La columna política de Joaquín Morales Solá
Un
proyecto que destruye al kirchnerismo (*)
Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos, consideró que las graves
denuncias contra el incombustible Gildo Insfrán son
puro cuento. Pietragalla es el mismo que en diciembre de 2017, cuando era
diputado, abandonó el recinto de
Insfrán, patriarca autoritario de
Formosa, hacinó
a miles de personas con el pretexto de la pandemia en centros en los que se
violaron todos los derechos elementales de las personas. Estaban con más policías que
médicos, virtualmente encarceladas. La comida consistía en alfajores revestidos de
telarañas de moho, según el testimonio fotográfico de periodistas formoseños.
"Es un chiste", contestó Pietragalla cuando le preguntaron si en
Formosa se habían violado los derechos humanos. Pietragalla es de los que creen
que los derechos humanos son propiedad del cristinismo y que su violación es
siempre culpa del otro. Y es, también, uno de los que profesan con más devoción
la teoría del lawfare; esto es: predica que en
Pietragalla
fue uno de los convocantes de la reciente manifestación del cristinismo ante el
edificio de la Corte Suprema, al
que llenaron de basura, en defensa de Milagro Sala. "
En
la desesperación por lograr la impunidad, Cristina se autoinculpa. Ha reiterado
varias veces que sus procesos judiciales son producto de decisiones políticas
de Macri. Es decir, ella sería una política inocente si el expresidente no
hubiera dado supuestamente la orden de que
El
principal propósito judicial de Cristina es lograr ahora que
La
estrategia de Cristina es casi descarada. Un eventual freno a ese juicio por
la obra pública postergaría también las indagaciones judiciales por lavado de
dinero en los hoteles de Hotesur y en los edificios de Los Sauces, todos
propiedad de la exfamilia presidencial. El supuesto lavado lo habrían
perpetrado la familia Kirchner y dos empresarios: Lázaro Báez y Cristóbal López. Báez
es el principal acusado en el juicio por la obra pública. Si hubo delito en la
adjudicación de la obra pública sería más fácil probar el lavado en esos
hoteles y edificios. Hotesur y Los Sauces interpelan solo a Cristina, a sus hijos y a
esos dos empresarios. No hay exfuncionarios en el medio. Es uno de los casos más graves que
acosan a la expresidenta y sus hijos. En efecto, a esas tres causas (la obra
pública, Hotesur y Los Sauces) debe agregárseles la de los cuadernos, que se
abrió cuando el chofer Oscar Centeno contó
casi obscenamente cómo y dónde se recibían los sobornos, para reseñar las
cuatro acusaciones de las que Cristina no podrá huir nunca. Están las pruebas acumuladas de
manera abrumadora; están los testimonios de los arrepentidos (empresarios, exfuncionarios
y hasta el contador de la familia Kirchner), y está la reciente resolución de
Aunque
Cristina no habla públicamente de decisiones arbitrarias para salvarse, varias
de las personas más cercanas a ella (el exjuez Eugenio Zaffaroni, por
ejemplo) señalaron la necesidad de un indulto o de una amnistía. El indulto es
una facultad presidencial que se puede resolver por un simple decreto firmado
por el Presidente. Alberto Fernández anticipó que no hará eso porque el indulto
debe aplicarse solo a casos con condena firme, no a los procesados, como es el
caso de Cristina. Es cierto, aunque hay una excepción en la historia. Menem indultó en
La
otra solución, que algunos cristinistas orearon en público, es la de una amnistía.
Esta es ya una resolución que debe aprobar el Congreso con el voto de las dos
cámaras. Las amnistías se usaron en la historia para perdonar delitos
políticos, nunca para enterrar hechos de corrupción. Y el Gobierno no tiene
Congreso ahora para aprobar semejante arbitrariedad. El solo proyecto de una
amnistía para esos delitos significaría también el fin del Presidente como
figura política. El reclamo insistente de Cristina Kirchner para que Alberto
Fernández se haga cargo de alejarla del peligro de la cárcel conlleva un final
tácito, consciente o inconsciente: la autodestrucción del gobierno que ella
misma creó. Es
como el chiste de Pietragalla: hundió aún más a Insfrán en las profundidades
del descrédito.
(*)
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