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Emulando a Tato Bores

18/5/012

 

Tato fue el símbolo de la militancia en televisión. Criticó con un humor sin igual a sucesivos gobiernos, civiles y militares, en una cabal demostración de coraje cívico. Sufrió en más de una oportunidad el castigo del que se valen los intolerantes para acallar las voces molestas: la censura. Al final de su brillante carrera sufrió la embestida de la jueza Servini de Cubría. Como contraofensiva, numerosos e importantes miembros del periodismo se acercaron y le dieron un respaldo memorable. Pues bien, el domingo pasado el periodista Jorge Lanata intentó recrear el apoyo al genial Bores. Actuando como un eximio director de orquesta sinfónica, Lanata se codeó con lo más graneado del periodismo antikichenrista para exigirle a la presidenta de la nación que realice periódicamente conferencias de prensa para que el pueblo sepa de qué se trata. En la tribuna no faltaron periodistas de vasta trayectoria, como Morales Solá, Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Pablo Sirven y Ricardo Kirschbaum. El objetivo de esta operación mediática fue más que obvio: presentar al gobierno nacional como un enemigo del “periodismo independiente”, una secta autoritaria y dogmática que no tolera el pensamiento crítico y libre.

 

De esa forma chabacana e hipócrita, emulando al formidable Tato, Jorge Lanata y sus invitados se presentaron ante la opinión pública como los embajadores del genuino periodismo, efectuado con objetividad e independencia. Ahora bien, quienes animaron la fiesta de Lanata lejos están de ser periodistas independientes. Ricardo Kirschbaum trabajas en relación de dependencia en el diario comandado por Ernestina Herrera de Noble. Por más alta que sea su jerarquía dentro de Clarín, no deja de ser un empleado. ¿A alguien se le puede ocurrir que Kirschbaum es un periodista independiente? ¿Alguien puede suponer que sus artículos son objetivos? Joaquín Morales Solá es el columnista político más importante de La Nación. Cada artículo que aparece con su firma encubre su odio y desprecio por el kirchnerismo como fuerza política y por Cristina como presidenta de la nación. ¿Alguien puede suponer que es el símbolo del periodismo independiente alguien que trabaja para el mitrismo? Lo mismo cabe decir del resto de los periodistas nombrados y de todos los que asistieron a la noche de gala del domingo pasado.

 

Confieso que me molesta bastante cuando la corporación mediática antikirchnerista presenta a sus empleados como “periodistas independientes”. Resulta una afrenta a la inteligencia del pueblo mentir de manera tan descarada. Ni Morales Solá, ni Kirschbaum, ni el resto de los periodistas que acompañaron a Lanata, son periodistas independientes. Por el contrario, están a disposición de sus patrones, duramente enfrentados con el gobierno nacional. Si fueran realmente periodistas independientes hubieran escrito, por ejemplo, sobre la identidad de los hijos adoptivos de la señora de Noble o sobre Papel Prensa. Jamás osaron criticar, por ejemplo, la manera obscena como la justicia dilató la causa de los hijos adoptivos de doña Ernestina. Jamás dijeron que ello atentó contra la seguridad jurídica de los argentinos y, fundamentalmente, contra el derecho que le asiste al pueblo de conocer la verdadera identidad de esos atribulados jóvenes. Jamás condenaron los cortes d erutas organizados por la corporación agropecuaria en 2008 para protestar contra la resolución 125. Aplaudieron a rabiar la traición del vicepresidente Cobos y rezaron para que Cristina renunciara a la presidencia. ¿Así actúa el periodismo independiente? Presentaron a la ley de medios como un ataque impiadoso a la libertad de prensa porque atentaba contra los intereses del poder mediático concentrado, mientras que los festejos por el bicentenario fueron la expresión de un populismo y un clientelismo político que degrada las instituciones de la república. Se encolumnaron detrás del primer ministro británico James Cameron cuando arreció la dialéctica verbal por la soberanía de las Malvinas, en una actitud inédita en nuestra historia. También lo hicieron detrás de Repsol cuando el gobierno nacional decidió la expropiación del 51% de su paquete accionario. ¿Así actúa el periodismo independiente?

