La columna económica de Roberto Cachanosky
La columna económica de Roberto Cachanosky
Por qué creo que dolarizar la
economía argentina es la única salida (*)
Por qué creo que dolarizar la
economía argentina es la única salida (*)
En
los últimos días vemos que ni el apoyo del FMI ni las ventas del Banco Central
(BCRA) logran tranquilizar el mercado de cambios. Es indudable que el resultado de las PASO avivó la
ya profunda desconfianza en un futuro gobierno del kirchnerismo, porque la
corrida cambiaria junto con el desplome de la Bolsa y de los bonos se produjo una vez conocido el
número de votos alcanzado por la fórmula FF (Alberto
Fernández-Cristina Fernández de Kirchner). Hasta el viernes anterior, había
huida hacia el dólar, pero todavía no se había producido una fuga masiva.
Se
podría argumentar que el retiro de los depósitos bancarios obedece al miedo a
que el kirchnerismo vuelva a imponer un corralito; sin embargo lo que ocurre no
es que la gente retira pesos de los bancos y los guarda en una caja de
seguridad. La gente retira pesos del mercado y compra dólares, porque no
cree en el peso como reserva de valor.
Muchos
especulan con teorías conspirativas según las cuales algunos operadores están
haciendo saltar el dólar. Eso no se veía, por lo menos hasta el mes de julio
pasado. De acuerdo al Informe del Mercado de Cambios que publica el BCRA, el
mes pasado las "personas humanas", que básicamente demandan moneda
extranjera para atesoramiento y viajes al exterior, compraron de forma neta US$
2.177 millones; las empresas del sector real fueron vendedoras netas de moneda
extranjera por US$ 1.913 millones; y los "Inversores institucionales y
otros", tanto residentes como no residentes, efectuaron compras netas en
el mes por US$ 1.456 millones.
O
sea que, en montos netos, los mayores compradores fueron las personas físicas,
ahora llamadas "humanas". En julio, más de 1,5 millones de personas
físicas compraron dólares; el 69% de las compras fue por montos de hasta U$S
10.000 por persona. Las compras brutas de las personas humanas promediaron los
U$S 1.500 per cápita.
Dicho
sin vueltas, Argentina no tiene moneda
En
otras palabras, podemos inventar todas las teorías conspirativas que
queramos, pero la realidad es que el argentino no cree en el peso como reserva
de valor. Para que una mercadería sea considerada moneda, tiene que
cumplir dos requisitos: 1) ser aceptada ampliamente como medio de intercambio y
2) ser reserva de valor. El peso no es reserva de valor y, por lo tanto, no es
moneda. Dicho sin vueltas, Argentina no tiene moneda, solo
tiene unos vales para hacer transacciones de corto plazo, pero no hay forma de
tener moneda para hacer operaciones de largo plazo. Voy más al punto: el
argentino ya eligió al dólar como su moneda. Les guste o no a los
nacionalistas. Finalmente,la moneda es una mercadería como cualquier otra
que sirve como moneda. No es un símbolo patrio. No se pierde la
soberanía nacional por no tener moneda emitida en Argentina.
¿Por qué no tenemos moneda? Porque los políticos son
gastadores compulsivos ante una sociedad que demanda que el Estado le regale el
fruto del trabajo ajeno. Esto lleva a que el Estado gaste más de lo que recauda
y cubra el déficit fiscal con emisión monetaria. De tanto darle a la maquinita
para imprimir billetes, destruimos el peso moneda nacional, el peso ley 18.188,
el peso argentino, el austral y el actual está en terapia intensiva. Un
peso actual es equivalente a 10 billones de pesos moneda nacional. Un uno más
13 ceros atrás.
Segundo
dato, a partir de 1972, cuando Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del
dólar al oro, todo el sistema monetario mundial está basado en la confianza que
hay detrás de cada papel que emiten los bancos centrales. La inmensa mayoría de
la gente que compra dólares como reserva de valor desconoce qué hay en la Reserva Federal
respaldando cada dólar que hay circulando. Lo mismo ocurre con el euro. ¿Por
qué aun así la gente prefiere l dólar al peso? Porque será anti yanqui,
detestará a Trump, pero sabe que las instituciones políticas y
jurídicas de Estados Unidos funcionan de tal manera que impiden que
Trump o cualquier otro presidente pueda destruir el dólar. El que más daño le
hizo al dólar fue Jimmy Carter y salió eyectado de la presidencia de EEUU al
final de su primer mandato cuando Ronald Reagan le ganó por varios cuerpos de
ventaja las elecciones.
Considerando
que hoy en día no existe más el patrón oro y que lo que respalda los
papeles pintados es la confianza en las instituciones jurídicas y políticas de
un país junto con su dirigencia política, creo que no tengo que abundar en
detalles para demostrar que la dirigencia política argentina, ni sus
instituciones jurídicas y políticas le ofrecen confianza a la gente como para
respaldar con el prestigio de nuestra dirigencia política cada peso que hay en
circulación. Esto lleva a la conclusión de que Argentina no puede
emitir un papel que sea moneda porque la gente no cree en su dirigencia
política y desconfía de la justicia.
De
lo anterior se desprende que la gente no acepta el peso como moneda y ya eligió
el dólar como la moneda reserva de valor y, en muchos casos, medio de
intercambio.
De
lo anterior cae de maduro que los argentinos tenemos que aceptar la
realidad y dolarizar la economía, porque la gente ya lo decidió. No es
un delirio de este economista, es la decisión de la inmensa mayoría de los
argentinos.
Y
digo dolarizar porque a medida que va pasando el tiempo, medidas
económicas que podían resolver algún problema, hoy ya no sirven porque la
economía empeoró por el nivel de gasto público, por la presión impositiva y por
la falta de seguridad jurídica que ofrece la dirigencia política. Así
como en 1991, la convertibilidad logró frenar la hiper, hoy no sé si una medida
similar sería creíble y, por lo tanto, se necesitan medidas más potentes.
Aclaro
que la dolarización de la economía no evita tener que hacer la reforma
laboral, la reforma del Estado en sus tres niveles, la reforma impositiva y la
integración de la economía argentina al mundo. Los problemas estructurales
no se resuelven con medidas monetarias, se resuelven haciendo las reformas
correspondientes.
Los nacionalistas podrán despotricar contra la dolarización y
denunciar falta de patriotismo con su típico discurso populista, pero si como
ellos quieren seguimos así, con un 120% de aumento del dólar en los últimos 12
meses,
el descalabro que estamos viviendo no tendrá fin.
Concluyo:
si alguien cree que dolarizar la economía es un delirio, yo respondo que es
un delirio creer que nuestra dirigencia política actual puede ofrecer confianza
para respaldar un pedazo de papel llamado peso.
(*) Infobae, 31/8/019.
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