El escrito de Jaime Durán Barba
Fernández, a la vejez viruela (*)
Un historiador
brasileño decía que Argentina parece una anciana paralizada por el recuerdo de
un pasado próspero, incapaz de pagar la renta de su departamento. Nuestro país
fue el único en Sudamérica que Inglaterra quiso conquistar, porque tenía tanta
tierra y agua como sus colonias norteamericanas.
Hasta 1930 estuvo
entre los diez países más ricos del mundo y Buenos Aires rivalizó con París
como capital cultural. En 1908 se inauguró la actual locación del Teatro Colon,
que compitió con las salas líricas más importantes como
Nuestras enormes
riquezas naturales contrastan con el tamaño de la población. Actualmente
Argentina tiene una densidad demográfica de 13 habitantes por kilómetro
cuadrado, Brasil 20,7, Estados Unidos 31,5 y México 53,4. Países ricos de otras
regiones tienen cifras más altas: Alemania 229,9, Reino Unido 247,7, Japón
342,9.
Deberíamos ser un
país muy próspero pero las cifras oficiales dicen que la pobreza afecta al 42%
de la población, aumentó el 6,5% en el último año. Hay 4,7 millones de
indigentes, el 10,5% de la población, 2,5% más que hace un año. Según Agustín
Salvia, director del Observatorio de
Explicaciones. Más allá de
delirios ideológicos, es imposible explicar racionalmente lo que ocurre: el
país se precipita al abismo, aparecen por todo lado síntomas de descomposición,
mientras el gobierno se pierde en laberintos ideológicos, afectado por el
síndrome de hubris de sus líderes. El presidente, en vez de afrontar los
problemas del país, se dedica a perseguir a
Desde 2007
Hace dos años el
país empezó a insertarse en el mundo, se iniciaron conversaciones para lograr
un acuerdo con
Contraste. La política
internacional del actual gobierno nos ha llevado a fortalecer la alianza con la
dictadura militar venezolana y algunos atolones del Caribe financiados por ella
que, sumados, no tienen una economía comprable con cualquiera de nuestras
provincias.
Los principales
líderes del mundo conversaban permanentemente con el anterior presidente
argentino y lo respetaban. Durante esta semana, cuando Alberto iba a hablar en
una importante cumbre internacional, el presidente norteamericano se fue sin
oírlo. Sus dichos no interesan.
En cuanto a la
pandemia no hay conciencia de que se juega con vidas humanas. Un abogado
entusiasta, en contra de la opinión de sus propios ministros, decide manejar la
crisis sanitaria. Toma medidas sin explicarlas, pensando más en combatir a las
autoridades de la ciudad de Buenos Aires que en la salud de los argentinos.
No es buen
momento para eso. La pandemia está fuera de control en el mundo. Algún
académico de Harvard dijo que probablemente acabe con la especie. Es hora de
que médicos con formación académica, integrados a la comunidad científica
internacional, tengan la voz cantante en este problema, no políticos que hacen
cálculos electorales.
Es indispensable
que los políticos dialoguen con honestidad, que usen el método científico para
resolver los problemas. Más allá de que sean terraplanistas, templarios, o
seguidores de Boko Haram, deberían comprender la realidad.
Aunque algunos,
alentados por sus fantasmas, crean que esto es absurdo, los países que atraen
inversiones y arman políticas para generar riqueza, son más prósperos que los
que persiguen a la inversión y reproducen pobreza.
No solo que
cuando se genera riqueza hay más ricos. También sucede eso: en el Beijing
capitalista hay más billonarios que en Nueva York, en la capital de Mao no
había ninguno. Pasa también que los pobres de los países prósperos viven mejor
que buena parte de nuestra clase media, crean ciencia y tecnología, producen
vacunas y pueden enfrentar mejor las pestes. En Estados Unidos vacunan a
millones de personas por día, pronto habrán vacunado a la mayor parte de la
población con medicamentos de calidad.
