Germán Bidart Campos y su re-creación del liberalismo
Germán Bidart Campos y su re-creación del liberalismo
A comienzos de los ochenta el más descollante
constitucionalista que dio nuestro país, Germán Bidart Campos, publicó un libro
con un título por demás sugestivo: “La re-creación del liberalismo”. En sus
primeras páginas explica las razones que lo llevaron a titularlo de esa manera.
Escribió Bidart Campos:
“Confesamos que el título de este libro, a la
inversa de lo que nos suele acontecer generalmente, sólo surgió después de
estar escrito en buena parte” (…) “Pero resultó que al ir abordando cada
sub-tema o parte del tema común, fuimos como llevados de la mano a una tenaz
reivindicación de las formas políticas democráticas, de la persona humana, de
sus derechos, de la libertad, de la promoción de los sectores que no tienen
acceso al goce de aquellos derechos y de esa libertad. Y fuimos retornando a
una vieja idea ya trasplantada a anteriores elaboraciones: la de que es en la
vida real, en las vigencias de una sociedad, donde tiene que realizarse todo lo
que ambicionamos para el hombre, y no la de que es un orden normativo el que,
declarando principios, dará satisfacción por sí solo a nuestras pretensiones.
¿Y cómo surgió el título por inducción y generalización de los diversos temas
tratados? Poco a poco nos convencimos que esa presión intelectual que nos hizo
razonar sobre la imperiosa urgencia de establecer sociedades libres que den
satisfacción concreta al desarrollo pleno e integral de todos los hombres que
las componen, era una presión intelectual de la idea y la valoración de la
libertad. Y pensamos: ¿qué es esta libertad? ¿Qué exige?” (…) “¿Qué doctrina y
qué organización le dan cabida? La respuesta nos vino casi sola: ¡el
liberalismo!”
“De inmediato retrocedimos a otra vieja idea:
pero… ¡si el liberalismo está en crisis!; ¡si nosotros mismos hemos criticado
muchos de sus presupuestos ideológicos!” (…) “Entonces, si nos creemos “un
liberal” por una parte, pero no es el “viejo” liberalismo el que nos hace ser
“un liberal” por la otra, debe existir, al menos en nuestro razonamiento, algo
que explique esa aparente contradicción: “Soy liberal, pero no de “aquel”
liberalismo que critico”. Entonces, ¿hay otro?, ¿puede haber otro?” (…) “Y como
si la luz nos diera de frente en la mente, quedamos convencidos que lo viejo y
fofo de “aquel” liberalismo, acaso nuestras discrepancias doctrinarias con
muchos de sus postulados, no hacían a lo esencial. Hoy, puede haber un
liberalismo actual, vivo, rejuvenecido, práctico, sin ataduras perpetuas a
muchas de sus modalidades primitivas, que es capaz de complacernos” (…) “Pero,
¿es que hay un liberalismo para cada cual, también “uno para mí”? ¿O es que más
bien puede haber, hay, y debe haber “uno” para cada sociedad, para cada tiempo
histórico?” (…) “Nuestra época, nuestra forma de vida, son capaces de
temporalizar y vivir “un” liberalismo. Y poco a poco recapacitamos que cada una
de las cuestiones que íbamos dando como deseables, exigibles y justas, eran
soluciones liberales”.
“Entonces, pensamos el título. Y el título fue:
“La re-creación del liberalismo”. ¿Por qué “re-creación”? Porque debe crearse
de nuevo lo que está un poco viejo, o adormecido o en crisis y, sin embargo,
tiene elasticidad, apertura, proyecto, futuro y viabilidad de reacomodación, de
reajuste” (…) “Puede recrearse lo que no está muerto ni en agonía, lo que está
vivo” (…) “Sólo que tiene que ser un liberalismo con mimetismo suficiente para
adecuarse a los desafíos presentes sin dejar de ser liberalismo: no “lo mismo”
que antes, pero sí “el mismo”. ¿Y cuál es “su mismidad”? Una sola realidad que
se expresa en una sola palabra: libertad” (…) “Y acá está lo nuevo y lo rico
del liberalismo re-creado. La libertad ya no se concibe solamente como una situación
del hombre exento “de” intrusiones del estado. Se concibe, además, como una
situación de real y efectiva capacidad de ejercicio “para” muchas cosas que se
captan como derechos: para tener acceso a la vivienda, al trabajo, al descanso,
a la propiedad, a la educación, a la seguridad social. En tres palabras, o en
cuatro: para ser hombre, o para vivir como hombre. El liberalismo es el
humanismo de hoy, es la justicia de hoy, es la democracia de hoy. No hay otra
ideología sustitutiva. No hay sucedáneos. No hay margen de reemplazo. Por eso,
urge re-crear al liberalismo para que la libertad asuma y realice nuevos
contenidos, para que sea liberación, para que sea desarrollo, para que sea
bienestar. Una libertad siempre a la conquista de los campos donde el hombre
sufre, soporta carencias, padece sumergimientos y alienaciones aberrantes,
siente la estrechez penosa que lo estorba” (…).
