Picada de noticias
Rememorando a Esteban Echeverría
En pocas horas culmina un 2021 sumamente
complicado, traumático y, para millones de compatriotas, dramático. En este año
que está a punto de pasar a la historia la economía empeoró, al igual que la
salud a raíz del avance incontenible del Covid-19. La clase política continuó
con su inveterada costumbre de burlarse de nosotros. Ahí están los casos de una
diputada nacional de Juntos que se fue de viaje con sus hijos a Disney mientras
sus colegas debatían en el recinto la cuestión de los bienes personales y de un
conocido diputado provincial justicialista santafesino que mientras la
legislatura dejaba sin presupuesto al gobernador Omar Perotti, disfrutaba junto
con su novia las bellezas de una isla paradisíaca. Ahí está el dólar blue que
cerró
Frente a tan sombrío panorama nada mejor,
me parece, que releer a aquellos patriotas que fueron verdaderos demócratas,
que dejaron para la posteridad libros imperecederos cuya lectura es vital para
comprender por qué hemos demostrado una incapacidad supina para edificar una
democracia liberal sólida y estable, permanentemente vulnerada y fornicada por
los gobiernos que hemos venido soportando desde hace muchísimo tiempo. Uno de
esos patriotas es Esteban Echeverría, máximo ideólogo de
Escribió Echeverría:
1-“La voluntad de un pueblo o de una
mayoría no puede establecer un derecho atentatorio del derecho individual
porque no hay sobre la tierra autoridad alguna absoluta, porque ninguna es
órgano infalible de la justicia suprema, y porque más arriba de las leyes
humanas está la ley de la conciencia y de la razón. Ninguna autoridad legítima
impera sino en nombre del derecho, de la justicia y de la verdad. A la voluntad
nacional, verdadera conciencia pública, toca interpretar y decidir
soberanamente sobre lo justo, lo verdadero y lo obligatorio: he aquí el dominio
de la ley positiva. Pero más allá de esa ley, y en otra esfera más alta,
existen los derechos del hombre, que siendo la base y la condición esencial
desorden social se sobreponen a ella y la dominan. Ninguna mayoría, ningún
partido o asamblea, tiene derecho para establecer una ley que atasque las leyes
naturales y los principios conservadores de la sociedad, y que ponga a merced
del capricho de un hombre la seguridad, la libertad y la vida de todos. El
pueblo que comete este atentado es insensato, o al menos estúpido, porque usa
de un derecho que no le pertenece, porque vende lo que no es suyo, la libertad
de los demás; porque se vende a sí mismo no pudiendo hacerlo, y se constituye
en esclavo, siendo libre por la ley de Dios y de su naturaleza”.
2-“No hay igualdad donde la clase rica se
sobrepone y tiene más fueros que las otras. Donde cierta clase monopoliza los
destinos públicos. Donde el influjo y el poder paraliza para los unos la acción
de la ley y para los otros la robustece. Donde sólo los partidos, no la nación,
son soberanos. Donde las contribuciones no están igualmente repartidas y en
proporción a los bienes e industria de cada uno. Donde la clase pobre sufre
sola las cargas sociales más penosas, como la milicia, etc. Donde el último
satélite del poder puede impunemente violar la seguridad y la libertad del
ciudadano. Donde las recompensas y empleos no se dan al mérito probado por
hechos. Donde cada empleado es un mandarín, ante quien debe inclinar la cabeza
el ciudadano. Donde los empelados son agentes serviles del poder, no
asalariados y dependientes de la nación. Donde los partidos otorgan a su antojo
títulos y recompensas. Donde no tiene merecimientos el talento y la probidad,
sino la estupidez rastrera y la adulación”.
3-“No hay libertad donde el hombre no
puede cambiar de lugar a su antojo. Donde no le es permitido disponer del fruto
de su industria y de su trabajo. Donde tiene que hacer al poder el sacrificio
de su tiempo y de sus bienes. Donde puede ser vejado e insultado por los
sicarios de un poder arbitrario. Donde sin haber violado la ley, sin juicio
previo, ni forma de proceso alguno, puede ser encarcelado o privado del uso de
sus facultades físicas o intelectuales. Donde se le coarta el derecho de
publicar de palabra o por escrito sus opiniones. Donde se le imponen una
religión y un culto distintos del que su conciencia juzga verdadero. Donde se
le puede arbitrariamente turbar en sus hogares, arrancarle del seno de su
familia y desterrarle fuera de su patria. Donde su seguridad, su vida y sus
bienes están a merced del capricho de un mandatario. Donde se le obliga a tomar
las armas sin necesidad absoluta y sin que el interés general lo exija. Donde
se le ponen trabas y condiciones en el ejercicio de una industria cualquiera,
como la imprenta etc.”.
Emociona leer estos pensamientos de
Echeverría. Con un lenguaje claro y simple, destaca lo esencial de la
democracia liberal, de un régimen político que enarbola como valor supremo la
dignidad de cada miembro de la asociación. Con un lenguaje claro y simple, afirma
que “la democracia no es el despotismo absoluto de las masas ni de las
mayorías”, sino que “es el régimen de la razón”. Para aplaudir de pie.
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