La columna internacional de Germán Gorraiz López
La columna internacional de Germán Gorraiz López
¿El coronavirus hará tambalear la
autocracia china?
¿El coronavirus hará tambalear la
autocracia china?
¿El coronavirus hará tambalear la
autocracia china?
Germán
Gorraiz López (31/01/2020)
Edward L. Bernays, sobrino de Sigmund Freud y
uno de pioneros en el estudio de la psicología de masas, escribió en su libro
Propaganda (1928), “La manipulación deliberada e inteligente de los hábitos
estructurados y de las opiniones de las masas es un elemento importante en las
sociedades democráticas. Aquellos que manipulan este oculto mecanismo de la
sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder dirigente
de nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes están amoldadas, nuestros
gustos formados, nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los
que nunca hemos oído hablar”. Asimismo, fundamenta el sustento de todos los
sistemas de gobierno en la “manipulación de la opinión pública ya sean
monárquicos, constitucionales, democráticos o comunistas, y, de hecho, el
Gobierno sólo es Gobierno en virtud de esa aquiescencia pública”.
En otro de sus libros, “Cristalizando la
opinión pública”, desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la
influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así,
según sus palabras “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la
palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la
hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder
en quien confía (Xi Jinping). Este es uno de los principios más firmemente establecidos
por la psicología de masas”. En consecuencia, la propaganda del Politburó chino
será dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad
del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas
expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustentan.
Por su parte, el estadounidense Harold
Lasswell (uno de los pioneros de la “mass comunicación research”), estudió
después de la Primera
Guerra Mundial las técnicas de propaganda e identificó una
forma de manipular a las masas (teoría de “la aguja hipodérmica o bala
mágica”), teoría plasmada en su libro “Técnicas de propaganda en la guerra
mundial (1927). Dicha Teoría se basada en “inyectar en la población una idea
concreta con ayuda de los medios de comunicación de masas para dirigir la
opinión pública en beneficio propio y que permite conseguir la adhesión de los
individuos a su ideario político sin tener que recurrir a la violencia”. Dichas
técnicas de manipulación de masas habría conseguido el encefalograma plano de
la conciencia crítica de la sociedad china actual, conciencia acrítica
favorecida por la asfixiante censura ejercida por el Gobierno chino en Internet
y aunado con el finiquito del código deontológico periodístico habrían
convertido a la mass media china en mera correa de transmisión de los
postulados del Partido Comunista chino.
¿El coronavirus hará tambalear la
autocracia china?
El actual sistema dominante chino utilizaría
asimismo la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales
para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser
acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas
de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las
técnicas de manipulación de masas. Así, el sociólogo y filósofo alemán Herbert
Marcuse, en su libro “El hombre Unidimensional” (1964), explica que “la función
básica de los medios es desarrollar pseudonecesidades de bienes y servicios
fabricados por las corporaciones gigantes, atando a los individuos al carro del
consumo y la pasividad política”, sistemas políticos que serán caldo de cultivo
del virus patógeno conocido como “autos-kratos” o autocracia.
La autocracia sería una forma de Gobierno
ejercida por una sola persona con un poder absoluto e ilimitado, especie de
parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia
formal), que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista llegado al
poder se metamorfosea en líder Presidencialista (Xi Jinping), con claros tintes
totalitarios (inflexible, centralista y autoritario), lo que confirma el
aforismo de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto,
corrompe absolutamente”.
Sin embargo, la falta de previsión y adopción
de medidas profilácticas por las autoridades chinas en los casos de
contaminación del aire, la falta de previsión en la crisis de la peste porcina
que habría aumentado los precios de la carne de cerdo hasta límites
estratosféricos y la reciente irrupción de la pandemia del coronavirus (con sus
consiguientes efectos colaterales en forma de oscurantismo informativo,
cuarentenas de ciudades, paralización de la actividad productiva y episodios de
desabastecimiento de alimentos), podría provocar el final del endémico
aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico que conforma la actual
China.
Así, estaría ya surgiendo un nuevo individuo
reafirmado en una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en
desuso pero presentes en el código atávico chino como el respeto al medio
ambiente, la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e
injusticia imperantes y dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas
por el Partido Comunista. Ello terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la
conciencia crítica (consumismo compulsivo), no siendo descartable la aparición
de manifestaciones de protesta espontáneas integrados por ciudadano hastiados
de la incompetencia de los cuadros dirigente del Partido Comunista y de la
falta de las mínimas libertades democráticas, movimientos que irán in crescendo
y harán oscilar en sus valores al otrora monolítico Partido Comunista chino,
por lo que tras una incierta etapa en la que agonizará lo viejo sin despertar
lo nuevo, podríamos asistir a la celebración de elecciones democráticas en el
horizonte del 2025.
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