“Hace muchos años, nos impresionó una
afirmación de Julián Marías transcribiendo a Ortega” (…) “Y ahora retomamos la
cita porque es muy ajustada a lo que venimos proponiendo: “…el liberalismo,
antes que una cuestión de más o de menos en política, es una idea radical sobre
la vida: es creer que cada ser humano debe quedar franco para henchir su
individual e intransferible destino” (“La rebelión de las masas”) (…) “O sea,
debe vivir con cierta holgura, con un margen de libertad apto para henchir su
destino personal. Pero nos asalta una duda. ¿Quién es el que vivencia y
cuantifica la dosis de holgura y de libertad? ¿Quién es el que demarca hasta
dónde pueden expandirse? ¿Quién delimita lo necesario para que cada cual pueda
henchir su destino?” (…) “Si el liberalismo consiste en dejarle a cada cual la
holgura que precisa para hallarse franco en la posibilidad de henchir su
destino, podríamos suponer que allí donde la gente está cómoda con una
pequeñísima-o casi nula-franja de libertad, hay liberalismo, porque cada cual
puede henchir su destino hasta un exiguo límite más allá del cual no apetece
nada. Y entonces, la cortedad del horizonte nos haría decir que, a su modo, esa
sociedad es liberal porque deja a sus hombres henchir su vida en el espacio a
que están habituados y dentro del cual no vivencian ni privación, ni despojo,
ni injusticia. ¿Y realmente será liberal esa sociedad?” (…) “El “plus” que
objetivamente nosotros creemos que necesita esa sociedad para alcanzar el
umbral del liberalismo, ¿será simplemente una representación mental nuestra? Y
es acá donde necesitamos completar la idea. Es cierto que la dosis de libertad
que un sistema requiere para calzar en el molde del liberalismo depende
parcialmente de las ideas, las presiones y las vigencias sociales
tempoespaciales de cada sociedad. Pero en tanto en cuanto el margen para
henchir la vida personal, en tanto en cuanto lo de quedar franco para ello, se
remita a una confrontación objetiva con un esquema también objetivo de libertad
justa. La libertad y la justicia se realizan históricamente, se vivencian
históricamente de acuerdo a la sensibilidad social de cada grupo humano. Pero
desde que con un juicio crítico casi nadie deja de señalar como intolerables
estrechamientos de la libertad, ciertas compresiones y depresiones de la
libertad, es porque hay un mínimo de libertad objetivamente indispensable-más
allá de lo que la gente padezca o no como privación y como injusticia-que todo
sistema debe acoger si aspira a entrar en la categoría del liberalismo” (…)
“¿De dónde sale ese criterio? De las valoraciones de las sociedades liberales,
libándolas a su vez en la objetividad del valor justicia” (…).
“¿Por
qué esta parte del mundo instalada en el liberalismo supone que “lo que
no es ella” no es “liberal?” (…) “Tenemos una medida bastante objetiva para
contestar…Esa medida objetiva está emplazada en el orden internacional y en la
creencia universal. Cuando declaraciones internacionales, tratados, pactos y
documentos a los que se atribuye y reconoce carácter universal, definen y
defienden los derechos del hombre y las libertades fundamentales, es porque la
humanidad coincide en algo, y ese algo es la entraña o la esencia del
liberalismo: la dignidad de la persona, la libertad de la persona, los derechos
de la persona. Se nos dirá que otra parte del mundo, pese a su incorporación a
las Naciones Unidas, reniega de esos valores. Es cierto. Pero en el mismo
ocultamiento que hacen de su negación, en la vergonzante hermeticidad en que
esconden los vituperios y atropellos a la libertad, confiesan que no se atreven
públicamente a abdicar de aquel contenido de libertad que hoy hace parte del
derecho internacional público, por lo menos en su orden normativo y en sus
valores. La conciencia universal difícilmente consiente las degradantes
transgresiones a la libertad del hombre, y más difícilmente hace ostentación de
ellas” (…) “La libertad-dice Marías-no consiste en la ausencia de constricción,
sino en la posibilidad real de proyectar y realizar la vida así proyectada” (…)
“La libertad depende de las pretensiones colectivas, de la ideología o
cosmovisión social predominante, de la figura que una sociedad se forja
prospectivamente de lo que ella debe ser. Pero, es claro, otra vez volvemos a
repetir que hay un problema de cuantificación de la libertad, o de densidad de
la libertad. Por más que una sociedad se crea libre, por especiales que sean
sus pretensiones…si objetivamente no deja el margen suficiente de holgura
vital, de individuación (Marías) o personalización para que quienes viven en
ella desarrollen y expandan su personalidad, esa sociedad no será liberal” (…)
“La re-creación del liberalismo no es la resurrección milagrosa de un muerto”
(…) “Es la sugestión de una idea libertaria muy rica y acendrada que tiene que
reajustarse históricamente, que repensarse imaginativamente y progresivamente,
que ir exprimiendo sus inagotables potencialidades para las sociedades y los
hombres impacientes por vivir mejor, por desarrollarse, por liberarse de las
constricciones injustas. La re-creación es un paulatino deshilvanar el ovillo
de la justicia en su despliegue histórico, en la encarnadura de cada sociedad.
Es menester un consenso enérgico en torno de la libertad para inyectar fuerza
de atracción a este liberalismo re-creado. Con la salvedad que la re-creación
abre un abanico de múltiples liberalismos. Casi diríamos, uno para el estilo y
la idiosincracia de cada sociedad y de cada tiempo”.
Es una mirada desde las categorías eurocentricas. Todos estamos formados en esa mirada colonial o post colonial. Después la realidad te la derriba como lo demuestra el estado actual de nuestro continente.Esas citas de Marias y de otros que escribieron en Europa para Europa..que valor tienen como instrumentos para nuestra realidad ? Nosotros, en las Facultades de Derecho nos formamos bajo esa égida.Y la generación que esta saliendo en este momento de esas facultades es aun mas alejada o despreciativa de la realidad latinoamericana. Me consta.
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