El escrito de Juan Carlos Tealdi
El escrito de Juan Carlos Tealdi
Política y religión
¿Cuál es el conflicto?
Una religión, dos humanismos
Animal-hombre y Animal-divino
¿Por qué cayeron los ángeles?
LA
CAÍDA DE
LOS ÁNGELES (*)
Política y religión
La religión ha vuelto a ser noticia. Eduardo Febbro
informó en su nota “Un complot made in USA para voltear a Francisco”
(Página/12) que el periodista francés Nicolas Senèze publicó un libro titulado Cómo América
quiere cambiar de papa, en el que brinda detalles de un
complot de grupos ultraconservadores dirigido a dañar la figura del papa
Francisco. Esos “teólogos de la prosperidad” entienden, entre otras cosas, que
el espíritu del actual papado es demasiado liberal y contrario a los intereses
empresariales estadounidenses globalizados, y le exigen su renuncia.
Eli Gómez Alcorta, en su nota Les jueces del Papa,
criticó el lanzamiento de una reciente iniciativa del Vaticano para una
justicia social basada en la encíclica Laudato si (La Nación tituló:
“Un grupo de jueces conforma un foro bajo la guía del Papa”), y la presentación
por la
Conferencia Episcopal del documento El dios de la
vida y del amor humano, que Clarín titulara: “Dura crítica de la Iglesia contra la
‘ideología de género’ y el aborto”.
Emanuel Respighi, en “¿Está bien que la TV pública tenga programas
religiosos?” (Página/12),
Claudio Mardones en “La campaña y la crisis afianzan la alianza de Mauricio Macri
con la iglesia evangélica” (Tiempo Argentino), y Soledad Vallejos
en “Cómo trabaja el lobby antiderechos en el Congreso”, sumaron material al
tema.
Mauricio Macri, por su parte, fue a la misa por la Fiesta del Milagro en
Salta, y en su sermón, el arzobispo Mario Cargnello, puesto en crítico social
aunque acusado de misoginia, le dijo: “Por eso, Mauricio, has hablado de la
pobreza. Llévate el rostro de los pobres. Son dignos, son argentinos y son
respetuosos; merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos. Vale para
todos, hermano”. Macri lucía como una suerte de extraviado Nabucodonosor.
Por si todo eso fuera poco, el orfebre Juan Carlos
Pallarols reveló que Macri no usó el bastón que le había diseñado para su
asunción porque “pensaron que tendría una macumba” (hecha por Cristina). Y en
el pueblo cordobés de Sampacho, el cura recorrió las calles con tres camiones
regadores de la municipalidad mojando el pueblo con agua bendita y arrojando
kilos de sal, con la venia del intendente que perdió las elecciones y autorizó
el exorcismo. Mucho de religión y política. ¿Qué está pasando?
¿Cuál es el conflicto?
Cabe hacer una crítica socio-política del sacerdocio y
los dogmas religiosos en relación a su referencia con el Estado y las garantías
de derechos, yendo desde la sociología y la política hacia la religión, y esto
es de la mayor relevancia. Pero también podemos ir desde una interpretación de
la religión y sus fenómenos hacia la política.
Una pregunta inicial: ¿cuál es el conflicto entre
concepciones de la religión en algunas de estas noticias? Porque, por ejemplo,
uno de esos teólogos de la “teología de la prosperidad” es George Weigel, que
ha sido desde el Centro de Ética y Políticas Públicas en Washington (1976) la
contracara reaccionaria al Instituto Kennedy de Ética (1971) de la Universidad jesuita de
Georgetown, en esa ciudad, y al Hastings Center (1969) de Nueva York,
focalizado en ética pública y que tuvo entre sus miembros a Al Gore. Estos dos
centros fueron la vanguardia en el nacimiento y la difusión internacional de
una bioética liberal (en el mejor sentido de la palabra), y una de las
corrientes que lo hizo posible, según Albert Jonsen (The Birth of Bioethics, 1998), fue la
concurrencia de teólogos que redescubrieron los supuestos tradicionales de la
ética. Pero Weigel, aunque es teólogo, trabaja con el enfoque que promovió
George W. -Bush al triunfar fraudulentamente contra Gore. Es el enfoque
republicano, ultraconservador, belicista e imperialista de los supremacistas. Y
sin embargo, pese a esas diferencias, todos se dicen teólogos “humanistas”.
¿Cuál es el conflicto teológico entonces?
Una religión, dos humanismos
El cristianismo vino a constituir, con la encarnación de
Jesús, una
antropología metafísica –un humanismo— en la que el hombre
alcanza el lugar más alto en la creación y el universo: “Hagamos un hombre a
nuestra imagen, según nuestra semejanza”. No obstante, y desde el inicio, en el
cristianismo hubo distintas visiones del ser del hombre. Basta como ejemplo el
conflicto entre Francisco de Vitoria y los teólogos de los Reyes Católicos en
cuanto a la condición “de los indios recientemente descubiertos”. Para el
primero, “Nos queda pues, esta conclusión cierta: que antes de la llegada de
los españoles, eran ellos verdaderos señores, pública y privadamente”. Para los
teólogos de la corona, en cambio, podía reducírselos a esclavitud como habían
hecho los portugueses con los negros africanos.
