La nota de Jorge Liotti
El declive de Cristina amenaza con alterar
todo el sistema político
31 de octubre de 2021
Discretos y silenciosos, un
grupo de obispos pidieron reunirse con algunos intendentes del conurbano. Como
hombres cercanos al Papa cultivan la habilidad de preguntar sin develar su
propósito. Pero esta vez no fue así: plantearon de frente su preocupación por
el escenario social hacia fin de año y consultaron sobre hipótesis
institucionales preocupantes porque habían empezado a recibir pedidos de apoyo
de sectores cercanos al Gobierno. Indagaron qué pasaría si Alberto Fernández no pudiera
seguir gobernando. También qué haría Cristina
Kirchner en ese caso y si habría
riesgos de que el poder recayera en Sergio Massa, de quien desconfían.
Pocos días antes, el papa Francisco había hecho llegar
al corazón del Gobierno una señal muy nítida. No solo hizo transmitir que no
recibiría en Roma a Alberto Fernández, con quien ya no comparte la sintonía
porteña de otros tiempos, sino que dejó traslucir un fuerte descontento con
Cristina Kirchner. “Siente que él ayudó en el tema
de la deuda con los holdouts y con el FMI y que ahora ella con sus
tironeos pone en riesgo todo, incluso la
integridad de un gobierno que él buscó acompañar”, reproduce un ministro que
fue receptor del mensaje pontificio.
Dos semanas antes de las
elecciones, en el Gobierno hay más preocupación por el escenario posterior que
por el escrutinio del 14 de noviembre. Quizás
porque la mayoría de las mediciones está marcando que las preferencias respecto
de las PASO no han cambiado sustancialmente, aunque el oficialismo pueda
recortar levemente su desventaja en la provincia de Buenos Aires.
En
Si la reacción oficial ante la
derrota en las primarias fue la crisis de las renuncias y el recambio de
gabinete, en esta ocasión esa receta luce agotada. Cambiar más ministros es una
opción que maneja Fernández, pero sería apenas un indicador de movimientos más
profundos que debería activar para evitar que la crisis escale. Por eso uno de
los ministros cercanos al Presidente plantea sin ambigüedades: “Alberto debe
recuperar la centralidad, aunque no veo señales. Si no se reacomoda el frente, no hay futuro. No se puede seguir
gobernando con este esquema”.
La cuestión cambiaria es la que
más urge no solo porque el dólar empuja hacia arriba desde hace semanas, sino
porque cada vez hay más dudas sobre la capacidad del Banco Central de sostener
la situación. “Entre 2011 y 2015 tenían reservas y los fondos de
Un importante exfuncionario que
habló hace poco con Julie Kosack cuenta que la subdirectora del FMI para el Hemisferio Occidental
fue muy taxativa en que el organismo no va a admitir una brecha cambiaria
superior al 80%. “Mirá los programas del Fondo con otros países”, invitó a
comparar la funcionaria, quien también se sumó al reclamo de que
La amenaza de emancipación
Es probable que después de las
elecciones los movimientos no queden acotados al gobierno nacional, sino que
haya un efecto en toda la estructura del Frente de Todos a partir del dato más importante que podría arrojar la elección: que Cristina
deje de ser la figura excluyente del universo peronista por la pérdida de su caudal de votos. En las últimas
mediciones emergió con claridad el costo que le significaron la derrota de
septiembre y sus actitudes posteriores.
