La reflexión de Eduardo Aliverti
Una lección formidable
Página/12
8 de
septiembre de 2025
Empieza a terminarse un
ciclo político que, quizás, duró mucho menos que lo esperado. Nada será igual
aun cuando el Gobierno tuviera cierta recuperación en octubre. Por empezar, el
peronismo y las fuerzas progresistas ya tienen candidato a Presidente.
Axel Kicillof volvió a cargarse la
campaña municipio por municipio y es el inmenso ganador. Hubo otros, como el
conmovedor militante Gabriel Katopodis que fue decisivo para triunfar en una
sección donde los Milei tenían su principal expectativa de victoria o “empate
técnico”. Y un equipazo que sabe gestionar, en medio del ahorcamiento abyecto
al que lo somete el gobierno nacional. Vaya sobre esto último, además, un
destaque especial: por primera vez en la historia,
Milei, agitado, nervioso, habló después
de que se debatiera largamente si estaba en condiciones de afrontar al público.
Salió de Olivos creyendo todavía que la diferencia no superaba los cinco puntos
y en
Volvamos a lo crucial. Nada
habría sido posible si el gobernador, contra viento y marea, contra los fuegos
amigos, contra lo que viniera, hubiese agachado la cabeza y cedido tanto frente
a ínfulas rupturistas cuanto ante imposiciones de nombres.
La unidad y no ya la mera unión se impone
ahora más que nunca. Sería imperdonable el retorno a pujas
intestinas, después de semejante paliza y de la tan lúcida como emocionante
reacción de la mayoría del pueblo bonaerense.
Cuidado: todas las fuerzas del
establishment, ya contestes de que Milei no tiene ni la más mínima dimensión
política para tripular esta crisis, trabajan para encontrarle una salida
institucional a este accidente insólito de la historia argentina que
representan los hermanos. Necesitan sacarse de encima, de alguna manera, a un
adolescente desequilibrado que es capaz de chocarlos. No van a quedarse de
brazos cruzados. El problema, que también involucra a los ganadores de este
domingo, es cómo hallarán esa salida.
La gran duda respecto de
lo que ocurriera en la provincia de Buenos Aires era si se aceleraría o
amortiguaría, relativa y temporalmente, el desenlace de lo irreversible. Y lo
irreversible es que el modelo económico del Gobierno está agotado.
Fue hace apenas unas semanas cuando
afirmamos, aquí mismo, que ya no se trataba del qué, sino del cuándo.
Estalladas casi todas las variables de
los indicadores de la economía, con sus autoridades exclusivamente dedicadas a
medidas de control de daños, no hubo un solo día en que las Fuerzas del Suelo
dejaran de dispararse a los pies.
Ni riesgo kuka ni ocho
cuartos. No hubo manera de siquiera disimular que así como se fumaron los
dólares del blanqueo, y del nuevo préstamo del FMI, empezaron a quemar los
pocos que les quedan para intervenir en el mercado.
A la altura de “el que apuesta al dólar
pierde” de Lorenzo Sigaut, ministro de la dictadura sucesor del derrumbe de
José Martínez de Hoz, ya está en la historia más bizarra de los símbolos del
fracaso el coro que Jamoncito, Caputo Toto y la plana mayor del equipo
económico le hicieron a Alejandro Fantino. O al revés. En un acting inolvidable,
cumbre de la vergüenza ajena, el vocero-animador fue invitado a preguntar si el
dólar está intervenido. Y los bufones prorrumpieron en el griterío de “flota,
flota”. Quien dio pie fue el tal Tronco, un analfabestia que LLA lleva de
candidato en la lista encabezada por el delivery José Luis Espert.
Esa escena de
estudiantina fumada fue, en forma paradójica, el adelanto de una caída abismal
en dos aspectos concurrentes.
Por un lado, desde aquel día de comienzos
de agosto, el Gobierno se precipitó encima. Todas sus disposiciones en materia
financiera se limitaron a secar la plaza, como se denomina a la restricción de
pesos para evitar su fuga al dólar. Fue justamente desde entonces que hasta los
economistas más ortodoxos y afines al ideario mileísta pisaron el acelerador,
junto con los bancos de primera línea, para advertir que las autoridades
estaban como bola sin manija “resolviendo”, diariamente y a puro manotazo de
ahogado, una macro escapada de timón casi por completo.
Por otra parte, fue la
última intervención, tanto de Jamoncito como de sus huestes de la economía, en
los canales de streaming oficiales. Todas las fuerzas de
choque del Gobierno, incluyendo las que hasta ahora se jactaban -con razón- de
comandar el conversatorio digital, comenzaron a llamarse a silencio. Y ocurrió
en simultaneidad inmediatamente posterior a que
Entre las otras, como sabemos, se apunta
a una vendetta de Mauricio Macri, quien nunca dejará de figurar en cualquier
conjetura donde quepa incluir a servicios de inteligencia. Esta vez es
dudoso porque la familia Kovalivker, dueña de la droguería Suizo Argentina y
residente en el barrio donde, en efecto, los únicos sin prontuario ni sospechas
son los carpinchos, acercó fondos a la campaña presidencial de Milei precisamente
gracias a Macri.
Empero, no deja de ser una hipótesis
verosímil y tampoco lo es que la filtración provino de una guerra
inter-corporativa de laboratorios y actores de la industria farmacéutica. Menos
que menos es descartable un origen radicado en la cantidad y calidad
espeluznantes de heridos y resentidos que construyó el Gobierno, a lo largo de
toda su gestión. Algo de eso indicó el colega Mauro Federico, durante su
exposición en Diputados y mientras
¿Acaso alguno de estos
divagues y revelaciones tienen relación estrecha con una economía que se
derrumba?
No, en nuestra opinión. En todo caso,
vinieron a coincidir el affaire de los audios y el agotamiento del modelo. O
puede concederse que lo primero desnudó un entramado de corrupción
gubernamental inherente a las características del segundo. ¿La ven, ahora?
No existe que este tipo
de modelos, aplicado en economías de carácter neo-colonial, puedan sustentarse
sin su corrupción estructural. Jamoncito es la cara impresentable -descubren
algunos o muchos ahora- de una casta rapiñera que requiere del Estado sólo
eficiente a efectos de sus intereses.
También en todo caso, el paradigma de
chorear a gente con discapacidades fue demasiado fuerte como para ignorar que
el Estado ausente es una catástrofe. ¿Obviedad? No. Milei, su motosierra, sus
loros mediáticos, se construyeron con base en que los pobres no tenían un
Estado que los protegiese. Que el peronismo les hablaba de derechos a los que
no accedían, y que se pasó varios pueblos en la defensa de minorías que no
representaban al conjunto mayoritario. Bueno: volvió el peronismo, o les demostró
que no está muerto.
La alegría corre
paralela a aquello de que el modelo económico se agotó. Después
de lo sucedido, y antes o luego de las intermedias del mes que viene, seguirá
estando ahí, acá, que la deuda es impagable, que el Gobierno ya casi no tiene
resto y que la economía cotidiana de las mayorías hizo un esfuerzo a cambio de
nada. De absolutamente nada que no sea un ajuste del que sólo sacan tajada las
orcas de siempre, pero en forma más salvaje todavía.
Es ahí cuando, tarde o
temprano, se jugará el partido que importa y que reiteramos por enésima vez. El
partido de con cuál liderazgo y dirigentes se saldrá del atolladero. Este
domingo, por lo menos, hay uno que demostró tener con qué.

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