Jim Yong Kim y la asepsia ideológica
Jim Yong Kim y la asepsia ideológica
En su edición del día de la
fecha La Nación
publicó una entrevista al Director del Banco Mundial, Jim Yong Kim, quien se
encuentra en el país por el G-20. El funcionario centró su análisis en la
situación argentina y del mismo emergió en toda su magnitud su defensa a
ultranza de la asepsia ideológica.
Expresó Kim:
“Hay muchas cosas en las que
los países latinoamericanos y la
Argentina pueden concentrarse ahora mismo. Lograr marcos
macroeconómicos sólidos y estables, de modo que uno no solo hace lo correcto
para la economía, sino que también da confianza al resto del mundo. Eso es muy
importante. También es un momento para pensar en cómo ha estado invirtiendo
América Latina en su gente. Acabamos de publicar un índice de capital humano y
por eso, al mismo tiempo que estamos preocupados por la incertidumbre y por el
potencial de que las tasas de la
Fed generen dificultades en el acceso a los mercados de
capitales, vemos la necesidad de reformas, justamente del tipo que está
encarando la Argentina ,
en toda la región” (…) “Pero América Latina necesita mirar las cosas y decir:
nuestro éxito es la reducción de la pobreza, nuestro éxito es el desarrollo de
la clase media, no podemos retroceder. Si uno analiza nuestros préstamos a la Argentina , hemos armado
un programa de 3000 millones de dólares. Hemos aumentado nuestro apoyo al país
muy rápido. Mucho más rápido que en cualquier otro país con el que yo haya
estado involucrado en mis seis años y medio como presidente del Grupo del Banco
Mundial. Y la razón por la que hemos hecho eso es que creemos en esta
administración, creemos en el proceso de reformas” (…) “En los períodos de
dificultades económicas la gente rica siempre puede protegerse. Es importante
proteger a los pobres” (…) “La esperanza es que la clase media esté en una
situación de menos precariedad. Y eso es algo bueno. Pero otra manera de verlo
es que si uno mira a América Latina y ve qué tanto del crecimiento se ha basado
en la exportación de materias primas, ahora tiene que ir por otra senda.
Entonces, si uno tiene una creciente clase media que tiene aspiraciones mucho
más altas para sus hijos, de mejor educación, de otros tipos de educación-se
pueden dedicar a las ciencias, a la tecnología, la matemática-, de ahí va a
venir el crecimiento en el futuro” (…) “Se necesita de una clase media con
grandes aspiraciones que mire al mundo, que piense en nuevas formas de
crecimiento económico. Creo que eso va a ser el futuro. América Latina ha
invertido mucho en educación en los últimos diez, veinte, treinta años. Pero
los resultados no han mejorado demasiado” (…) “Los argumentos ideológicos
respecto de si debemos ser capitalistas o socialistas o si debemos optar por
salir del sistema capitalista global y hacer cosas a nuestro modo son debates
académicos. Yo fui presidente de una universidad y tuvimos esos debates en los
seminarios. Pero lo bueno de eso es que esos debates jamás se convierten en políticas
efectivas. Aquí, en América Latina, a menudo se convierte en política. Y lo que
hemos estado intentando decir es que si quieren saber cómo piensa el resto del
mundo sobre el capitalismo de mercado global, miren a los países que son
comunistas, China y Vietnam. Mis conversaciones con los chinos y los
vietnamitas nunca son sobre socialismo versus capitalismo. Entienden que para
hacer crecer la economía, sacar a la gente de la pobreza, crear empleos, tienen
que encontrar la manera de insertarse en el sistema global de mercado
capitalista de la manera más efectiva” (…) “Es solo en países como la Argentina donde tenemos
estos debates incorpóreos, que están completamente desconectados de la realidad
del mundo exterior” (…) “No solo es anticuado. Es algo desconectado de la
realidad del mundo” (…) “Pero una de las lecciones que quiero aportar de la
medicina son los abordajes basados en evidencias de todo lo que hagamos. La
realidad es que si uno hace cosas locas, si uno no tiene un marco sano, si uno
comienza a estatizar compañías, el mercado responderá” (…) “Miren lo que está
sucediendo en China: inteligencia artificial, robótica y comercio electrónico.
Si uno reparte el botín de una economía que se reduce, eso va a ser malo para
todos. El presidente Xi Jinping dijo que el mercado global es el vasto océano
en el que todos nadamos. No se puede detener el flujo del comercio, de las
ideas, de gente, de capital. Esto es lo que dijo el presidente del Partido
Comunista más grande del mundo. Esa es la realidad, y yo esperaría que las
conversaciones en la
Argentina y en otras partes fueran menos ideológicas y más
basadas en evidencias”.
