La columna política de Joaquín Morales Solá
MILEI O EL
CONFLICTO PERMANENTE
Fuente:
(*) Identidad
Correntina
3/7/024
Era
imposible de imaginar, pero la
política suele sustituir lo previsible por lo inesperado.
Sucedió que Javier
Milei coincidió, en uno de sus últimos arrebatos verbales, con
Evo Morales, el auténtico líder de la izquierda boliviana y uno de los más
fieles militantes de la progresía latinoamericana. Veamos. Esto dijo Evo
Morales el domingo pasado sobre el supuesto golpe de Estado contra el
presidente de Bolivia, Luis Arce,
quien fue su delfín y ahora es su enemigo: “Yo pensaba que era un golpe, pero
ahora parece que fue un autogolpe. Lucho [Arce] le faltó el respeto a la
verdad, nos engañó. No sólo al pueblo boliviano, sino al mundo entero”, se
despachó Evo Morales. Al día siguiente, en Buenos Aires, Milei enfatizó: “Lo
del golpe en Bolivia fue un fraude montado”. Evo Morales es boliviano y Arce
fue su funcionario cuando aquel era presidente. Son comparables las posiciones,
pero no el derecho que cada uno de ellos tiene de opinar sobre lo que, en
efecto, siempre pareció un autogolpe. El golpe contra Arce nunca fue creíble.
Hay que reconocerlo. Evo Morales está en condiciones de denunciar un autogolpe
en su país; Milei es el presidente en funciones de otro país, vecino de
Bolivia, y no puede (no debe, más bien) meterse en cuestiones internas
bolivianas. Nadie lo convocó para diagnosticar qué sucedió en Bolivia cuando
Arce denunció que un extraño jefe militar quiso, sin suerte, derrocarlo. El
principio internacional del respeto a los asuntos internos de los países no
dejó de existir, salvo en los casos en los que se violan los derechos humanos o
los gobiernos optan por someter a sus ciudadanos a un régimen insoportablemente
autoritario. La alusión rupturista
de Milei al gobierno boliviano es el más inexplicable de todos los exabruptos
presidenciales de las últimas horas. Los líderes bolivianos no
se metieron nunca en el reciente proceso electoral argentino, ni calificaron o
descalificaron a Milei.
En ese
mismo momento, Milei volvió a referirse ofensivamente contra el presidente de
Brasil, Lula da Silva, a quien calificó de “zurdito con el ego inflado”. En
esas mismas horas anunciaba que iría a Brasil, pero a un acto del expresidente
brasileño Jair Bolsonaro,
el peor enemigo político y electoral de Lula. Otra vez Milei se metía a los
empujones en asuntos internos de otro país. En el caso de Brasil, es cierto que
Lula participó activamente de la última campaña electoral para favorecer al
candidato oficialista Sergio Massa,
como lo había hecho en
Nadie sabe
por qué los mercados están perdiendo la paciencia con Milei, sobre todo cuando
se observa cómo se mueven hacia una mala dirección el dólar, los bonos y el
riesgo país. El riesgo país pasó en poco más de dos meses de 1170 puntos a más
de 1500. Pueden haber influido algunas decisiones financieras y la postergación
de la salida del cepo al dólar,
aceptada públicamente por el ministro de Economía, Luis Caputo. Pero también
contribuyeron, sin duda, los constantes berrinches del Presidente. El más
notable, para la economía, es el que lo enfrentó con el director del Hemisferio
Occidental del Fondo Monetario, el chileno Rodrigo Valdés, a quien aludió claramente, sin
nombrarlo, como izquierdista y simpatizante del Foro de San Pablo, un encuentro
de la izquierda mundial para crear una alternativa al Foro de Davos. La mayoría
de los gobiernos argentinos, salvo los de Menem, De
Con
todo, el periodismo es el blanco
predilecto de Milei. El jueves pasado, atacó, hasta con un chat falso, a Fopea, una organización que agrupa a
decena de periodistas de todo el país. “Fopea es una vergüenza”, se despachó el
Presidente. Fopea había cuestionado que el Gobierno quisiera resucitar una
decisión de la administración militar de 1945, según la cual los periodistas
debían matricularse
obligatoriamente en oficinas del Gobierno y obtener un
carnet. Esa obligatoriedad fue considerada en tribunales internacionales como
un “una restricción ilegítima del derecho universal a la libertad de
expresión”. Un día después, Milei volvió a criticar a la periodista María Laura Santillán porque no
le gustó la presentación de un gráfico en el programa de ella en LN+. El
martes, el Presidente tuiteó y retuiteó mensajes de críticas a cuatro
periodista que habían estado cubriendo en Estados Unidos
Vale la
pena preguntarse por qué Milei
eligió la confrontación permanente como forma de gobierno. Una
respuesta posible es que ese estilo le da buenos índices de rating en la
televisión. Cuidado. Le ocurría lo
mismo a Cristina Kirchner hasta que esta se convirtió en
veneno para la audiencia televisiva. Es probable también que el Presidente haya
elegido estos días enfrentarse con presidentes de otros países y con
periodistas argentinos para que
estemos hablando de eso y no de la peligrosa impaciencia de los mercados.
Pero es cierto también que el Presidente es desconfiado hasta la soledad. Como
dice alguien que lo frecuentó durante muchos años, es un hombre que no puede
vivir en paz ni enhebrar una relación normal con las personas. “Sumisión o
pelea”, son las opciones que el Presidente da a elegir a cualquier protagonista
de la vida pública. Bolsonaro cometió los mismos errores en Brasil y el
resultado fue el regreso de Lula al poder. El círculo más cercano del
Presidente debería advertirle que por el camino que va podría estar
pavimentando el regreso del kirchnerismo. En los Estados Unidos, muchos
norteamericanos le reprochan ahora al Partido Demócrata que no le haya dicho a
tiempo a Joe Biden que
no está en condiciones de enfrentar una reelección y, mucho menos, un segundo
mandato en
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