La columna política de Ignacio Zuleta
Sergio Massa durmió a Horacio Rodríguez Larreta, la
teoría del indulto K y el compañero Donald Trump
La tensión que le puso el Gobierno a las
relaciones con la oposición promete un fin de año con batallas terminales. El
oficialismo llamó por sorpresa a una sesión de Diputados este lunes, para
convertir en ley un corsé financiero al gobierno opositor de
El impulso aprovecha la excepcionalidad del
protocolo de sesiones semi-virtuales, que rige hasta este lunes en Diputados, y
que impone la posibilidad de habilitar una sesión especial sin aviso. La
oposición de JxC impugnará el llamado, porque quiebra el compromiso de que un
bloque pueda pedir presencialidad para el tratamiento de temas no acordados. En
ese caso, el llamado debe hacerse con seis días de anticipación. Esta
convocatoria se hizo el viernes a las 20:20, después de que el presidente de la
cámara Sergio Massa "durmiera" a la oposición. En una reunión del
jueves con las autoridades de las comisiones, que debían dictaminar sobre la despenalización
del aborto, les dijo que no estaba decidido que hubiera sesión este lunes. En
24 horas disparó el misil.
Los dramas de otra regencia cristinista
La decisión de ir a la guerra total para
aislarlo a Larreta prueba que es una fantasía -alimentada por dirigentes y
también por un sector de la prensa- que existe disidencia de fondo en la
trifecta presidencial. Alberto, Cristina y Massa no son lo mismo, desean,
sueñan, comen y huelen distinto, seguramente son entre sí sus peores enemigos,
pero en punto a estrategia política juegan unidos sin diferencias. Quien
apueste a esa fantasía, va a ver que siempre gana el cristinismo, que expresa
posiciones que no tienen contraparte eficiente en el Presidente ni en el jefe
de los Diputados. Es una consecuencia de la física política, porque Cristina
domina en el peronismo del principal distrito del país; Massa es un quebrado
que representa a la minoría de ese sector, y Alberto es un funcionario sin
territorio ni tropa propia.
Los tres son gente –hasta por edad, Alberto usa
bigote de comisario- con más pasado que futuro, y es comprensible que
posterguen disidencias por un instinto de conservación. Esto les da fuerza para
arrastrar el interés público del Gobierno a una agenda del interés particular
de la ex presidente, arrinconada por reproches judiciales que terminan
comprometiendo al conjunto. Esta Cristina se comporta con una regenta por sobre
los demás socios del Gobierno. Impone el estilo de otras regencias cristinistas
que Pérez Galdós describió con crudeza: "No hay cabeza que administre y
gobierne. Todo se vuelve aquí intrigas y discursos, miedos grandes de mujeres y
ambiciones pequeñas de hombres". Lo escribió sobre como la de María
Cristina de Borbón, regenta en
La otra pata: poner a
Este disciplinamiento de la oposición va de la
mano de otro movimiento, también ordenador de fuerzas ajenas, que el
oficialismo lleva sobre
Tanta pasión tiene un solo propósito:
mostrarle al Poder Judicial que no hay padrinos políticos fuera del peronismo
que gobierna. Este mensaje que emana de todas las decisiones que toma el
oficialismo en materia judicial, tiene hasta ahora sólo un freno.
Pícaro, tío Esteban reflotó el fantasma del
indulto
Profeta de mil batallas, Juan Carlos Romero
mentó al demonio en la última sesión del Senado, al reflotar la receta del
indulto como el final de las cuitas del peronismo encuadernado. La tomó del
decreto de Donald Trump que indultó al exasesor de seguridad nacional Michael
Flynn, quien le mintió al FBI en una investigación que rodeaba al presidente
americano (una inocentada, vista desde acá). Y se la sugirió al oficialismo,
como el remedio de los males judiciales de ex funcionarios del peronismo.
Reflotó el argumento del indulto como una solución para el embretamiento del
oficialismo en la agenda judicial de los ex funcionarios, y las dificultades
para sacarlos de ese purgatorio, en el primero de los cuatro años del mandato
albertista. Si esto sigue así, los juicios a Cristina se harán, presenciales o
por zoom, y las causas se encadenarán en el tiempo durante los próximos años.
Es probable que las arrastre hasta el 2023.
Si Alberto cree, como dice, que Cristina es
una perseguida política, ¿no la indultará antes de dejar la presidencia, como
lo hizo Gerald Ford con Richard Nixon, a quien también creía inocente? Irónico
con su barbita de tío Esteban (el personaje de César Romero en el Zorro), el
senador salteño dijo: "Un indulto o una amnistía, creo que es más
transparente, porque hay menos daño a las instituciones". Y remató:
"Lo mismo podría hacer el presidente Fernández: antes de concluir su
mandato dar una amnistía, un indulto, a todos los imputados. Será reprobable,
yo podría quejarme, pero por lo menos podremos decir que en los cuatro años del
presidente Fernández no se les hizo daño a las instituciones, aunque se le haya
hecho daño a la búsqueda de la verdad y la justicia en el país”.
