El enfoque de Eduardo Aulicino
Internas cruzadas y una jugada oficialista tensaron el
clima político y embarraron el camino para una postergación de las PASO (*)
Máximo Kirchner impuso
su criterio en el Gobierno. Y oficializó que se trata de correr las primarias y
no de anularlas, como querían los gobernadores del PJ. Se abrieron
conversaciones con la oposición, pero hubo malestar de Juntos por el Cambio
Nada de lo que está a la
vista facilita caminos para los acuerdos políticos y no es un tema menor llegar
a un entendimiento que modifique, aunque sea parcialmente las reglas de juego
en materia electoral. El coronavirus, bastante antes de la vuelta a la alarma
por las cifras de contagio, ya asomaba como el argumento para bajar o correr en
el calendario la realización de las PASO, pero antes había que liquidar algunos
capítulos. El oficialismo fue dirimiendo su propia pulseada interna y como en
otros terrenos, prevalece en estas horas el criterio del kirchnerismo duro: no
se trata de anular las primarias sino de postergarlas. Se habló por varias vías
con Juntos por el Cambio. Pero la jugada para dar por cerrado el trato levantó
presión en la interna opositora y, como ya ocurrió otras veces, terminó limando
a los negociadores.
Los acuerdos políticos pueden cambiar el clima político,
pero a la vez son fruto de ese clima. Y lo que pareció al menos comprometido en
este caso es precisamente ese factor, basado en el presupuesto mínimo del
compromiso. La difusión de un consenso o principio de acuerdo entre oficialismo
y oposición para postergar por un mes las PASO, de agosto a septiembre, surgió
luego de una cita para formalizar un reparto de fondos para obras en los
municipios bonaerenses. Sonaba a pacto. La conversación reunió a Máximo Kirchner y Eduardo Wado de Pedro –también
estuvo Sergio Massa-
con Cristian Ritondo y Jorge Macri.
Una de las vías para negociar, pero difícilmente la mesa para coronar un
entendimiento de esta naturaleza.
Las versiones sobre un trato cerrado o casi gatillaron
fuerte malestar y llamadas de un lado al otro entre los principales referentes
de JxC, además de contactos con el jefe del bloque de diputados del PRO y el
intendente de Vicente López. Nadie asegura que haya generado festejos entre los
gobernadores del PJ, que mayoritariamente demandaban tachar las PASO del calendario
de este año para no complicar su poder territorial en batallas internas con el
kirchnerismo duro y sentar un precedente para adelante. No es lo que pensaba
Máximo Kirchner, que finalmente impuso la diagonal de la postergación por un
mes.
“Prenden fuego a los negociadores”, se lamentaba
anoche un operador de JxC, abierto a discutir el cronograma electoral con
algunos compromisos básicos. En rigor, no es la primera vez que referentes con
cartel de moderados o negociadores son expuestos de este modo. Y el efecto es
previsible: cierta retracción en esos puentes. Nada está descartado, pero
quedaron a la vista costos personales y la demanda de colocar al Congreso como
ámbito de las tratativas.
Ritondo y Jorge Macri negaron vía Twitter que haya sido
sellado un acuerdo. Parecía claro, más allá de la movida oficialista para
exponerlo como un trato hecho. Era, coinciden las fuentes, un ámbito
significativo –porque se trata además de la provincia de Buenos Aires- para
avanzar con el tema, pero que aún requeriría puntadas claras para resolver la
cuestión y presentarla en sociedad. El malestar interno en la oposición quedó
reflejado en los tuits de Alfredo
Cornejo y Maximiliano Ferraro, titulares de
Las posiciones, en rigor, no parecen tan alejadas. En primer
lugar, se trataría de una garantía formal de que no habrá suspensión –es decir,
anulación- de las PASO, algo que debería ser expresado por ley. En segundo
término, se trataría de fijar fecha, pero en base a criterios sobre la
evolución de la pandemia en caso de que fuera necesario esperar mejores
temperaturas y mayor nivel de vacunaciones. Pero, además, hasta podría
especularse con postergar las PASO pero no las elecciones generales hasta
noviembre sino mantenerlas en octubre y achicar el lapso entre las votaciones.
Algo de eso planteó en su momento el sector de Martín Lousteau.
El Congreso es precisamente el ámbito que había señalado
Alberto Fernández a los gobernadores del PJ que reclamaban sin vueltas evitar
las PASO este año. Los jefes provinciales no estaban discutiendo criterios de
cuidados frente al coronavirus sino poder interno. El gesto presidencial los
colocaba en una silla para pulsear con el kirchnerismo duro. No lideraba su
reclamo. Máximo Kirchner expuso el rechazo a la cancelación de las primarias y,
descartada la idea de una virtual ley de lemas, comenzó a mover sus fichas
también fuera de los límites del oficialismo.
Pero en todo esto juegan también factores de concepción,
casi ideológicos y por momentos contradictorios. La lectura más negativa sobre
lo ocurrido ayer dice que no se trataría de un error que termina castigando o
esmerilando a los negociadores, sino una jugada de sello kirchnerista para quebrar
el frente opositor. La referencia a los años de Néstor Kirchner parece más
nostalgia que otra cosa. En medio de sus internas, los jefes opositores parecen
coincidir en un punto: quebrar la coalición no sería gratis en términos
electorales. Claro que la política a veces es poco racional.
Como sea, lo que quedó sobre la mesa es la desconfianza y el
cálculo más reducido. Eso no cierra las puertas a las negociaciones, pero les
pone un foco más potente tanto en la oposición como en el oficialismo, porque
remite al juego de poder con sello de la ex presidente. Algo parecido ocurre
con las versiones de la búsqueda de un acuerdo con la oposición para respaldar
el giro en las negociaciones con el FMI. Eso, al mismo tiempo que sube el
volumen de las críticas a la oposición y el nuevo ministro de Justicia anuncia
como primer objetivo de su gestión avanzar en Diputados con el cambio de las
reglas de juego para designar al jefe de los fiscales.
Está visto: el clima político sigue enrarecido. Y en el caso
de las elecciones, el manejo de las restricciones por el coronavirus no asoma
como la pieza real o por lo menos única. En todo caso, resulta un desafío
argumental como lo es después de un año dar un vuelco y colocar el costo
económico y social como un límite a los confinamientos de otros tiempos. ¿Y las
elecciones? Idas y vueltas de esta época.
(*) Notiar.com.ar, 31/3/021
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