Picada de noticias
Rosario, a merced del narcotráfico
“Leviatán” fue uno de los
libros de filosofía política más importantes de todos los tiempos. Su autor fue
el inglés Thomas Hobbes, quien su propuso legitimar el absolutismo monárquico.
Consideraba que, previo al surgimiento de la sociedad política, reinaba el
estado de naturaleza apoyado en el único principio aceptado por los hombrees:
la ley del más fuerte. En el estado de naturaleza no existían el imperio de la
ley, una justicia independiente y el monopolio del uso legítimo de la fuerza a
cargo del aparato estatal. En el estado de naturaleza reinaban la barbarie, la
justicia por mano propia y la impunidad.
Desde hace muchos años la cuna
de
Este grupo mafioso fue el
protagonista principal de la inmensa cantidad de hechos de violencia que han
venido sacudiendo a Rosario desde que se instaló en la zona sur de la ciudad
(barrio Las Flores). Hoy está, aparentemente, en retirada. Pero ningún rosarino
podrá olvidar que durante casi dos décadas sus miembros fueron amos y señores
de lo que se conoce con el nombre del “Gran Rosario”, situado más allá del
Paraná y las avenidas Oroño y Pellegrini. Fueron amos y señores de la vida de
miles de rosarinos, casi todos de origen humilde. El monopolio del uso de la
violencia quedó en manos de los Monos, lo que en la práctica significó una
suerte de privatización del uso de la fuerza. En esa zona el Estado
literalmente desapareció, lo que explica la impunidad con que contaron los Cantero
para imponer su régimen de terror durante tanto tiempo.
Ahora bien, ¿cómo fue posible
que los Monos hayan podido construir semejante imperio de violencia en Rosario?
La respuesta se cae de madura. Los Monos fueron el resultado de una compleja
red de complicidades al más alto nivel político, judicial y policial. En otros
términos: los Cantero existieron porque contaron con el apoyo del poder
político, judicial y policial. Todo se resume en la siguiente palabra:
corrupción. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que Guille Cantero continúe
ejerciendo el liderazgo del clan desde la cárcel? ¿Cómo es posible que en 2013
un sicario haya baleado el frente del domicilio del entonces gobernador Antonio
Bonfatti? ¿Cómo es posible que el condenado por ese ataque, Ema Pimpi Sandoval,
haya sido asesinado a fines de 2019 por un grupo comando en una mansión de un
camarista santafesino situada en el lujoso barrio de Alberdi? Estas preguntas
tiene una sola respuesta: corrupción.
Todo parece indicar que desde
hace un tiempo otras bandas de narcotraficantes estarían luchando por adueñarse
del espacio que aparentemente dejaron los Monos, hoy aparentemente caídos en
desgracia. Lo real y concreto es que la violencia se viene ensañando con los
rosarinos desde hace un largo tiempo y todo parece indicar que el panorama
empeorará. Como prueba de lo que acabo de afirmar transcribo un esclarecedor y
dramático artículo de Leo Graciarena del diario
“El casamiento de “Pinky”, un hombre
acusado por haber integrado la banda de Olga “
Brutalidad
El departamento Rosario se ha
acostumbrado a asesinatos brutales, despiadados, sanguinarios. Sin escrúpulos.
Con algo, o mucho, de planificación. Crímenes sin códigos en los que ya
no importa si entre los objetivos hay nenes pequeños o mujeres embarazadas.
Los sicarios llegan y ejecutan. Emboscan y disparan. Como acto reflejo la
memoria se dispara hacia el triple crimen ocurrido a las 20.30 del domingo 17
de febrero de 2020 en Empalme Graneros. Esa noche circulaban en
una moto Christopher Nahuel Albornoz, de 21 años; su pareja Florencia Noemí
Corvalán, de 21 y la hija de ambos, Adelain Chelsi Albornoz, que iba a cumplir
dos años. Al llegar a Génova y Cabal fueron emboscados y
asesinados con ráfaga de pistola ametralladora. Los vecinos aseguran que la
pequeña Chelsi fue rematada en el piso. Christopher era uno de los
hijos de Miguel Angel Albornoz, un hombre de 72 años sindicado como narco
aunque él lo niega cada vez que tiene la oportunidad.
