Lucía Cope y una pregunta fundamental
¿Por
qué solo llegaron 10 de las 55 millones de dosis prometidas por el gobierno?
(*)
Esta
madrugada, el presidente Alberto Fernández se acercó a Ezeiza a recibir un
millón de dosis de la vacuna Sinopharm provenientes de Beijing en celebración
de que Argentina alcanzó las 10 millones entregadas en el marco de la campaña
de vacunación “más grande de nuestra historia argentina”, como la bautizó el
gobierno. Más allá de la demagogia que representa el acto, la contracara del
festejo del presidente son todas las dosis que no se entregaron: más de 55
millones.
Recordemos
que, en octubre de 2020, el presidente anunciaba que para finales de ese mismo
año iba a haber “millones de argentinos vacunados”. En diciembre, cuando firmó
el contrato con Rusia, dijo que antes de fin de año llegarían 600 mil dosis,
que se completarían con 20 millones más entre enero y febrero. En el caso de
AstraZeneca, que involucra también al empresario argentino Hugo Sigman y al
laboratorio mexicano Liomont, el contrato estimaba más de 22 millones de dosis
para el primer semestre.
Aunque
estamos muy lejos de haber recibido lo pactado, los laboratorios han salido
indemnes de la situación. Peor aún, en la conferencia de prensa que protagonizó
el presidente unas horas más tarde se mostró orgulloso de tener al “95% del
personal de salud vacunado y al 70% de los adultos mayores”. La realidad es que
la mayoría de esos grupos no recibió la segunda dosis y que, ya entrada la
segunda ola, vemos las consecuencias del retraso en las entregas, como lo son
el aumento de la mortalidad y de las hospitalizaciones.
¿Escasez mundial o
monopolio de la producción?
El gobierno
adjudica el problema a la escasez mundial de vacunas. Sin embargo la escasez es
relativa, porque Estados Unidos notificó que tiene al menos 60 millones de
vacunas AstraZeneca que compró y no tienen destino asignado, que no se aplican
porque están a la espera de los resultados de la última fase del ensayo clínico
en dicho país. En el mientras tanto cientos de países podrían utilizarlas para
inmunizar a su población.
Entre estas
dosis “de sobra” hay una parte cuyo principio activo fue producido en
Argentina, millones de dosis que iban a ser enviadas a América Latina desde
México pero que fueron desviadas a EE.UU. -supuestamente por falta de elementos
para el envasado. Ello fue reconocido por la ministra Carla Vizzotti, que se
reunió con la encargada de negocios de la embajada estadounidense intentando
destrabar el conflicto con AstraZeneca y de iniciar la importación además de
oxígeno medicinal, otro elemento faltante en nuestro país.
La
situación generada por los retrasos en el cumplimiento de los contratos
mientras la pandemia sigue haciendo estragos abrió un debate sobre las patentes
de las laboratorios que permite la monopolización de la fabricación de las
vacunas, aún cuando su prevalencia en medio de una pandemia pone en riesgo la
vida de la población. Frente a esto, en
La exportación de las
vacunas
En este
escenario de acaparamiento, distintos países han tomado medidas para garantizar
su propia provisión. China decidió cesar la exportación de las vacunas
Sinopharm en vistas de un incipiente rebrote del virus en su país, por lo que
la entrega de hoy a Argentina será la última en un largo tiempo. En India,
frente a la catástrofe sanitaria, el gobierno se vio obligado a suspender los
envíos al exterior y las entregas del mecanismo Covax; se trata de uno de los
mayores productores de vacunas del mundo, que solo tiene al 10% de su población
inoculada -incluso posee contratos muy similares a los de Argentina con
AstraZeneca, ya que el Instituto Serum produce vacunas del laboratorio
sueco-inglés para luego ser exportadas en su totalidad.
Al mismo
tiempo,
Alberto
Fernández podría tomar la decisión de cesar la exportación sino fuese por su
subordinación al imperialismo y el peso del lobby de las farmacéuticas en el
gobierno. Nuestro país podría incautar las dosis del laboratorio mAbxience de
Hugo Sigman y completar el proceso de envasado de la vacuna de AstraZeneca en
el Laboratorio de Hemoderivados de
Donde mejor
se expresa esto es en los contratos firmados con las grandes farmacéuticas. En
el caso de AstraZeneca implicó fijar una dependencia de Argentina respecto de
los insumos de Estados Unidos y de México para el envasado, de manera que la
escasez no es más que el resultado del monopolio pactado por el propio
gobierno. Es una muestra de la subordinación del país a la especulación
capitalista, cuyo máximos exponente es la confidencialidad de los contratos, lo
que les valió a las empresas la posibilidad de establecer condiciones leoninas,
blindajes jurídicos y de pago diferenciales para cada país. El secreto
comercial capitalista se revela así como contrapuesto a la salud de la
humanidad en su conjunto. La publicación de los contratos y el sometimiento a
un control popular es de primera necesidad, especialmente cuando se han puesto
en marcha las tratativas con Pfizer
El gobierno
«de los científicos» no es más que el gobierno de los laboratorios. Mientras la
población sufre las consecuencias de una campaña de vacunación extremadamente
limitada y la falta de medidas acordes a la situación sanitaria, Alberto
Fernández defiende el negocio a los privados. Enfrentar esta política con un
programa de intervención de los trabajadores está a la orden del día, que tenga
como primeras medidas la liberación de las patentes, la confiscación de las
dosis producidas en Argentina y la intervención y centralización de los
laboratorios e institutos de investigación bajo control de los trabajadores; de
esta manera, amplificar la producción y garantizar vacunas para Argentina y
Latinoamérica.
(*) Prensa obrera,
30/4/021
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