Insólito, Mayans defendió a Trump de un fraude
Y ya que estamos con Trump, no imaginó el
extravagante presidente yanqui que tendría altos hinchas por estas costas. José
Mayans, inflamado en la última sesión del Senado al reprocharle a la oposición
todas las trapisondas del género lawfare, lo incluyó entre las víctimas de esas
campañas "contra los gobiernos populares”. Según el jefe del bloque
oficialista en el Senado, el gobierno de Cambiemos montó un tinglado judicial
destinado a derribar a los "gobiernos populares". Ese armado es el que
el actual gobierno, argumentó, ahora busca disolver con el corsé a los
fiscales, que es la ley Casal de reforma del ministerio público; la revisión de
los traslados y la extinción de dominio (que Macri ordenó en un lavadísimo
DNU). La audacia formoseña incluyó a Trump junto a Lula entre esos gobiernos
populares, una profesión de fe que no había explicitado nunca el oficialismo,
salvo en los episodios -episódicos- en los que Massa se vareaba con Rudy
Giuliani.
La mención a Trump hiere los esfuerzos de la
diplomacia de Olivos por subirse al carro de los vencedores con Joe Biden.
Estas sesiones son materia de diván para los políticos, porque esa mención la
completó Mayans con una defensa del derrotado como víctima de un sistema que
quiso imponer por acá el macrismo. Según el senador, Trump perdió las
elecciones con Biden por culpa del voto electrónico "que hoy denuncia
Trump que es un verdadero fraude. Dicen que algunos tienen la maquinita
escondida y le dijeron que, lamentablemente, perdió por dos votos. Eso es lo
que está diciendo Trump. Ese era el voto electrónico". Es imaginable el
regocijo que esta defensa producirá en el ánimo de Trump cuando se entere. En
los Estados Unidos lo que dice un "congressman" lo toman siempre muy
en serio. No como acá, donde los legisladores de todas las tribus pasan más
tiempo en marchas callejeras en torno al Congreso, que en sus bancas.
El turno de Schiaretti
El Gobierno cumple un año de la asunción de
Alberto y no ha podido modificar la herencia recibida en el campo judicial.
Esto explica la agresividad de aprovechar la última hora de las sesiones
ordinarias para:
1) Cerrar la reforma al sistema de fiscales,
que pone a todo el ministerio público en vilo.
2) Alinear a toda la oposición, bloqueando
cualquier camino que no conduzca a Olivos y al instituto Patria.
Tiene como blanco no sólo a Larreta. Tanto o
más importante es el rol de Juan Schiaretti, el mandatario más poderoso del
peronismo –por la dimensión de su distrito y porque tiene poder propio, no
vicario, como el de Axel Kicillof en Buenos Aires-. En las últimas horas hubo
más de un diálogo entre el jefe porteño y el gobernador. Los cuatro diputados
que le responden son claves para que el peronismo los sume a los 118 originales
que tiene. Schiaretti es el referente más importante del peronismo del
interior, que equilibra las fuerzas del oficialismo con el peronismo
metropolitano.
Alentó hasta el año pasado
Operación para desmoronarlo a Massa
El alineamiento en la doble maniobra de cerrar
las filas del oficialismo en torno al antilarretismo y en las reformas
judiciales también debilita a Massa como integrante de la mesa de tres patas.
Juntar el quórum y lograr los votos es, al final del día, su misión. Ha pedido
más tiempo para todas las leyes cristinistas: riqueza, reforma judicial,
reforma del ministerio público, ahora el recorte a los fondos de
Ponerlo de verdugo de las finanzas y del
proyecto de guerra a Larreta es pedirle una prueba de sangre, como aquellas que
les reclaman los jefes terroristas a sus reclutas, cuando los obligan a una
ejecución que pruebe su lealtad. En este caso lo están forzando a romper del
todo sus lazos de ideas (y generacionales, por amistad de años) con esa franja
que une a dirigentes de la oposición como el propio Larreta, Ritondo, Santilli,
Monzó. En estas horas, la tarea de esos dirigentes ha sido convencer a
legisladores de todo el país que resten apoyo a la sesión de este lunes.
Paladean en el Instituto Patria el desmoronamiento de Massa en este grupo de
sus amigos.
Ojo: discuten poder, no dinero
La misma mirada melancólica merecen los
dirigentes del círculo chico de Alberto, que entran y salen de Olivos, todos de
Produjo urticaria en el Gobierno nacional con
el proyecto de ponerle impuestos a las Leliq y a las operaciones de pases entre
los bancos. "Lo hacen ya Tucumán y Córdoba, y no han dicho nada",
respondieron ante las quejas de Miguel Pesce. Con esa plata y un ajuste en el
presupuesto "de contingencia" creen que compensarán el recorte que
les hicieron antes a la coparticipación y ahora a la policía.
El círculo porteño de Olivos en apuros
El círculo porteño que entorna a Alberto es
cautivo de esa estrategia, porque se la imponen desde arriba, porque ellos han
tenido su beneficio en la cohabitación con el macrismo, no en la confrontación.
Perdedores consuetudinarios en el distrito, aprendieron a respirar bajo el
agua, y a convivir como eterna oposición. Saben que arrinconar a los
gobernantes actuales de
Nunca tanto dependió de tan pocos
La oposición fatigó los zoom desde el viernes
para ajustar el discurso que llevarán este lunes a las
Juntos por el Cambio tiene 115 bancas contra
118 del Frente de Todos. Hacen falta 129 para arrancar y la suerte del proyecto
depende los 25 votos que se reparten entre el lavagnismo de los “federales”
–que de 11 bancas asegura que por lo menos 9 no dan quórum ni votan-, la
izquierda, que tiene dos diputados de
(*) Identidad Correntina
Fuente: clarín, 30/11/020
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