Picada de noticias en el recuerdo
Editorial
Ayer, lunes 26, la ex presidente y sus íntimos
debieron haber rememorado en la intimidad de El Calafate el aniversario del natalicio
de Néstor Kirchner, esposo de Cristina y padre de Máximo y Florencia. No pudo
ser. Por decisión del juez federal Claudio Bonadio CFK debió concurrir a
Inodoro PY (Verbitsky) para presentar un escrito en el
que deja constancia de las arbitrariedades de las que es víctima en todos y
cada uno de los procesos judiciales comandados por el juez de la servilleta.
¿Le hubiera costado algo a Bonadio citar a la ex
presidente la semana que viene? ¿Marcaba alguna diferencia en los tiempos
procesales una semana de diferencia? ¿Qué necesidad tuvo de citarla justo el
lunes 25? Lo hizo para impedirle el recuerdo junto a los suyos del ex
presidente de la nación. Fue una decisión tomada con maldad y alevosía. Porque
el magistrado sabe muy bien que desde que falleció Kirchner cada 27 de octubre
y cada 25 de febrero son días muy especiales para la familia
Kirchner. Al citarla justo el 25 de febrero le impidió encabezar esa ceremonia
privada.
Emerge en toda su magnitud el odio que el juez siente
por la ex presidente. Un odio visceral y casi patológico. Bonadio está
obsesionado con Cristina. A tal punto lo está que siente placer cuando la
maltrata como lo hizo ayer. Si esto no es violencia de género, la violencia de
género ¿dónde está? Porque la violencia de género no se reduce al maltrato
físico. También abarca el maltrato psicológico, la tortura espiritual. Bonadio,
qué duda cabe, está en su salsa cuando maltrata espiritualmente a Cristina.
Ayer se debe haber sentido “muy hombre”. Es probable que sienta placer por las
humillaciones que le inflige a CFK. Evidentemente es un sádico.
Lo tremendo de todo esto es que semejante personaje es
un juez de la nación. Tiene en sus manos la libertad de las personas. Decide si
fulano o mengano pueden volver a sus hogares o quedan detenidos. Se supone que
todo juez es imparcial cuando dicta sentencia. Es decir, no siente animosidad
alguna por el acusado. Se decide por la culpabilidad o la inocencia en virtud
de las pruebas que logró reunir. Sólo cuando comprueba la culpabilidad, luego
del juicio oral correspondiente, dicta sentencia.
Con Cristina ya dictó sentencia. Para Bonadio CFK es
culpable de todas las acusaciones en su contra. Para Cristina no rige el
principio de presunción de inocencia. Por más pruebas que se presenten a su favor,
para Bonadio es culpable. ¿Cómo puede ser, entonces, que sea el juez que tenga
a su cargo las causas en las que CFK supuestamente está involucrada? No
recuerdo un caso de tanta animosidad de un juez para con una persona a punto de
sentarse en el banquillo de los acusados. Pero esto lejos está de ser una
casualidad. Bonadio tiene a CFK a su merced porque Inodoro Py está detrás suyo.
También lo están los grandes medios de comunicación y el establishment.
Cristina ya está condenada. Los juicios orales que deberá
afrontar son una farsa, una pantomima. El círculo rojo la quiere presa (salvo
Macri, por razones electorales), al igual que millones de argentinos de clase
media alta que la odian visceralmente. Evidentemente, no somos muy diferentes a
los antiguos romanos que se acercaban al Coliseo a ver cómo los gladiadores
derramaban su sangre en la arena para su regocijo y para regocijo del emperador
de turno.
El orden conservador tomó la decisión de hacer
escarmentar a Cristina. La acusan de ser corrupta pero podrían haberla acusado
de cualquier cosa. El problema de CFK es que se atrevió a enfrentar al poder
establecido. Ello no significa que haya sido revolucionaria. Sólo se limitó a
incrementar el porcentaje de las retenciones a la soja, al maíz y al girasol, y
a sancionar una ley de medios audiovisuales tendiente a limitar el monopolio
del Grupo Clarín. Para el orden conservador fue una declaración de guerra. No
soportó semejante afrenta. Por eso la atacó sin piedad, sin importarle el haber
triunfado en 2007 y 2011. Para la oligarquía el voto de la gente no vale un
centavo. Un presidente sólo es legítimo si gobierna para sus intereses. Si no
lo hace, aunque cuente con respaldo popular, debe ser destruido.
Inodoro Py es el brazo judicial de la oligarquía. Así
como Clarín y
Lo que jamás le perdonó la oligarquía a Cristina es
que nunca le rindió pleitesía. En ese sentido se parece bastante a Raúl
Alfonsín, abucheado en 1988 en Palermo por el mismo motivo. Como es fuerte como
un roble, CFK enfurece a los que mandan, los enloquece. No me quiero imaginar
cuál sería su reacción si en la noche del domingo del balottagge los medios
anuncian el triunfo de Cristina. Pero, al menos hasta hoy, es improbable que
ello suceda. Pero faltan varios meses para las elecciones presidenciales y en
Argentina es una eternidad.
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