedó vacío. Pero fue por pocos minutos porque para sorpresa de muchos apareció en soledad Elisa Carrió para levantar el ánimo a la tropa. Al rato el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, dio los resultados: la fórmula Fernández-Fernández le había ganado a la fórmula Macri-Pichetto por 15 puntos de diferencia (47% contra 32%). El bunker del oficialismo se convirtió en un cementerio mientras que en el bunker de la oposición todo era algarabía y jolgorio.

Lo que muchos se preguntaban era cómo reaccionaría el dólar al día siguiente. Apenas comenzó la jornada bancaria la divisa de EEUU se disparó de manera alocada llegando a traspasar la barrera de los 60$. Para empeorar el panorama el presidente de la nación no tuvo mejor idea que culpar a quienes no lo habían votado del desastre cambiario que estaba teniendo lugar. Acompañado por Pichetto y delante de muchos periodistas acreditados en Casa de Gobierno Macri se mostró tal como es: un patrón de estancia que no tolera perder. Si con posterioridad a semejante papelón se hubiera medido la intención de voto del presidente seguramente hubiera descendido varios puntos respecto al 32% obtenido en las PASO. Como bien señala Jorge Alemán en la edición de hoy de Página/12 Macri se destituyó como presidente.

Durante el martes el dólar siguió subiendo, al igual que el riesgo país. Mientras tanto Jair Bolsonaro alertaba sobre el peligro que significaría el retorno de la izquierda en Argentina. Macri tardó 48 horas en reaccionar. En la mañana del miércoles grabó un mensaje conciliador y respetuoso. Se disculpó ante la opinión pública por sus dichos del lunes y anunció una serie de medidas tendientes a reactivar el consumo. Como lo sostienen varios economistas se trató de puro marketing electoral para tratar de revertir lo que todo el mundo sabe: que su suerte electoral está echada. Apenas concluyó su mensaje el dólar continuó con su tendencia alcista al igual que el riesgo país. “Los mercados” había dejado de creerle al presidente.

Era evidente que la única forma de calmar a las fieras era si se producía algún tipo de contacto entre el presidente y Alberto Fernández. Afortunadamente primó la racionalidad y ambos rivales charlaron por varios minutos. Ese solo hecho y algunas reflexiones de Fernández en materia económica fueron suficientes para calmar a la fiera. Hoy el dólar cayó un poco, al igual que el riesgo país. Mientras tanto, el presidente se reunió con su gabinete ampliado para convencer a sus miembros que la pelea no está perdida.



He aquí los principales hechos políticos que sacudieron a la opinión pública a partir del domingo. Un resultado electoral tan sorpresivo como catastrófico para el gobierno modificó radicalmente el escenario electoral de aquí a octubre. La Argentina de hoy no es la misma que la Argentina del domingo a la mañana. Es tan profunda la crisis que el 27 de octubre queda demasiado lejos. Macri aparentemente está dispuesto a dar batalla. Ni se le cruza por la cabeza, al menos por ahora, adelantar los comicios. Por su parte, Alberto Fernández no se cansa de reiterar que él es solo el candidato a presidente por el Frente de Todos y que aún no ganó nada. Inteligente estrategia para evitar caer en la trampa tendida por Macri, consistente en hacerlo co-responsable de la devaluación que está azotando al pueblo.

Alguien dijo alguna veza que la única verdad es la realidad. Y la verdad es que los 15 puntos que Alberto Fernández le sacó al presidente son indescontables. Lo demás es, como hubiera dicho el viejo caudillo Saadi, “pura cháchara”.

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