Artículos publicados en El Informador Público
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Peronismo histórico versus
kirchnerismo
Peronismo histórico versus
kirchnerismo
Nunca fueron fáciles las relaciones entre el
peronismo histórico o tradicional y el kirchnerismo. Aunque suene paradójico,
Néstor Kirchner llegó a la presidencia gracias al apoyo del aparato duhaldista,
todo un emblema del peronismo histórico. Sin embargo, en su discurso del 25 de
mayo de 2003, el flamante presidente aludió a la transversalidad, a la
necesidad de que el kirchnerismo no se redujera al PJ tradicional sino que les
abriera las puertas a otras fuerzas políticas que, sin ser peronistas, apoyaban
el ideario kirchnerista. Sin embargo, muy pronto el presidente Kirchner se dio
cuenta de que, sin el apoyo del aparato duhaldista, la gobernabilidad de su
gobierno estaba en riesgo. Rápido de reflejos, recompuso su relación con los
“barones” del conurbano bonaerense y pactó con el poderoso Hugo Moyano para
garantizar su apoyo y el de su fuerza de choque si se presentaban
“turbulencias”. Kirchner sentía aversión por el peronismo histórico pero,
pragmático como buen peronista que era, tragó saliva y se sentó a la mesa de
negociaciones para transar con el peronismo de Perón. Pero Kirchner no era un
hombre dispuesto a ser un títere de Duhalde. En 2005 cortó por lo sano apoyando
la candidatura a senadora nacional por la provincia de Buenos Aires de su
señora esposa, Cristina Fernández, quien en las legislativas de aquel año compitió
nada más y nada menos que con Chiche Duhalde, la esposa del ex presidente
interino. El quiebre definitivo se produjo dos años más tarde, cuando bendijo
la candidatura presidencial de Cristina. Como en aquel entonces Kirchner se
había convertido en el macho Alfa, nadie dentro del peronismo osó cuestionarlo.
Todos sabían que Cristina sería la próxima presidente, razón más que suficiente
para obedecer al jefe.
Con Cristina en el poder, el kirchnerismo
mantuvo la alianza estratégica con el peronismo histórico, fundamentalmente con
Hugo Moyano. Durante el largo y peligroso conflicto desatado por la resolución
125, los camioneros, comandados por el hijo de Moyano, Pablo, estuvieron cerca
de entrar en combate con los campestres. Resultaba por demás evidente lo
beneficioso que resultaba tanto para Kirchner como para Moyano la sociedad que
habían conformado. Moyano le garantizaba a Kirchner la “paz social” y Kirchner
hizo todo lo posible para ayudar al gremio camionero a incrementar notablemente
el número de afiliados, es decir, la caja. Esta sociedad por conveniencia se
hizo añicos el 27 de octubre de 2010, jornada de luto para el kirchnerismo y
buena parte de la sociedad. La muerte de Néstor Kirchner significó en la
práctica el quiebre de la relación del kirchnerismo con el peronismo
tradicional. Sin Kirchner a su lado, Cristina se alejó del peronismo histórico,
fundamentalmente del sindicalismo peronista de derecha. El resultado de este
enfriamiento fue el esperado: Cristina y Moyano pasaron a ser enemigos irreconciliables.
Durante la segunda presidencia de la viuda de Kirchner, Hugo Moyano se
transformó, consciente o inconscientemente, en aliado de la oposición al
kirchnerismo. La “bestia negra” pasó a ser considerada por el monopolio
mediático un “alto, rubio y de ojos azules”. Como era previsible, los paros no
tardaron en llegar. La guerra declarada entre Cristina y Moyano repercutió
fuertemente dentro del peronismo. El liderazgo de la presidente sufrió un
fuerte cimbronazo, lo que envalentonó a algunos dirigentes cercanos a
independizarse. El caso más notorio fue el de Sergio Massa. El ex jefe de
Gabinete creó una fuerza política “independiente” a la que denominó “Frente
Renovador”, haciendo honor, quizás, al peronismo renovador de los ochenta. En
las elecciones de 2013 dio el batacazo derrotando al kirchnerismo en la
provincia de Buenos Aires. Cristina jamás se recuperó de ese golpe. Más
adelante culparía a los servicios por haberle mentido acerca de las ambiciones
del tigrense.
Con su victoria en territorio bonaerense,
Massa se transformó en el más importante de los candidatos a presidente para
2015. El cisma en el kirchnerismo era cada vez más profundo. Ni lerdo ni
perezoso, el peronismo tradicional, que a esa altura no ocultaba su aversión
por la presidente, se hizo massista de la primera hora. El sindicalismo se
mantuvo expectante pero indudablemente sentía una gran satisfacción por la
sangría que estaba padeciendo el kirchnerismo. Ante este nuevo escenario,
Cristina fue fiel a sí misma: dobló la apuesta. Se hizo más camporista que
nunca, con lo cual no hizo más que ahondar la división dentro del peronismo.
Dentro de este escenario debió moverse, contra su voluntad, Daniel Scioli. El
triunfo de Massa lo obligó a modificar radicalmente de estrategia de cara a las
presidenciales de 2015. No tuvo más remedio que ser más cristinista que la
propia Cristina, lo que lo obligó a una sobreactuación que terminó siendo un
búmeran. Scioli quedó atrapado en un callejón sin salida. Pese a que nunca fue
kirchnerista, la poca audacia que demostró para independizarse de Cristina en
el momento oportuno (antes de las elecciones de 2013) lo condenó a una
dependencia de la presidente que dinamitó sus chances para llegar a la Casa Rosada. El
peronismo se había fracturado. En esta vereda, el kirchnerismo; en la otra, el
peronismo antikirchnerista o, si se prefiere, el peronismo histórico.
La fractura del peronismo no hizo más que
entregarle en bandeja la presidencia a Mauricio Macri. Pese a que en el
ballotage Scioli hizo una muy buena elección, los votos no le alcanzaron para
ser presidente. Le faltaron, precisamente, los votos del peronismo histórico,
que se inclinaron por el antiperonista Mauricio Macri. Consumada la derrota, la
diáspora peronista se hizo más profunda. Como era de esperar, varios
legisladores que hasta el día anterior habían jurado lealtad a Cristina,
emigraron conformando un bloque independiente liderado por Diego Bossio, quien
hace poco dijo sin ruborizarse que nunca había sido kirchnerista. Para echar
más leña al fuego, varios gobernadores peronistas que se habían cansado de
rendirle pleitesía a Cristina comenzaron a hablar bien del flamante presidente.
Incluso uno de ellos, Juan Manuel Urtubey, parece ser más macrista que el
propio Macri. Es probable que la fractura se haga expuesta luego de las
elecciones internas de autoridades partidarias, donde el kirchnerismo no
estaría dispuesto a avalar a José Luis Gioja como jefe del peronismo.
El antagonismo entre el peronismo tradicional
y el kirchnerismo entró, aparentemente, en un callejón sin salida. Entre ambos
sectores existen profundas diferencias que exceden lo meramente táctico o
estratégico, incluso lo personal. Las diferencias se hunden en el factor
ideológico, lo que obliga a rememorar la trágica década del setenta y,
fundamentalmente, la decisión de la juventud peronista de abandonar la Plaza de Mayo en aquella
histórica jornada del 1° de mayo de 1974, cuando el líder moribundo, luego de
insultarla, dijo que había llegado la hora de hacer tronar el escarmiento.
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