La opinión de Gustavo González
La rebelión de los mandriles
Fuente: Noticias
(*) Notiar.com.ar
8/9/025
En medio de una economía real que profundiza la
crisis, un mercado financiero que transmite incertidumbre y la aparición de la
corrupción gubernamental como una de las principales preocupaciones de la
sociedad, el 66% de los bonaerenses le dio la espalda al Gobierno.
Es el porcentaje que, según la mirada de Javier Milei,
no formaría parte de “la gente de bien”. Serán mandriles, kukas, ratas, ñoños
republicanos, liliputienses, zurdos h.d.p, enviados del Maligno o personas con
baja capacidad intelectual, según las descalificaciones habituales del
Presidente con quienes “no la ven”. Que este domingo fueron cinco millones de
habitantes de la mayor provincia del país.
Elecciones plebiscitarias
El Gobierno viene planteando cada elección provincial
como si se tratara de un plebiscito a favor o en contra del modelo libertario.
Y tiene razón en presentarlo así: con un presidente como él es muy difícil
mostrarse neutral o supeditar el voto a la situación específica de cada
distrito.
Como los Kirchner antes, Milei presenta la realidad en
blanco y negro, se está con él o se está en su contra. En ese sentido, la
lógica de elecciones plebiscitarias que plantea es absolutamente razonable.
Lo cierto es que el último resultado plebiscitario a
nivel nacional fue el de noviembre de 2023 y
Es que en todas las elecciones “plebiscitarias” del
año, LLA siempre obtuvo un porcentaje significativamente menor de votos que
hace dos años. Hasta hoy, sumadas las bancas en juego en todos los distritos en
donde hubo comicios, el oficialismo consiguió alrededor del 25% de las bancas.
En mayo, en las elecciones porteñas, el vocero presidencial ganó con el 30%. En
los pasados comicios en la provincia de Corrientes, el candidato de Milei salió
cuarto, con apenas el 9,5% de los votos.
En las elecciones de este domingo, los candidatos bonaerenses
plebiscitados por el Presidente obtuvieron menos del 34% de los sufragios.
Trece puntos por debajo del 47% conseguido por los malditos candidatos
peronistas. La estrategia comunicacional del oficialismo (kirchnerismo o
peronismo “Nunca más”), no dio resultado.
La provincia no se pintó de violeta libertaria como
prometió Milei y ese 34% quedó lejos de aquel 56% a nivel nacional del balotaje
presidencial o del 51% que en 2023 hubieran sumado los candidatos de las
fuerzas que hoy compiten unidas (LLA con Carolina Píparo y el macrismo con
Néstor Grindetti).
De esta forma, todos los resultados de las elecciones
celebradas hasta el momento ponen en tela de juicio la afirmación del jefe de
Estado de encabezar “el mejor Gobierno de la historia argentina”. Al menos, no
es lo que la sociedad está sintiendo.
El voto de la economía real
La mayoría de los indicadores de la economía dan peor
que los que había en 2023, durante “el peor gobierno de la historia argentina”,
según cataloga Milei a la administración anterior. Los datos que se fueron
conociendo en los últimos días confirman esta tendencia. Las estimaciones que
releva el Banco Central muestran un nulo crecimiento de la actividad económica
durante el segundo trimestre del año y pronostican una baja del 0,3% para el
tercer trimestre. La misma fuente considera un crecimiento del PBI del 4% para
todo el año, con la salvedad de que tres de esos cuatro puntos son considerados
arrastre estadístico de los meses finales de 2024.
Las actuales tasas bancarias del 80% no pronostican
que, en lo que queda de 2025, la actividad vaya a recuperarse. Ni el campo
parece a salvo de la situación: en agosto, el patentamiento de la maquinaria
agrícola se derrumbó un 45% con respecto a un año atrás.
En la provincia de Buenos Aires, la semana pasada se
conoció que, con una baja de 1,6%, agosto fue el tercer mes consecutivo de
caída de la actividad económica.
