Voz ciudadana

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HOY ES EL DÍA…
Alicia Caballero Galindo

HACE CINCO MESES MÉXICO TOMÓ UNA DECISIÓN ANTE LAS URNAS Y HOY, EMPIEZA UNA NUEVA HISTORIA. LA LECCIÓN ES: ¡EL VOTO CIUDADANO VALE! …LO ACERTADO O ERRÓNEO DE LA DECISIÓN TOMADA POR MÉXICO ESE DÍA, SERÁ LA HISTORIA DE LOS PRÓXIMOS SEIS AÑOS  QUE LO DETERMINE.

Escuchando los comentarios externados en diversos medios de difusión, en las redes sociales y en corrillos de cafés, el fenómeno acaecido el primero de julio, indica un hartazgo de las mayorías hacia los dos partidos predominantes en los últimos años.
El tricolor y blanquiazul, perdieron popularidad ante las mayorías básicamente por cuatro fallas en cuestiones vitales: la inseguridad, la impunidad ante los delitos, la corrupción y la inequidad en el reparto de las riquezas, abriendo este último rubro, un profundo abismo social. El cambio radical en las preferencias de los votantes por tales motivos, me hacer recordar el best seller  “Las Fórmulas de Peter” del pedagogo norteamericano Laurense J Peter, un libro encaminado a la administración exitosa de las empresas y que tuvo su auge hace más de 44 años y puede ser aplicado al sistema político mexicano.  en dicho libro se concluye que la permanencia de un empleado en un puesto determinado, describe una curva natural de ascenso, auge, decadencia hasta caer en la incompetencia, haciéndose necesario un cambio para mejorar la funcionalidad de un grupo de trabajo. Estas teorías son aplicables a empleados de una empresa y la necesidad de rotación y cambios sustanciales para romper ciclos que se vuelven viciosos. Las personas pasan de un nivel a otro dentro de cualquier jerarquía organizacional; llegando a la conclusión de que, con el tiempo, todas pasan de una posición de competencia a una de incompetencia, donde no pueden desarrollar adecuadamente lo que se espera de ellas.
A ese descubrimiento lo llama "el Principio de Peter" y lo define en los términos de que: "en una jerarquía, todo empleado tiende ascender hasta su nivel de incompetencia”.
La rotación que se da en nuestro país en los miembros de un mismo grupo político en cargos públicos, crea un círculo vicioso que es necesario romper para que haya una mejoría sustancial en la administración pública a todos los niveles. Tanto el tricolor como el blanquiazul poseen grupos cerrados de poder que cuando llegan a un gobierno estatal, municipal o federal, son casi las mismas personas quienes toman las riendas, sólo se cambian de puesto. El partido político que obtuvo el triunfo en las recientes elecciones de primero de julio, está integrado por personas que de una manera u otra adquirieron experiencia política militando en otros partidos y por razones diversas se adhirieron en torno a AMLO. Si bien dicen tener una distinta visión y hasta hablan de una cuarta transformación entendiendo que la primera fue la Independencia, la segunda, La Reforma, la tercera, la Revolución Mexicana… la gran duda de muchos ciudadanos es: ¡serán capaces de romper las fórmulas de Peter y no caer en el máximo nivel de incompetencia? Si vencen ese estigma, el país marchará por mejores rumbos.

Las señales que estamos viendo hasta ahora, son confusas; por una parte, al tener el partido en el poder mayoría en las Cámaras, increíblemente, el Presidente electo, está empezando a gobernar antes de ser investido con la Banda Presidencial, sin embargo, está haciendo uso y tal vez abuso de las llamadas “consultas populares”  para sustentar algunas decisiones que están tomadas desde tiempo atrás y “casualmente” los resultados coinciden con sus pretensiones…
A todas luces vemos medidas populistas como la de “crear” becas para dos millones y medio de ninis; con esta medida, se garantiza sus votos. Y ellos, tendrán dinero fácil para continuar en la misma situación de parasitismo en la nación. Lo que vemos en la llamada cuarta transformación es un cambio de parásitos nada más…
Sin embargo, debemos comprender que cuando una nación concede a una persona mediante el voto, el honor de dirigir sus destinos, es porque confía en su buen juicio y el equipo que lo rodea. La toma de decisiones en cuestiones de carácter administrativo, económico o de otra índole, habrá de ser verificada, discutida y determinada por las personas que, con conocimiento de causa, emitan una opinión autorizada al respecto. El pueblo no está calificado para decidir problemáticas que implican profundo conocimiento de un tema y elementos vitales, razonados y sustentados para decir sí o no a cosas tan delicadas como la construcción de un aeropuerto nuevo o modificar las instalaciones ya existentes. Lo mismo ocurre con el Tren Maya, no somos nosotros los indicados para determinar su construcción. El consultar para todo, podría ser interpretado también como un sinónimo de ignorancia, inseguridad o falta de valentía para afrontar las consecuencias de sus acciones.
El diálogo con el pueblo, no implica hacerle consultas sobre cuestiones en las que no está capacitado para decidir. Un Presidente, debe mostrar confianza absoluta en sus acciones fundamentadas en la democracia y nuestra Carta Magna. Un presidente es la imagen de su nación y debe mostrar seguridad y probidad  absoluta en sus acciones.
México requiere de un presidente que rompa esquemas y tome con firmeza las riendas de la nación sustentando su ejercicio gubernamental en nuestra Carta Magna y no en las consultas populares. Si hablamos de poseer cultura cívica y democrática, y ya tenemos legalmente en el poder un presidente, el compromiso de sostener la paz y el progreso es de todos y cada uno de los mexicanos, recae también sobre cada ciudadano. La contienda electoral y partidista ya pasó, hoy debemos mantenernos unidos todos en torno a un propósito único y de interés general: el bienestar de México. Los colores e intereses particulares de cada una de las fuerzas política nacionales quedan en segundo término. Tenemos un gobierno federal electo por la mayoría de los mexicanos, ese hecho nos compromete a trabajar unidos por una causa común: MÉXICO.






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