 

¿Qué autoridad moral tienen Lanata, morales Solá y compañía para denostar a los periodistas que apoyan al gobierno nacional? ¿Quiénes son para atacar sin piedad a Víctor Hugo Morales? No toleran el periodismo militante de 6.7.8. ¿Y qué fue el programa de Lanata el domingo pasado? ¿No fue una cabal demostración de periodismo militante, de periodismo comprometido con la defensa de los intereses del grupo Clarín? ¿No fue una cabal demostración de ausencia de espíritu crítico, de honestidad intelectual, de ética periodística? ¿No atenta contra la ética periodística mentir descaradamente? Clarín lo hace a diario y ni Lanata ni sus amigos dijeron algo al respecto. Para esos “periodistas independientes” el cristinismo es una calamidad, una asociación ilícita, un cáncer que debe ser extirpado cuanto antes del tejido social. No dicen lo mismo de las canalladas de Mauricio Macri, procesado por espionaje, ni de la diarrea verbal de Elisa Carrió, ni de la prepotencia antidemocrática de Hugo Biolcati. Proclaman la ausencia de libertad de expresión y la recién mencionada Carrió no se cansó durante todos estos años de injuriar a la presidenta, de cubrir de estiércol la honra de muchos sin aportar las pruebas necesarias. Proclaman que Cristina es una dictadora y la mayoría de los programas televisivos son contrarios al gobierno nacional. Olvidan con alevosía la desaparición de periodistas durante la última dictadura militar y que durante el menemismo un fotógrafo fue alevosamente asesinado. Luego del voto no positivo de Cobos, Biolcati visitó a Mariano Grondona en la televisión y ambos propiciaron la renuncia de la presidenta. Sin embargo, ambos continuaron ejercieron sus respectivas profesiones sin inconvenientes.

 

Lanata y sus amigos trabajan para medios que sólo creen en la democracia si el gobernante elegido por el pueblo gobierna en función de sus intereses. En caso contrario, le declaran la guerra. ¿Así actúa el periodismo independiente? Cristina no tuvo un día de paz desde que asumió el 10 de diciembre de 2007. Cuarenta y ocho horas más tarde el poder mediático concentrado comenzó a hostigarla con lo de Antonini Wilson y jamás se detuvo. A partir de entonces hubo tanta libertad de prensa que durante el conflicto con las patronales del campo hubo manifestantes que insultaron a Cristina delante de la televisión y hubo dirigentes rurales, como Alfredo De Angelis, que directamente propiciaban la destitución de la presidenta. Sin embargo, La Nación presentó la protesta “campestre” como una genuina y extraordinaria manifestación de civismo de la Argentina democrática y republicana. Cuando Cobos traicionó a Cristina, la sección Cartas de Lectores del diario mitrista se llenó de felicitaciones al flamante prócer de la Patria. Mientras tanto, Néstor Kirchner era presentado como un energúmeno y las manifestaciones populares que apoyaban a Cristina eran visualizadas como una atroz recreación del “aluvión zoológico”. ¿Así actúa el periodismo independiente?

 

En las democracias contemporáneas no existen periodistas independientes, sino trabajadores en relación de dependencia que escriben lo que el patrón quiere que escriban. Las columnas editoriales reflejan la opinión del diario, no la de quienes las firman. Los periodistas están sometidos a tantos condicionamientos-políticos y económicos-que el periodismo independiente es hoy una ilusión. La concentración mediática es de tal magnitud que torna prácticamente imposible escribir con plena autonomía. Para ello el periodista debería ser lo suficientemente poderoso económicamente para levantar él mismo una empresa periodística. Pero siempre estará sometido a la pauta publicitaria. Más que hablar de libertad de prensa, hay que hablar de libertad de empresa. Sólo  los grandes empresarios-que no necesariamente son expertos en periodismo-pueden crear un multimedios que implica la negación del periodismo independiente. La concentración que se observa hoy en materia comunicacional condena a aquellos idealistas que creían que el periodismo independiente era posible. Es por ello que lo más noble es reconocer que sólo existen periodistas que trabajan para sus patrones, aunque Lanata y sus amigos crean que opinan libremente.

 

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