Los desafíos de Macri
Los desafíos de Macri
Macri enfrenta el fantasma de un ballottage peronista, intenta aplacar
las internas y apuesta a una campaña personal (*)
Los
índices de pobreza, la inflación y la suba del dólar pegaron tan fuerte en la
intención de voto de Mauricio Macri que sus encuestas reservadas ya no
descartan la posibilidad de salir tercero en las PASO y en la primera vuelta de
los comicios presidenciales. Macri desecha la posibilidad de un balottage entre
alianzas justicialistas, pero los sondeos oficiales alertan sobre una eventual
segunda vuelta opositora como consecuencia de la crisis económica y la
resistencia social al plan de ajuste.
Macri mantiene su tercio del electorado y aumenta su imagen
negativa. Cristina Kirchner preserva su treinta por ciento de votos
propios y su techo electoral comienza a subir, pese a sus 11 procesamientos y 5
pedidos de prisión preventiva. Roberto Lavagna se amesetó en los últimos días,
mientras que Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey aún no crecen para despegarse
como candidatos del peronismo federal.
Frente
a esta fotografía preelectoral, las encuestas empiezan a mostrar movimientos
sociales muy sutiles que tienen capacidad para modificar el status quo entre la propuesta de
Cambiemos y las alternativas lideradas por Cristina y los dos ex ministros de
la administración kirchnerista.
Esos
movimientos sociales castigan las probabilidades de reelección de Macri y
mejoran la campaña electoral de CFK, Massa y Lavagna. Macri pierde votos por la
crisis económica, Cristina mejora su imagen positiva con su silencio pragmático
y Lavagna –fundamentalmente—ya es observado como un tercero excluido de la
disputa electoral que por ahora dirimen el Presidente y la ex presidente.
Cristina y Lavagna tienen una ventaja coyuntural sobre Macri: los
resultados del plan económico. Todavía no es posible predecir cuándo
bajará la inflación, se mantendrá estable el tipo de cambio y empezará a
disminuir la pobreza y la indigencia. Entonces, hasta que esto no ocurra, el
Presidente perderá votos que engrosarán la categoría de indecisos o se
deslizaran a las propuestas peronistas.
Macri apuesta a las obras públicas de su gestión, a la ausencia de
corrupción estructural en su gobierno y a la agenda internacional que cumplió
en los últimos tres años. Esa apuesta consolida el voto propio y
retiene una cuota de votantes desencantados, pero no sirve para ganar los
comicios presidenciales.
En
las mediciones que circulan en el primer piso de la Casa Rosada se revela
sin eufemismos la pócima electoral: sólo
una mejora económica restaurará cierta confianza en la sociedad,
ante una mayoría de votantes de Cambiemos que se sienten defraudados por las
promesas incumplidas. Estos votantes, que ya integran la categoría de indecisos
electorales, votarán a Lavagna si el exministro de Néstor Kirchner decide jugar
su última carta política.
La situación económica complica a Macri y entusiasma a CFK,
Lavagna y Massa. Cristina aún juega y sus posibilidades electorales ya no
dependen de su moral y su ética personal, porque crece como candidata aunque la Justicia pruebe una y
otra vez que cometió actos de corrupción pública. Lavagna y Massa, en cambio,
recorren los medios de comunicación para dirimir la candidatura presidencial
antes de las PASO.
En
los Idus de marzo todavía hay tres tercios parejos: Cambiemos, CFK y
Alternativa Federal. Pero el plan
de ajuste hace estragos en la imagen presidencial. Y si el
goteo no cesa, Macri puede llegar escorado en las PASO y en la primera vuelta,
al margen de la eventual candidatura de Cristina y Lavagna. El Presidente no
tiene plan B y descartó –por ahora- el posible Plan V(idal)
Manejo del poder
Además
de la complicada ecuación económica, Cristina, Massa y Lavagna aprovechan una
ventaja política adicional: no conducen un gobierno que tiene una peculiar forma
de manejar su relación con la Corte
Suprema, maniobrar en las cloacas de los servicios de inteligencia y
acotar las operaciones propias de
sus aliados partidarios en Cambiemos.
La
suma de estos factores afectan la imagen presidencial y contribuyen a mejorar
las expectativas electorales de la oposición que, apalancados en el caso
D´alessio, las posiciones dogmáticas de Carlos Rosenkrantz y las opiniones de
Elisa Carrió, castigan a Macri y
su manera de ejercer el poder.
Gustavo
Arribas y Silvia Majdalani, directores de la Agencia Federal de
Inteligencia (AFI), siempre corrieron detrás del caso D´alessio. Arribas por ausencia de conocimiento técnico, y
Majdalani por conocer demasiado.
