Cartas de lectores no publicadas por La Capital de Rosario

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Cristina y el preámbulo (19/5/08)


En el preámbulo de nuestra constitución quedó fijado para siempre el deseo de los representantes de la Nación Argentina de “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad” para todos aquellos (nacionales y foráneos) que deseen vivir en suelo patrio. El preámbulo es una síntesis perfecta de la concepción de la democracia como filosofía de vida sustentada en la consideración del hombre como persona. En la tarde de asunción de Néstor Kirchner como jefe del peronismo la presidenta Cristina Fernández pronunció un discurso que hubiera llenado de orgullo a los próceres de 1853. Luego de destacar el gran desafío que significa para el pueblo la convocatoria a la concentración plural, Cristina hizo un llamamiento a la unidad nacional, a la concordia argentina, a la configuración de una convivencia social basada en el diálogo y el respeto mutuo. En estas horas plagadas de crispación e intolerancia, cuando la acción directa y la fuerza bruta parecen ser el único medio para ejercer la política, las palabras de Cristina se asemejan a un poderoso antibiótico tendiente a bajar la temperatura social reinante. En estos momentos, cuando el grito desaforado parece ser el único mensaje válido, el mensaje de Cristina hizo recordar a los argentinos que, pese a sus deficiencias, la democracia republicana es el único régimen político que garantiza la vigencia de los valores consagrados en el preámbulo. En definitiva, el pasado 14 de mayo fue el día en que Cristina supo estar a la altura de los acontecimientos.


El retorno de la barbarie (26/5/08)

El imponente acto de apoyo al campo celebrado en el Monumento Nacional a la bandera el 25 de mayo de 2008 pasará, qué duda cabe, a la historia. Una multitud que se extendió desde el borde de la barranca hasta la entrada misma del órgano legislativo local vitoreó hasta el hartazgo los discursos pronunciados por los jefes de las cuatro entidades agropecuarias y por el nuevo astro de la política vernácula, el carismático dirigente de la Federación Agraria de la provincia de Entre Ríos. Hipnotizados por unas masas embriagadas de bronca y sed de venganza, los dirigentes del agro desplegaron una pirotecnia verbal que asombró por su desprecio por la democracia republicana. No se cansaron de enfatizar la “obligación” que tiene Cristina de solucionar ya mismo los problemas que aquejan al campo porque, de no hacerlo, la vuelta a las rutas es inevitable. Como no podía ser de otro modo una multitud de aplausos y vítores tronaban en señal de aprobación. Por si todo ello no hubiera resultado suficiente la televisión dio a conocer por la noche a la opinión pública unas terribles declaraciones a “Perfil” del presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, sobre la probabilidad cierta de que en un futuro cercano, podría estallar la violencia si el conflicto no se solucionaba. El majestuoso escenario del monumento patrio, el parque contiguo y el imponente Paraná, sirvieron de ámbito para que la barbarie se hiciera presente, para que el espíritu antidemocrático anidado en el espíritu de muchos argentinos se expresara a viva voz con total y absoluta impunidad, para que la ley de la jungla dijera presente con soberbia y altanería.



La invasión a Irak (29/5/08)

Scott McClellan, ex vocero de la Casa Blanca y ex miembro del círculo íntimo de George W. Bush, acaba de acusar públicamente al gobierno republicano, especialmente al vicepresidente Dick Cheney y a los estrategos Karl Love y Lewis Libby, de mentir al pueblo estadounidense, de manipularlo groseramente, sobre la invasión a Irak en marzo de 2003. Además, reconoció que la guerra fue (y sigue siendo) innecesaria. No puede causar más que beneplácito las graves acusaciones de McClellan. La destrucción de las Torres Gemelas conmocionó al mundo. Inmediatamente George W. Bush culpó del ataque a la organización extremista liderada por Osama Bin Laden y acusó al gobierno de Saddam Hussein de tener vínculos con al Qaeda y de poseer un arsenal químico capaz de destruir la humanidad. Enarbolando, a manera de justificación ideológica, la doctrina de la guerra preventiva el mesiánico presidente republicano lanzó un repulsivo ataque sobre una sociedad portadora de una cultura milenaria. Con la complicidad de numerosos países, en especial Gran Bretaña, la república imperial hizo de Irak una tierra dominada por la violencia sectaria y el resentimiento. Sin embargo, hasta hoy no quedó probada la conexión Hussein-Bin Laden y no pudieron ser hallados los arsenales químicos. El único “éxito bélico” de la república imperial ha sido el asesinato sistemático de centenares de miles de iraquíes inocentes. Ojalá que el próximo presidente norteamericano, el demócrata Barack Obama, retire las tropas de Irak y haga lo imposible para permitir el juzgamiento de George W. Bush por delitos de lesa humanidad.



El imperio de la desmesura (14/7/08)

La desmesura se ha apoderado de los argentinos. Pareciera que el respeto por el adversario, la tolerancia por quien piensa diferente, no tuvieran cabida en este patético 2008. El 5 de julio, inmediatamente después de la votación en Diputados, Alfredo de Angelis (el dirigente agropecuario con más carisma del país) reconoció que había vivido el debate con amargura y sentenció que los legisladores kirchneristas habían sido unos obsecuentes. El 8, al presentar en sociedad a la “nueva CGT” Luis Barrionuevo cuestionó a Cristina por rodearse de “ministros zánganos y obsecuentes”. Ese mismo día, el ex gobernador cordobés José Manuel de la Sota utilizó la sede del Movimiento Productivo Argentino para denunciar la naturaleza stalinista de la conducción kirchnerista del peronismo. El 11, mientras la vivienda que posee en Río Cuarto el legislador kirchnerista Alberto Cantero era manchada con pintura, un estudiante secundario increpó duramente a Eduardo Buzzi durante una conferencia de prensa en la sede central de la Federación Agraria, acusándolo de haber traicionado los derechos humanos. Y el 12, el ex presidente Kirchner, en compañía de importantes intelectuales progresistas reunidos en la Biblioteca Nacional, denunció la existencia de un plan desestabilizador contra Cristina orquestado por el menemismo y la cúpula agraria, de la que dijo que constituía la “junta de desenlace”, en clara alusión a los comandantes de la dictadura militar. Resulta por demás evidente que en este clima de crispación y rencor, donde lo único que importa es ganar a cualquier precio, la democracia republicana es imposible.

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