El panorama político de Ignacio Zuleta
Doble PASO bonaerense, Milei en el espejo de Macri y el golpe más duro para Cristina -
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
8/9/025
Dos
a duelo con poder prestado
Los números de la elección de este domingo fuerzan a
los protagonistas a una revisión de rutinas, prejuicios y habilidades para
mejorar su desempeño en las elecciones del 26 de octubre.
Buenos Aires es una provincia con la representación
política alienada por la falta de vecindad entre los 17.523.996 habitantes que
no han encontrado, desde hace 25 años, un vecino que asuma la gobernación. Los
han tenido que importar desde
Estas elecciones hicieron descansar la puja en el
nivel territorial, que es donde viven los ciudadanos. Para el peronismo era el
peor escenario, ya que perdió 6 de las 9 elecciones parlamentarias de los
últimos 42 años. Aun así, logró fragmentar a la oposición que pulverizó la
capacidad de representación del no peronismo.
Esas disfunciones del sistema político se
complementaron con la naturaleza vicaria de los contendientes. Milei y Kicillof
son mandatarios delegados de dirigentes que no han podido presentarse a
elecciones por sus bajas marcas de desprestigio.
Huecos de poder, exánimes ante la soledad y el
aislamiento, les resulta difícil abordar con solvencia un futuro que exige a
los gobiernos gestión, legitimidad y capacidad de crear certidumbre. Esa
debilidad, de paso sanea el sistema al debilitar la fuerza de esa manipulación
que es la polarización. El ciclo que viene es el de las terceras fuerzas.
Doble PASO, hacia adentro y hacia afuera
Las elecciones en Buenos Aires han actuado como una
gran PASO, en el sentido de una encuesta masiva para el enfrentamiento final
entre el peronismo y el no peronismo. Doble, porque resuelven posiciones hacia
adentro de las dos fuerzas en las que se sindica la mayoría del electorado.
El peronismo logró validar la unidad entre las tribus
para ir juntos a las urnas. El no peronismo se pulverizó y hay que leer el
resultado a la luz de estas divisiones.
Hay distritos, como
Esa novedad en estas elecciones demostró que el cisma
interno del PJ los debilitaba. A Cristina la hizo víctima de la desobediencia
del gobernador, algo que ya había sufrido en 2015 con la rebeldía de Florencio
Randazzo, que condujo al peronismo a la derrota en las presidenciales.
Esa derrota fue producto de
Triunfo de los intendentes
La debilidad también afectó a Kicillof, que fue a las
elecciones sin el respaldo partidario, salvo el de los intendentes, que
promovieron la táctica del desdoblamiento que le permitió al peronismo
enfrentar con sus recursos a una eventual alianza entre sus adversarios del PRO
y
Esto hubiera ocurrido si
Un escándalo histórico para el partido del distrito
donde nacieron
Un distrito sin vecindad
La provincia de Buenos Aires agrega una enfermedad
institucional crónica: la naturaleza artificial de su organización territorial.
El desacople de las fechas electorales es un paso hacia la autonomía
institucional. Estas elecciones alzaron a los intendentes como protagonistas en
una contienda por el control de los concejos deliberantes, que son la sede del
poder real.
Poner a las comunas en el centro del debate, sin
embargo, expone otras inconsistencias, como la falta de autonomía de los
municipios y su gran tamaño, que a menudo impide la "vecindad",
fuente del sistema político. La falta de vecindad es tal que, desde hace
décadas, la provincia de Buenos Aires no ha podido poner a un bonaerense como
gobernador.
Después de las gestiones de Alejandro Armendáriz,
Antonio Cafiero y Eduardo Duhalde, todos los gobernadores vivieron en
Según el constitucionalista Antonio María Hernández,
la provincia de Buenos Aires es la que tiene más atraso institucional en
materia de autonomía municipal y no cumple con el mandato de construir vida
municipal.
Sin autonomía no hay carrera política
La reforma pendiente debe avanzar en la creación de
una mayor cantidad de municipios, donde la vida vecinal y la diversidad
antropológica estén contenidas. Sin autonomía municipal, no hay sistema
republicano ni carrera política posible. Por eso hay que traerlos de afuera o
bajarlos de la pantalla de TV.
Presidentes como Alfonsín y Duhalde nacieron a la vida
pública como concejales de sus pueblos y recorrieron el cursus honorum hasta
gobernar el país. No surgieron de estudios de publicidad o de gabinetes de
marketing que los hicieron descender a los altos cargos que ocuparon desde un
“paracaídas”.
La reforma constitucional de 1994 le dio a
Buenos Aires debería tener 1.000 municipios
Acentuar la autonomía y crear vecindad entre los
ciudadanos requeriría que la provincia de Buenos Aires tuviera muchos más
municipios con menos habitantes y con más vecindad.
Provincias como Córdoba y Santa Fe, que tienen una
institucionalidad más avanzada, tienen muchos más municipios que Buenos Aires.
Buenos Aires tiene 135, mientras que Córdoba tiene 427 y Santa Fe 365.
Según Hernández, por la cantidad de habitantes, Buenos
Aires debería tener, al menos, 1.000 municipios. El extremo que señala como
intolerable es que el partido de
"Hay que acabar con el municipio-partido",
afirma, en referencia a que la existencia de un partido con un poder tan
concentrado impide la vida política autónoma. Serían más municipios, divididos
por su dimensión demográfica.