Macri no tiene toda la información del caso y no hará una sola
jugada institucional en la
AFI. Esa actitud presidencial puede ser un error de campaña:
ya hay suficiente evidencia judicial que prueba los vínculos entre el caso
D'alessio y una cloaca de la AFI
que hacía delivery simultáneo con legisladores del oficialismo y la oposición.
CFK, Massa y Lavagna estarán agradecidos por la pasividad presidencial.
A
la crisis de los servicios de inteligencia –que aún monitorean a María Eugenia
Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Carrió sin orden legal-, se suma el
aquelarre en la Corte
Suprema. Macri no tiene un solo funcionario que pueda conocer
qué sucede en el Cuarto Piso del Palacio de Tribunales. Como sucedió con el
caso D'alessio, las decisiones de Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti y Juan
Carlos Maqueda –el poder real de la
Corte —sorprenden al
gobierno y sus ramificaciones parlamentarias y judiciales.
Un
ejemplo básico: Macri decide iniciar juicio político a Alejo Ramos Padilla, el
magistrado a cargo del caso D´alessio que puso en jaque a la AFI y complicó la estabilidad
institucional del fiscal federal Carlos Stornelli.
La
iniciativa presidencial no tiene probabilidades de avanzar en el Consejo de la Magistratura y vuelve
a desnudar la incapacidad del gobierno para entender la compleja trama que se
teje en el poder político y judicial.
Mientras
tanto, Lorenzetti, Maqueda y Rosatti –que sí saben cómo funcionan las
bambalinas del fuero federal y sus anexos-, aprobaron una partida extra de
fondos para auxiliar la investigación que Ramos Padilla hace en el caso
D'alessio. Ese error político de Macri fue capitalizado por los operadores
mediáticos de CFK, Massa y Lavagna, que están en campaña permanente.
Pero
el apoyo a Ramos Padilla no sólo exhibe un movimiento institucional de la Corte. También es
la réplica política a las constantes ofensivas de Carrió, que sin consensuar
con Macri transformó a Lorenzetti, Maqueda y Rosatti en blancos móviles. La
diputada de Cambiemos acusó a estos jueces de "golpistas" y se asume
como la líder natural de una cruzada ética destinada a liberar de impíos a la Corte Suprema.
"Lilita
esta sola. Macri no apoya nada de lo que dice de la Corte y de la AFI. Ya se lo dijimos a
Lorenzetti y a Arribas", aseguró un funcionario que respira a la sombra
del Presidente.
Arribas,
que es amigo de Macri, coincide con la opinión del funcionario clave del
Gabinete. Lorenzetti, que leyó más de una vez a Maquiavelo y Hobbes, no cree
que Carrió tenga tanta independencia de Balcarce 50.
Matar o morir
Macri acotará sus viajes al exterior (irá a Francia, Bélgica y
Japón en los próximos tres meses) y se dedicará a la campaña electoral. El Presidente no teme
a los cuestionamientos directos y por eso continuará con su estrategia de
visitar lugares públicos y domicilios particulares para explicar su gestión de
gobierno e insistir con su reelección presidencial.
Macri
tiene pensado recorrer todo el país, aun provincias que son feudos del
peronismo –Formosa, San Luis, Córdoba y Santa Cruz-, y poner mucho foco a la
provincia de Buenos Aires.
Vidal estará al lado del Presidente, aunque la relación política
se ha descascarado un poco. La gobernadora bonaerense sufrió recortes
presupuestarios, perdió con Marcos Peña en su propuesta de desdoblar los
comicios presidenciales y ardió en llamas cuando se enteró que era investigada
por los servicios de inteligencia. Arribas juró inocencia eterna, pero Vidal
hace mucho que dejó de ser Heidi.
La
gobernadora es leal a Macri y confía en su reelección presidencial, cuando ya
muchos aliados –otros gobernadores, ministros, secretarios de Estado, diputados
y senadores—empiezan a especular con su futuro político y personal. En igual
sintonía está Rodríguez Larreta: fiel a Macri, frío con Peña y rezando que
pasen rápido los meses para coronar su segundo mandato en la Ciudad de Buenos Aires.
Macri aguarda la
Convención de la
UCR para discernir cuántos radicales se pasaran a las filas
de Lavagna. Después revisará los sondeos de Jaime Durán Barba para
designar su compañera de fórmula –Patricia Bullrich al tope de las opciones—y
finalmente avanzará por la
Argentina para pelear por su reelección. Prefiere a Cristina
y no descarta a Lavagna. En el ring, solo hay lugar para dos.
(*)
Román Lejtman, Infobae, 31/3/019.
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