El panorama empresarial de Marcelo Bonelli
El panorama empresarial de Marcelo Bonelli
Macri, entre la renuncia de
Peña, las pretensiones del FMI y los “panqueques” (*)
Macri, entre la renuncia de
Peña, las pretensiones del FMI y los “panqueques” (*)
El Fondo Monetario
Internacional pretende que cualquier acuerdo y negociación inminente con la Argentina sea compartido por los equipos técnicos de Alberto
Fernández.
Esta es la
comunicación que se transmite desde Washington en las últimas jornadas y que
llegó tanto al búnker del Frente de Todos, como a la Casa Rosada.
En el FMI quieren
que esa “participación” ocurra de alguna forma factible. No exigen que sean
parte de la negociación, pero que avalen lo acordado con la Casa Rosada.
En Washington lo
traducen de esta manera: “Tiene que haber una señal de que Alberto Fernández
está de acuerdo con lo que acordamos con Macri”.
Consideran que sólo
así podrían “hacer la vista gorda” con incumplimientos actuales y girar el
crucial dinero que falta para fortalecer las reservas. Roberto Cardarelli sabe
que las metas fiscales se cumplen, pero quiere el aval de Fernández para evaluar el “look ahead” del acuerdo.
Se trata -“mirar para adelante”- de la obligatoria evaluación del staff sobre
el inminente futuro o el horizonte inmediato de la Argentina.
El deseo del FMI
promete fricciones: los equipos técnicos de Alberto F. no están dispuestos a comprometerse en ese
desgastante trámite, que obligaría a impopulares definiciones.
Este tema estuvo
implícito en el diálogo que el flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza,
mantuvo con Guillermo Nielsen y Cecilia Todesca.
El ex secretario de
Finanzas le dijo: “No vamos a co-gobernar. No vamos a influir”.
Ocurrió después de
que Lacunza hiciera una evaluación política realista sobre las elecciones.
Su conclusión difiere del discurso público de Juntos por el
Cambio, que no descarta un eventual ballotage.
Lacunza fue claro en
su introducción: su gestión es de transición, porque piensa que la elección es
difícil de levantar.
Por eso precisamente
el FMI quiere involucrar a Alberto Fernández. En Washington trabajan con esta
hipótesis: el Frente de Todos
tiene asegurada la elección y sería el futuro gobierno.
Esa opinión es la
que también Wall Street escribe en sus informes secretos. Los bancos ya trabajan con esta hipótesis: Alberto
presidente.
El CitiBank de
Manhattan le envió una invitación al candidato para que exponga sus ideas en
New York. Se trata de una carta excesivamente laudatoria firmada por Shawn
Sullivan.
El propio Citi
emitió en Manhattan un “paper” auspicioso sobre Fernández.
El trabajo afirma
exactamente lo inverso de lo que decían los banqueros antes de las PASO: criticaban duro a Fernández y advertían que
Argentina entraría en caos.
Ahora afirman que el
triunfo de Fernández es irreversible y llegan a afirmar que el nuevo
escenario “no es el deseado,
pero tampoco es apocalíptico”.
Confirma que se
renegociará con el FMI a diez años , que Alberto F. contendrá a Cristina y que
el ministro podría ser Roberto Lavagna.
Esta tesis se repite
en trabajos del JP Morgan, Credit Suisse, Morgan Stanley. Este audaz giro de bancos y empresarios cayó como
una bomba en la Quinta
de Olivos.
Mauricio Macri los
trata de “panqueques” y sin códigos. Así se lo confió en la intimidad a sus
amigos: “ Yo sé que me van a abandonar, pero que disimulen un poco”. Y
agregó: “Estos te ven en el piso
y te patean”.
El caso más
emblemático fue el de Marcos Galperín. El poderoso empresario fue un ferviente
militante macrista hasta las PASO, pero el primero -unas jornadas después- en visitar a Fernández.
Macri no perdonó ese
gesto y tiene varios en la nómina: Martín Cabrales y la cúpula de la UIA que dirige Miguel Acevedo.
La UIA dejó
trascender -apenas dos días después del comicio- su beneplácito por el triunfo de Alberto.
