La columna política de Eduardo Aulicino
El fraude en Venezuela acelera
definiciones en la región: el papel
de Milei, el juego de Lula y el
denso silencio K
El fraude y la
siguiente escalada represiva del régimen de Venezuela tensa en estas horas toda
la política en la región. Javier Milei se movió con rapidez y
quedó en la primera línea de la condena frontal a la operación
montada por Nicolás Maduro. En cambio, Lula da Silva parece
decidido a agotar gestiones con guiño de Washington y sin
quebrar todas las líneas con Caracas, además de atender a su frente
interno. Con todo, hay algo más o menos en común: el reclamo de una revisión
verificable de la elección, con publicación de todas las actas del comicio.
Es también la posición más difundida en la política local, salvo el
kirchnerismo que mantiene un denso y penoso silencio.
En el caso de
El Gobierno
argentino condenó el fraude sin vueltas y calificó a Maduro como dictador.
Desde esa posición, dio una señal en distintas direcciones. En el plano
externo, se movió en línea con otros ocho países latinoamericanos al
reclamar la revisión completa de las actas electorales. En ese grupo se
anotaron dos socios del Mercosur: Uruguay y Paraguay. Hacia el interior -es
decir, la política local- marcó un punto que descolocó básicamente
al peronismo/kirchnerismo. No se ve espacio para confrontar en este punto con
Lula intenta un
ejercicio diplomático que lo reafirme como figura central de la región,
por el peso propio de Brasil y por repetido objetivo
personal. Su partido, el PT, avaló la “reelección” de Maduro. Y él mismo
cuidó los términos -habló incluso de “proceso normal”-, pero lo hizo demandando
como piso necesario de salida una exposición de todos los resultados,
frente la escandalosa y burda puesta en escena del régimen venezolano. El
presidente brasileño tal vez esté recreando viejas fórmulas para ocupar
el lugar del equilibrio en la mirada de Washington. En alguna etapa, fue
foco disimulado de recelos con las gestiones kirchneristas.
El envío a
Caracas de Celso Amorim, ex canciller brasileño y principal asesor
presidencial en esta materia, jugó en el mismo sentido. También hubo contactos
reservados con México y Colombia. Y la conversación telefónica de cerca de
media hora con Joe Biden fue el otro capítulo central. Existen
matices, por supuesto.
Estados Unidos señaló primero la existencia de “señales claras” que hablan de un proceso fraudulento -más dura fue después Kamala Harris, que además condenó la represión- y luego coincidió con su interlocutor en el reclamo al gobierno venezolano para que publique de inmediato y de manera transparente los resultados de la elección. El Presidente brasileño ratificó el pedido, pero no insinuó siquiera irregularidades, aunque eso asoma como implícito de tal demanda.
Ese es el punto.
Por ahora, Maduro no muestra nada parecido a un gesto en esa dirección.
Por el contrario, el discurso de denuncia de una conspiración golpista -y la
amenaza sobre María Corina Machado y Edmundo González
Urrutia- va de la mano con la represión abierta y paramilitar.
Se agregan otras
dos cuestiones. La primera: más del 70 por ciento de las actas fue difundida
por la oposición -exponen una aplastante derrota de Maduro- y si fueran
publicadas oficialmente, podrían ser confrontadas. La segunda, en
forma de pregunta obvia: qué grado de credibilidad tendrían luego
de varios días sin exhibir comprobante alguno del comicio si intentan ratificar
el anuncio del domingo a la noche. Las referencias de aquellas horas a un
supuesto hackeo podrían volver al discurso oficial.
Existe otro dato
que en general pasó inadvertido, salvo para experimentados observadores locales
del proceso venezolano. En la misma línea de las demandas sobre la publicación
de datos comprobables se anotó un pronunciamiento que sin dudas tiene
conexión externa significativa: el episcopado venezolano reclamó
un proceso de “verificación” de las actas en el que “participen activa y
plenamente todos los actores políticos implicados”.
Frente a ese
cuadro interno y externo, entre la denuncia de fraude y el reclamo amplio sobre
transparencia para el recuento de votos, Maduro expone una escalada
para mantenerse blindado internamente. Lo expresan también los otros jefes
de peso en la estructura política y militar del régimen: Diosdado
Cabello y Vladimir Padrino López. Así, el común denominador de las demandas
a Caracas -con matices- alimenta el interrogante sobre una salida
medianamente contenida.
Milei se movió de
manera frontal también para afirmar un lugar en el tablero de la región.
Maduro lo buscó para confrontar ruidosamente, algo de suma cero frente
a su público, sin ganancia en el plano externo y con una
cuota de “incomodidad” -el término suave que circula en medios
peronistas- para el kirchnerismo.
Pero además del
discurso duro, Milei buscó correspondencia con otros presidentes.
La referida firma de un planteo junto a ocho mandatarios tuvo impacto directo
antes de que fueran visibles movimientos como el de Lula. Y además, decidió
tener participación activa, con presencia de Diana
Mondino, en la reunión extraordinaria de
Ese contexto
internacional de reclamos -con matices- para que se respete el voto y,
sobre todo, la realidad dramática en las calles de Venezuela hacen
más densos y notables los silencios locales. No se trata sólo
de construcciones más o menos ideológicas, sino además de viejas
relaciones, un entramado de intereses compartidos. CFK difundió que
dará en México una conferencia sobre realidad política y electoral de América
Latina. Será el sábado que viene. Falta mucho.
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