El mensaje del presidente del
Banco Mundial es contundente. El neoliberalismo es, luego de la implosión de la Unión Soviética en 1991, el
único sistema económico posible, viable. Oponerse a él es ridículo, implica una
cabal demostración de inmadurez política. Estamos en una época donde incluso
China aplica la economía de mercado. ¿Qué sentido tiene, entonces, continuar
hablando de ideologías? ¿Qué sentido tiene el debate ideológico? Sólo es una
pérdida de tiempo, un pasatiempo para los nostálgicos. Las ideologías han
terminado, sentencia Yong Kim. Sólo interesan las evidencias, los datos
estadísticos, los porcentajes, etc. Lo que importa es reducir la pobreza, es
garantizar al mayor número de personas posible un adecuado nivel de vida. Y
sólo hay un sistema que lo hace posible: la economía global de mercado. Ahora
bien, cuando el presidente del Banco Mundial hace esa afirmación ¿no está
expresando una ideología? Porque si considera que la economía global de mercado
es la única vía que garantiza el progreso económico y social, está dando a
conocer su punto de vista, su opinión. Y como toda opinión, está sujeta a
recusación, es relativa. Yong Kim está a favor del neoliberalismo. ¿Y qué es el
neoliberalismo sino una ideología? En la entrevista no ha hecho más que hacer
pública su postura ideológica. Está muy bien que lo haga. El problema es que
encubre el carácter ideológico de su toma de posición al presentarla como el
fruto de la experiencia, de la evidencia. ¿Por qué lo hace? Porque este
funcionario puede ser muchas cosas menos ingenuo. Él sabe muy bien que está
defendiendo la ideología neoliberal y que, como tal, lejos está de ser un
dogma. En consecuencia, puede ser ampliamente debatida. Porque no todos son
neoliberales. He aquí el meollo del asunto. Lo que pretende el presidente del
Banco Mundial es evitar precisamente eso: la discusión ideológica. Si hay algo
que los neoliberales no soportan es que haya alguien en la vereda de enfrente
que los contradiga. No toleran la pluralidad de ideas. Por eso se presentan a
sí mismos como tecnócratas, economistas apolíticos. De esa forma enervan
cualquier atisbo de rebelión en el plano de las ideas. Hoy el mundo es regido
por la economía global de mercado. China, un emblema del comunismo, lo ha
aceptado. ¿Para qué seguir polemizando?
Como todos los tecnócratas
neoliberales Jim Yong Kim presenta a la economía global de mercado como un
fenómeno natural. En consecuencia, nadie puede evitar su avance, como si fuera
un tsunami o una tormenta eléctrica. De esa forma, se inocula en las personas
una peligrosa droga: el conformismo, el fatalismo. Frente al neoliberalismo
nada se puede hacer. Si ello es así pierden todo sentido el combate intelectual,
cualquier atisbo de resistencia. Es precisamente eso a lo que se apunta:
esmerilar la capacidad de resistencia de quienes todavía valoran las
ideologías, el pensamiento crítico. Lo que pretende el presidente del Banco Mundial
es muy simple: que el neoliberalismo sea adoptado por todos y cada uno de los
países de la tierra. Para ello los tanques y las bombas han dejado de ser
necesarios. Ahora basta con un adecuado y aceitado sistema de propaganda que
convenza a la humanidad de que éste es el único camino. Y con una dirigencia
política cómplice. Yong Kim, pese a que ocupa un lugar destacado dentro de la
estructura burocrática del sistema de dominación neoliberal, no deja de ser un
peón. En efecto, ocupa ese sillón porque quienes lo nombraron-los que detentan
el poder-saben que es perfectamente funcional a sus intereses. Causa gracia que
este funcionario muestre preocupación por la clase media. Su hipocresía es, en
este sentido, ilimitada. ¿Alguien puede creer que alguien que ocupa semejante
cargo a nivel mundial está realmente preocupado por la situación de los más
desposeídos? ¿Cómo va a estarlo si obedece al capital financiero transnacional?
Yong Kim es idéntico a nuestro presidente, Mauricio Macri. Es más, son dos
figuras perfectamente intercambiables. El surcoreano podría tranquilamente
gobernar la Argentina
y Macri ser el presidente del Banco Mundial. Ambos piensan lo mismo, son
igualmente permeables a las influencias del capitalismo globalizado, e
incapaces de comprender la tragedia de la pobreza y la exclusión. Ambos se presentan
como dos dirigentes apolíticos cuando en realidad son dos personajes profundamente
politizados ya que enarbolan sin sonrojarse las banderas del neoliberalismo:
flexibilización laboral, ajuste, déficit 0, y demás “perlitas” que los
argentinos ya hemos padecido y que, por lo que se vislumbra, seguiremos
padeciendo.
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