La fiesta
Según pudo reconstruirse entre distintas
fuentes consultadas, el viernes por la noche se celebró en Campos de Ibarlucea,
un salón de eventos sobre el kilómetro 5 de la ruta provincial 34 S que une
Ybarlucea con Granadero Baigorria, la fiesta de casamiento de dos personas
investigadas como presuntos miembros de la banda de Olga “Tata”
Medina, condenada en junio de
Antes de la fiesta, según podía verse en
un posteo de redes sociales, hubo una previa en un hotel de Puerto Norte para
los más allegados. Luego el festejo se trasladó a un salón de eventos ubicado
en un predio de
Sobre el final
De acuerdo a lo que explicaron encargados
del lugar la fiesta culminó a las 4 de la mañana y entonces los invitados
comenzaron a retirarse. Minutos después, sobre las 4.15 los empleados que
desmontaban el servicio se toparon con que buena parte de los
invitados regresaba hacia el salón a los gritos, espantados por algo que había
sucedido afuera del predio. ¿Qué había pasado? El Audi TT en el que se
retiraban Giménez y su familia había sido emboscado en inmediaciones del canal
Ybarlucea por una camioneta gris o blanca cuya marca y modelo se preserva para
no entorpecer la pesquisa en manos del fiscal Gastón Avila. En medio de una
oscuridad sólo aplacada por las luces altas de los autos que circulaban por la
34 S, de la camioneta bajaron entre dos y tres personas que
dispararon contra Giménez y su pequeña hija. Uno de los invitados,
vecino de Ybarlucea, subió a los heridos a su camioneta VW Amarok y los condujo
hasta el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, ubicado a unos
Un amigo de Giménez que llegó al lugar reportó
ante la guardia policial que el muchacho asesinado era dueño de
una cadena de panaderías. Si bien en un primer momento se referenció
que la familia era oriunda de barrio Tablada, Erica Romero tenía domicilio en
Asunción al 5400, en barrio Villa Urquiza, cerca del Fonavi del Parque Oeste.
Giménez, por su parte, estaba domiciliado en Lima al
Misterio
Mientras los heridos eran evacuados en
estado desesperante —Giménez había recibido entre 8 y 12 balazos y su hija
Elena otros 6, uno de ellos en la cabeza— el Audi TT y Erica
Romero literalmente desaparecieron de la escena. La madre de Giménez
llegó hasta el Eva Perón donde le comunicaron el deceso de su hijo y de su
nieta. Entonces la mujer dijo a la guardia policial que nada sabía
de su nuera y así se irradió un alerta para buscar el auto y la
mujer. ¿Qué pasó con Erica? ¿Los sicarios aprovecharon la
confusión y se la llevaron? ¿La mujer intentó escoltar el auto en el que
llevaba heridos de muerte a su hija y su compañero y fue emboscada? ¿La
secuestraron de la escena del crimen de su familia y se la llevaron? En
un principio una versión indicó que Romero había llegado en el Audi hasta el
hospital Eva Perón escoltando a su familia y que luego había regresado a
Ybarlucea, pero con el correr de las horas esa hipótesis quedó descartada.
En la
escena de la balacera, en un zanjón que se confunde con la banquina frente al
salón de eventos, se hallaron una docena de vainas calibre
Silencio
Cuando los bomberos apagaron el incendio constataron que en el
interior del auto estaba el cuerpo de una mujer. El vehículo quedó reducido a
menos de un metro de chatarra chamuscada. “No escuchamos nada. Mirá que por
esta zona suele haber fiestas. Pero anoche no se escuchó nada”, dijo una vecina
que aprovechó la desgracia ajena para hacer un reclamo: “¿Podrías poner que en
esta zona de Ybarlucea no tenemos agua potable?”. “No se escuchó nada.
Pero nada de nada. Ni gritos ni otros autos. Mirá que los perros son celosos y
ladran mucho. Ninguno ladró anoche”, indicó otra vecina. Lo que quedó
del Audi TT terminó en medio de un camino de tierra, ubicado en inmediaciones
del Club Social y Deportivo Ybarlucea y el camping de
El fiscal Avila comisionó a efectivos de
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