Un buen régimen municipal debe basarse en la
diversidad y la asimetría que enriquezca las relaciones entre las personas,
para cumplir con la finalidad de asegurar el interés público del conjunto, algo
que es inabordable en municipios de 1.841.247 habitantes como
Este municipio contiene al menos 15 conglomerados que
podrían tener autonomía municipal. Serían más municipios, divididos por su
dimensión demográfica. Una reforma constitucional en
Es la provincia más grande y no ha podido liderar al
resto en un proceso colectivo. Córdoba, la segunda en tamaño del país, tiene un
diseño institucional que la ha convertido en líder de la liga de gobernadores
en varios procesos. Se animó a pagar la reforma y a resolver la alineación del
sistema municipal.
Faltan líderes
El resultado, desde cualquier ángulo que se lo
analice, pone al desnudo la provisoriedad de los dos mandatarios que se
apoderaron de la polarización, Milei y Kicillof, a quienes une la misma
fragilidad política: los dos ejercen magistraturas como vicarios de padrinos
que eludieron la competencia por el desprestigio que tienen en la sociedad.
Kicillof fue puesto por Cristina de Kirchner como
gobernador, al amparo del verticalismo del PJ. También el “dedazo” puso a Milei
donde está. Perteneció al peronismo bonaerense primero en el espacio sciolista
(2015); después lo promovió Sergio Massa en 2023, en una jugada para dividir a
Juntos por el Cambio.
Milei gobierna con funcionarios y programas de esta
fuerza que recogió del suelo, cuando los candidatos que respaldó Mauricio Macri
se quedaron fuera del balotaje. En este sentido, Milei y Kicillof están unidos
en esa debilidad de quienes no han construido poder propio, una de las
condiciones para convertir a un dirigente en un líder político.
Ninguno de los dos es líder; son residuos del
desprestigio del peronismo que no pudo poner en carrera a Cristina de Kirchner,
herida en su prestigio por la sucesión de causas judiciales que la llevaron a
una condena, sumado al de Mauricio Macri, que también designó candidaturas al
verse con las máximas marcas de desprestigio como dirigente.
Es la razón por la cual ni Kicillof ni Milei son
líderes del sector al que le reclaman el voto. Mandan sobre una tribu de
seguidores, pero no pueden contener a su contradicción interna. Un líder
conduce al conjunto de los fieles, pero también conduce a su contradicción
interna.
Riesgo país + Abstención
Los números de las elecciones del domingo, el
resultado y el porcentaje de asistencia a las urnas, son la métrica de la
debilidad y hay que cruzarlos con el riesgo país, que escaló a los 900 puntos a
medida que avanzó la campaña electoral.
Es el resultado de la incertidumbre sobre el futuro
que sienten los. El Gobierno inventó el riesgo "kuka" como su
adversario final. Ese riesgo era en 2019 uno de los cuatro que identificó Macri
como motivo de su fracaso. Los otros tres eran: el fly to quality de los fondos
de países emergentes hacia la tasa alta que prometía Trump, la sequía y la
causa cuadernos.
Milei solo identifica el riesgo "kuka".
Admitirlo es reconocer la incapacidad de hacer política, porque vencer al
adversario es la primera misión del político. Podría Macri no haber tenido
sequía ni fuga de capitales a mercados financieros más rentables, o una causa
cuadernos, pero debía vencer al peronismo kirchnerista. No lo logró en 2019.
El mismo drama tiene hoy Milei, que es otro mandatario
de minoría, puesto por otros y que no construyó poder de abajo hacia arriba.
Descendió sobre el trono en un paracaídas de oro.
El sistema republicano se basa en la construcción de poder
desde la base de la sociedad, lo que lo diferencia de la tradición monárquica,
que transmite poder desde la cúpula hacia abajo. Milei y Kicillof no llegaron a
sus cargos por una construcción de poder con herramientas propias.
Una derrota para Cristina
El desdoblamiento es el golpe político más serio que
ha sufrido Cristina en su carrera. Kicillof, apoyado por los intendentes, una
etnia en la que el kirchnerismo nunca confió promovió el argumento de que el
talón de Aquiles en la provincia de Buenos Aires fueron siempre las elecciones
legislativas, de las cuales perdió 6 sobre un total de 9 que se hicieron desde
1983.
Aun en el momento de mayor fuerza de sus candidatos,
perdió con la oposición. Hay cuatro ejemplos para demostrar que las
legislativas han sido el "cementerio de elefantes" de las estrellas
del peronismo en Buenos Aires:
En 1985, Antonio Cafiero, en su mejor momento, perdió
con el radical Ernesto Figueras por 41,46% a 26,98%. En 1997, Hilda
"Chiche" Duhalde, en el mejor momento de su marido, perdió con
Graciela Fernández Meijide por 48,28% a 41,4%. En esa oportunidad, le preguntó
un periodista a Chiche: “¿Hay una madre o un padre de la derrota?”. “Un padre”,
respondió conyugalmente Chiche.
En 2009, Néstor Kirchner (acompañado de Daniel Scioli
y Massa en un "dream team") perdió con Francisco de Narváez por
34,68% a 32,7%. En 2017, Cristina Fernández de Kirchner, jefa del peronismo,
perdió con Esteban Bullrich por 41,35% a 37,3%.
El peronismo hizo las mejores elecciones de medio
término en Buenos Aires después del fracaso del radicalismo en la gestión
económica: después de Alfonsín en 1991, y después de De
Cristina, necesitada de una victoria que la
reivindicara, se mantuvo antes del desacople como candidata a diputada
nacional, y después de la separación de fechas como candidata provincial en la
3ª sección electoral. La confirmación de la condena la dejó fuera de juego.
Nunca nadie perdió tanto ante tan poco.

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