Esa disputa original sobre la condición humana en el
seno del cristianismo permite entender la diferencia entre una antropología
cristiana metafísica del culto eternizado (latinizado si se quiere), el dogma,
el rito, el clero, el poder y los ricos, en el dominio destructivo de la naturaleza,
que aunque “canónica”, es “desencarnada” –al modo Weigel y la “teología de la
prosperidad”—; y otra, la antropología cristiana más “materialista” –social y
políticamente hablando— del culto comunitario temporalizado, la palabra abierta
al diálogo, las ceremonias de humildad y la opción por los pobres de un hombre
administrador de la madre tierra, que se propone liberadora y encarnada – a la
que “peligrosamente” se acercaría la teología franciscana. Es una disputa desde
el origen de la cristiandad que puede verse como mera contradicción interna
pero que puede explicar buena parte de lo que ocurre.
Animal-hombre y Animal-divino
Pero hay otra conflictividad, esta externa, con la que
el cristianismo queda obligado a enfrentarse. Se trata de las visiones que
discuten qué cosa sea la religión, cuál es su cuerpo y su origen. Son teorías
como “Los hombres hicieron a los dioses a su imagen y semejanza” (Feuerbach);
el animismo de
Edward Tylor que puso ese origen en las creencias en que plantas, animales y
objetos tienen alma o conciencia propia; y aquella de “Los hombres hicieron a
los dioses a imagen y semejanza de los animales” (Gustavo Bueno, El animal
divino, 1995).
Esta última sostiene que a partir de la convivencia
inicial prehistórica del hombre como un animal más entre los animales, y en su
creciente hominización, las sociedades cazadoras “endiosaron” a los animales
(los bisontes del arte rupestre, Quetzalcóatl la serpiente emplumada u Horus el
halcón egipcio, entre tantos otros); luego se trazaron ritos y cultos para su
conversión en hombres-animales o “mensajeros” (ángeles) mitológicos
antropomorfos (Ilíada), en las sociedades agrícolas que los domesticaban;
y finalmente pusieron al hombre en el centro de la naturaleza y el mundo con el
cristianismo, y los animales pasaron a ser autómatas sin conciencia (sustancia
extensa con Descartes) bajo el dominio del hombre (sustancia pensante).
En ese marco externo, la religión –el cristianismo— se
enfrenta hoy a tres problemas en conflicto: el de las relaciones sociales y
políticas entre los hombres, cuya expresión mayor es la pobreza y la
desigualdad frente al “Dios-dinero” del neoliberalismo; el de las relaciones de
los hombres con la tecno-ciencia y el dominio corporativo global; y el de sus
relaciones con el medio ambiente y la catástrofe ecológica. El papa tomó su
nombre de Francisco de Asís entre cuyas señas está la hermandad de los pobres y
el enlace predicante con los animales. Pero pobreza y ecología señalan el
fracaso del capitalismo neoliberal y por eso son dos ejes del conflicto entre
religión y política.
¿Por qué cayeron los ángeles?
Macri es un hombre “práctico” que parece mirar al futuro
alejado de todo culto, rito y piedad religiosa. Pero a la vez, su religiosidad
se muestra regresiva cuando cree en la macumba, propia en todo caso del
animismo primitivo de Tylor. Sus conductas después de la derrota en las PASO
quizá puedan leerse en la perspectiva que el cristianismo tiene en la figura del ángel caído.
Antes de la creación del hombre, Dios creó a los
ángeles, seres de gran pureza y bondad, para servirle, y para proteger a
los humanos (Ángel de la Guarda ).
Pero algunos de ellos, por desobedecer y rebelarse contra Dios –la serpiente
bíblica no es más que Lucifer, el ángel malvado—, fueron expulsados de los
cielos: son los ángeles caídos. Hay dos interpretaciones de sus actos. La
primera sostiene que pecaron de soberbia al creerse superiores
(Santo Tomás). Francisco Suárez lo atribuye, sin embargo, a su envidia del
hombre al saber que en el plan de Dios estaba llevarlo al estado de gracia
santificante y a la unión hipostática de las
naturalezas humana y divina en Cristo.
Quizás la caída del mejor equipo de los últimos
cincuenta años haya sido por la soberbia angelical de creerse superiores. O
quizá haya sido por la envidia hacia aquellos a los que les hicieron creer que
podían ser protagonistas en el mundo terrenal. O por ambas razones.
La Calumnia de Apeles
Pero aquella caída quizá pueda ilustrarse desde un
cuadro de Botticelli. Se trata de una alegoría inspirada en el cuadro más
afamado del pintor Apeles (352-308
aC ). El rey Midas, después de haberle sido concedido su
deseo de poder transformar en oro todo lo que tocara, y de haber tenido que
renunciar a ello porque su comida se volvía oro y se iba a morir de hambre,
intervino como juez perjudicando a Apolo. Este lo castigó por mal juez con
enormes orejas de burro. Botticelli presenta a Midas en su trono mientras la Sospecha y la Ignorancia le susurran
malos consejos en sus orejas. Frente a él un monje (el Rencor), sujeta a una
joven (la Calumnia )
a quien le arreglan el pelo la
Envidia y el Fraude. La Calumnia arrastra por los pelos a un joven que
pide clemencia. Le siguen la
Penitencia , vestida de negro, y por último una joven –la Verdad desnuda— que señala
al cielo. Figuras de los años del gobierno actual. “Nada nuevo bajo el sol”,
dice el Eclesiastés.
(*) El cohete
a la luna, 22/9/019.
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