Según la consultora Fixer, entre
los votantes del Frente de Todos solo el 47% tiene una imagen positiva de ella,
contra un 37% de negativa. Pero si solo se toman en cuenta los
adherentes blandos del oficialismo, la imagen positiva es del 20% y la negativa
del 62%. Es decir, hay un angostamiento
visible de su atractivo, con un agravante muy importante: entre los millennials y centennials la negativa asciende al 66%, y
entre los sectores sin secundario completo al 61%. La histórica base de
sustentación cristinista está diluida, y esto se
percibe incluso en el conurbano fiel. Un intendente oficialista del Gran Buenos
Aires, muy caminador de las calles, ilustra: “Cristina quedó muy golpeada
porque la gente la ve ausente y la hace culpable de lo que pasa. A mí me dicen:
‘¿Por qué no está gobernando ella?’. En este momento tenés que estar muy
presente porque la gente está muy sensible”. Shila Vilker, de la consultora
Trespuntozero, completa el planteo: “La imagen de la vicepresidenta está en
franco deterioro. Hoy ya no cuenta con un 35% de adhesiones firmes como hasta
2019; ese número hoy es más cercano al 25%. Pesa mucho su ausencia en
situaciones críticas, esa sensación de que no es parte del Gobierno”.
En las últimas semanas se ha
encerrado bastante y decidió no hablar, tal como recomendó el asesor Antoni Gutiérrez-Rubí. Pero aun
así no deja de transmitir su profundo pesimismo sobre el resultado electoral.
Se lo comentó Wado de Pedro a un gobernador del norte con el que se reunió
recientemente, a quien también le planteó que están viendo cómo termina el
resultado en la provincia y para el Senado para ver qué hace el kirchnerismo.
Alberto (a quien también el catalán le sugirió dejar de dar entrevistas y
hablar en actos a diario) es un poco más optimista, aunque solo por voluntarismo. Entre el Presidente y su vice solo rigen los códigos de las
formalidades; la confianza está definitivamente quebrada. Lo admiten en
El declive de Cristina arrastra
también a su hijo Máximo y a Axel Kicillof, quienes tienen similares índices de aceptación. El líder de
La percepción de que el 14 de
noviembre se puede confirmar la cuarta derrota del kirchnerismo en la provincia
en los últimos ocho años mantiene alterados al resto de los actores del Frente
de Todos. El más activo ha sido
Los gobernadores peronistas,
una legión de valientes prometedores, también agilizaron los contactos entre
ellos, especialmente a partir de que Manzur desembarcó
en el Gobierno. Hubo un punto de inflexión que fue la reunión a solas en
La ilusión de un entendimiento
entre gremios, gobernadores e intendentes para reconfigurar el FDT tiene dos
problemas de base. Uno, que Alberto Fernández no da señales de querer
protagonizar ese proceso. Dos, que el kirchnerismo no explicita cómo piensa
continuar en el espacio. Es mucho más probable una
atomización desordenada que una reestructuración orgánica.
El sistema, en crisis
El politólogo Pablo Touzón es más desafiante
aún porque plantea que lo que cruje no es solo el Frente de Todos, sino la
estructura de todo el sistema político que surgió después de la crisis de 2001.
En primer lugar porque la dilución del poder de
Cristina erosiona el esquema bicoalicionista, ya
que como efecto espejo también diluye el atractivo de la oposición más férrea.
Las dos principales fuerzas surgidas a principios del milenio pueden entrar en
crisis tal como funcionaron hasta ahora. Pero en un segundo nivel más profundo,
porque lo que está en discusión es el
modelo de Estado dominante que surgió hace 20 años para hacer frente a la
crisis. “El Estado como asignador de
recursos, como único actor legitimado para actuar, como el que multiplica la
asistencia social. Ese modelo de un Estado sobreexpandido está en crisis,
especialmente después de la pandemia, que exigió todo del Estado”, explica
Touzón.
Una encuesta que realizó con la
consultora Escenarios revela lo que implica el Estado para la sociedad
argentina. Un 66% rechaza que deba ser dueña de empresas e industrias y cerca
del 55% está algo o totalmente en desacuerdo con que sea la principal
responsable de crear empleos. En contraposición, el 60% dice que el Estado debe
focalizarse en proveer servicios de calidad en salud, seguridad y
educación. Pero en la pregunta clave,
sobre si el Estado debería tener menor intervención en la economía, los
resultados están divididos, con un 38% muy de acuerdo, un 32% muy en
desacuerdo, y el resto en opciones
intermedias.
El declive kirchnerista puede representar después del 14 de
noviembre el inicio de un cambio sistémico.
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