Fernández tiene relación con Acevedo, a través de su cuñado, el ex senador
Roberto Urquía. Ambos se reunieron en Córdoba.
Ahora, la prioridad
del Presidente es estabilizar el mercado cambiario. Su tabla de salvación. La
elección de Hernán Lacunza serenó los mercados y permitió abrir un diálogo con
la oposición. Esa tarea iba a ser imposible con Nicolás Dujovne. El ex ministro
había confrontado con el propio Fernández.
Lacunza fue descarnado en su primera exposición en “Los
Abrojos”. Afirmó que la situación era precaria y que la única
prioridad debía ser ponerle un techo al dólar, para anclar los mercados.
Y advirtió de los
riesgos: “Podemos ganar, podemos perder, pero también podemos salir por la
ventana”, afirmó.
Después concluyó:
“Frenemos la corrida y en 10 días vemos”.
Se trató de una reunión sincera y fuerte. El
Presidente interrumpió una explicación de Rogelio Frigerio y le preguntó: “¿Vos
crees que soy tan boludo?”.
Lacunza ganó la
primer batalla con el dólar. Fue clave corregir los errores que cometió el BCRA
para intervenir -la semana pasada- en el mercado. Guido Sandleris pareció ir
siempre atrás de los acontecimientos y eso mantuvo el clima de intranquilidad.
Ahora Lacunza
corrigió: hay una política más
agresiva y preventiva para intervenir en el mercado.
También ayudó la
reunión con los economistas de la oposición. Cecilia Todesca le dijo: “Estamos
de acuerdo, el dólar tiene una paridad razonable”. El billete estuvo calmo.
Pero la economía está llena de acechanzas: hay inquietud por el drenaje de las
reservas.
Lacunza aseguró a
sus colegas: “Las reservas estarán bien, en la medida que desembolse el FMI”.
Roberto Cardarelli –por ahora- llevó adelante la estrategia preferida de los
burócratas del FMI: ganar tiempo. Aprovechó el cambio de ministro y postergó la
misión a Buenos Aires.
Esa decisión expone
una cuestión clara: el cronograma previsto para la revisión del acuerdo
está atrasado y casi con seguridad el dinero – 5.500 millones de dólares-
no entraría el próximo 14 de septiembre.
La semana pasada ya
tenía esa información el ex ministro Nicolás Dujovne.
Dujovne renunció el
lunes, después del voto contra la política económica.
Macri le respondió
con una evasiva: “Vos seguís. Lo vamos hablando”. Hubo un sondeo a Carlos
Melconian -que no prosperó- y otro a Rogelio Frigerio, que el ministro rechazó.
Frigerio respondió
así a la oferta: “Acá hay que
hacer un cambio de Gabinete y no de un solo ministro”. Pero
la prioridad del Presidente en esos momentos era otra. Clarín confirmó que ese día
lunes también renunció Marcos Peña. El jefe de Gabinete le dijo a Macri que era
el responsable de la campaña y que asumía su responsabilidad. Que presentaba su
renuncia y se iba del gobierno.
Macri no cedió. El
Presidente cree que si cae Peña, después van por su cabeza y eso pondría
en peligro terminar el mandato. Ambos tienen una simbiosis muy particular.
El empresario Nikki
Caputo lo explica así: “Peña, es Mauricio. Marcos elabora sus ideas”. Por
eso Macri rechazó de plano la
dimisión de Peña. Y lo defendió frente a los duros embates de
María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Ambos pidieron su cabeza en
dos ocasiones. El lunes después de la derrota y el último sábado, cuando
Dujovne reiteró por escrito su dimisión.
Vidal esta furiosa
con Peña. La gobernadora dice que fracasaron todos su métodos y evaluaciones
políticas: primero la unificación electoral. Pero también -dice Vidal- Peña
cometió dos errores clave que
la elección desacreditó: dijo que la gente no iba a votar por la economía y que
Alberto era mal candidato. Ahora Vidal piensa en octubre. Pero también piensa
en diciembre: dicen que estaría dispuesta a competir contra Macri por la
conducción del PRO.
(*) Clarín, 22/8/019
Comentarios
Publicar un comentario