Economistas antes cercanos a los lineamientos del
Gobierno, como Domingo Cavallo, Miguel Ángel Broda y Carlos Rodríguez, vienen
marcando sus profundas diferencias con el rumbo del modelo.
Promesas y realidades
En esta votación plebiscitaria planteada por el
Gobierno también jugó una incertidumbre financiera que en abril, con la salida
parcial del cepo, no existía. En aquel entonces, Milei sostenía que el dólar
bajaría a menos de $900 y Toto Caputo provocaba con su ya célebre “¡Comprá, no
te la pierdas, campeón!”. El dólar ahora ronda los $1.400 y el Gobierno debió
salir a vender US$ 450 millones para impedir que subiera más.
Desde que Milei, Caputo y su equipo económico gritaban
exultantes en el programa de Alejandro Fantino “¡el dólar flotaaaa, el dólar
flotaaaa!”, pasó poco más de un mes. Y el dólar no flota, no libremente.
En términos económicos, Milei asumió con algunas
consignas claras: baja de la inflación, apertura de la economía y ajuste de las
cuentas públicas hasta conseguir superávit fiscal. Se podría decir que, aun con
las controversias que esto genera entre los especialistas, esos objetivos
fueron cumplidos.
Milei nunca prometió una revolución productiva y la
realidad indica que lo que está en crisis es, justamente, la actividad
productiva de
Los votos perdidos
Quienes votaron a este Gobierno hace dos años y hoy ya
no lo hacen son los que suponían que, si se cumplían las premisas libertarias
del comienzo, su situación económica mejoraría; y eso no ocurrió.
Entre los votos perdidos también se podrían sumar los
de aquellos que no creían que aquel candidato que venía a acabar con “los
vicios de la casta” terminaría sospechado en escandalosos casos de corrupción
que lo rondan a él y a su hermana. Como el de las coimas en la compra de
medicamentos para discapacitados, que convirtió a Karina Milei en un meme y en
protagonista de cánticos humillantes en recitales y canchas de fútbol.
A estos se agregarían, además, los sectores sociales
para los cuales las violentas formas presidenciales dejaron de ser tolerables.
Votantes que, aunque no sean peronistas, rechazan que el Presidente insulte
permanentemente a su gobernador, a quienes no piensan como él, o trate de
mandriles o ensobrados a los economistas y periodistas que esbocen la menor
disidencia con el relato oficial.
Los votos que hasta ahora el Gobierno viene perdiendo
en todo el país implican una doble rebelión social.
Por un lado, la de los afectados por la crisis social
y económica. Por el otro, la de quienes rechazan un modelo de relacionamiento
institucional basado en la agresión. Parte de esos votos se encuentran entre
quienes este domingo votaron por las listas del gobernador Kicillof, o lo
hicieron por las del peronismo no kirchneristas, o las del radicalismo, las del
Frente de Izquierda o las del macrismo no subsumido por
Ahora habrá que esperar a los resultados de las elecciones
generales del 26 de octubre.
Si se mantuviera la tendencia actual de rechazo al
oficialismo, lo esperable en estos casos es que el Gobierno reconsidere sus
postulados económicos e institucionales para encarrilar sus últimos dos años de
gestión.
Milei no va a cambiar
Pero tratándose de Milei, parece muy difícil que eso
vaya a ocurrir. Su extremismo ideológico, su deriva mesiánica y su pulsión
autoritaria, lo hacen inmune frente a cualquier duda o contemplación.
El mejor ejemplo de ello lo dio al reconocer la
derrota bonaerense. Después de decir que este hecho le merecía una “profunda
reflexión”, levantó la voz para afirmar que “el rumbo no se va a modificar, se
va a redoblar”. Ratificó una por una todas las políticas que está llevando
adelante y concluyó: “¡No se retrocede un milímetro!”.
La sociedad puede cambiar su voto. Pero Milei no va a
cambiar. Lamentablemente.

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