Muchos
latinoamericanos arriesgan la vida por entrar a Estados Unidos. No se sabe de
miles de norteamericanos que se lancen al Caribe huyendo de la opresión
capitalista para radicarse en Cuba.
Ideologías. Los seres
humanos habitamos en mundos simbólicos que constituimos basados en la realidad,
pero que son ideología en el sentido laxo de la palabra. Cuando un niño se cría
aislado de otros seres humanos termina como Gaspar Hauser, el bávaro que no
entendía el mundo de sus congéneres, cuando apareció en el siglo XIX. Cuando un
infante es criado por lobos termina ubicado en un universo lobuno, como ocurrió
con los cien niños que vivieron esa experiencia y nuca aprendieron a ser
“humanos”.
En la política
las ideologías nos permiten estructurar nuestras ideas, pero también impiden
una aproximación racional a la realidad. No soy neutral cuando escribo sobre
Venezuela porque rechazo visceralmente las dictaduras militares y no puedo
evaluar si es bueno o no un gobierno que logró que el 25% de los pobres huyan
del país por el hambre.
En la década de
1970 la izquierda era de izquierda. Ni bueno ni malo, solo coherente. Partidos
que no creían en la democracia ni en el mercado gobernaban la mayor parte del
globo. Pretendían lograr un gran desarrollo económico en sociedades
igualitarias y que “
En Argentina
operaba una guerrilla de izquierda, el Ejército Revolucionario del Pueblo y
Montoneros, un grupo armado peronista que combatía al gobierno de Perón. El
presidente rompió con ellos cuando asesinaron a uno de sus más íntimos
colaboradores, el líder sindical José Ignacio Rucci. Poco después los echó de
Su actitud con la
izquierda se endureció después del copamiento de la guarnición de Azul, cuando
ordenó que se elimine a los subversivos de uno en uno. Su ministro José López
Rega organizó las tres A, grupo que asesinó en poco tiempo a más de mil
militantes, en el que habrían participado algunos jóvenes sindicalistas
cercanos al actual gobierno. No eran muy de izquierda.
Cuando los
militares dieron el golpe, bastantes militantes de izquierda lo festejaron.
La dictadura
militar continuó la tarea iniciada por orden de Perón y asesinó o persiguió a
miles de personas vinculadas con la guerrilla o simplemente sospechosas de
pensar. El director de nuestro grupo editorial, Jorge Fontevecchia, estuvo
entre los detenidos por la soldadesca.
En ese tiempo
toda la gente de izquierda y progresista trató de defender a los perseguidos.
Otros se hicieron los distraídos o se dedicaron a otras actividades simplemente
porque no eran de izquierda.
Cristina dice que
en ese entonces hizo fortuna ejerciendo su profesión de abogada. No he leído
una investigación que averigüe cuáles fueron sus clientes, pero es seguro que
nunca defendió a un detenido de izquierda o averiguó por un desaparecido. No sé
si lo habrá hecho Alberto, abogado especializado en derecho penal.
Después todo se
volvió confuso. Algunos descubrieron la izquierda cuando estaban viejos y creen
que Putin es líder del proletariado internacional. Se confunden. Ser pro
ruso no es ser pro soviético.
En nuestro país
algunos políticos descubrieron tarde la izquierda. Creen que ser revolucionario
es ser autoritario, así como hay templarios que no montan a caballo, ni son
monjes guerreros. Las supersticiones son una broma cuando no ponen en peligro a
los demás.
Se convierten en
algo grave cuando algunas autoridades, por ser leales a una revolución que no
existe, privilegian vacunas chinas y rusas sobre las “imperialistas”. Están
jugando con la vida de la gente. Las vacunas pueden ser buenas, aunque se
produzcan en países democráticos.
Habría sido mejor
que militen en la izquierda cuando eso se vinculaba a una utopía universal,
aunque era peligroso. Como decían los antiguos, la viruela es una enfermedad
propia de los niños. Cuando se adquiere a la vejez, produce resultados
imprevistos. Parece que altera la cabeza.
(*) Perfil, 25/4/021
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