La columnna política de Eduardo van der Kooy
Impericia,
urgencia y oportunismo: con Sergio Massa el Gobierno gasta su bala de cobre
Clarín
30/07/2022
Podría decirse que
se trata de la última apuesta de la coalición oficialista en busca de dos
objetivos. Enderezar algo el Gobierno para esquivar una crisis terminal que
pondría fin a la leyenda de la garantía de gobernabilidad peronista. Recomponer
su competitividad para 2023 en la cual, ahora mismo, no creen ni los propios.
La anomalía de la construcción del poder resulta tan notoria que
un ordenamiento de la pirámide imaginaria indicaría lo siguiente. Cristina
conserva el primer lugar. Massa se acomoda como superministro debajo de ella.
Después aparece Alberto, máximo representante formal del Estado. Prácticamente anémico
para tomar decisiones de magnitud. El mandatario
deja la impresión de haber terminado de deshilacharse con la crisis. Hacia
afuera y hacia adentro. Con el kirchnerismo y entre sus fieles.
La irrupción de Massa es producto del empujón
angustiado de Cristina y las vacilaciones
infinitas de Alberto. Cuando la crisis empezaba a incinerar las últimas
esperanzas oficiales apareció el instrumento que se supone milagroso. Con
funcionalidad política. Lo que en la historia mitológica se dio en llamar la bala
de plata. En este caso habría que ser menos fastuoso: quizá no se trate de
plata.
Podría ser cobre. O níquel. El nuevo superministro posee una
historia y un largo recorrido. Repleto de alucinantes
mutaciones. Su ponderación social no parece mejor que la de Alberto, la de
Cristina ni la de Máximo Kirchner. La consultora Fixer los ubica este año
con imagen negativa que supera el 60%. En esas condiciones ha sido investido como presunto salvador.
El papel de los
gobernadores
El nuevo dispositivo que debe empezar a funcionar devela varias
cosas. La fuerza que integró la coalición como socio menor da un salto
cualitativo con la irrupción de Massa. Desplaza al conglomerado que vanamente
intentó consolidar Alberto en dos años largos de mandato. Los primeros que tomaron
distancia fueron los gobernadores del PJ, determinantes para frenar la
licuación de poder del Gobierno. Intimaron
a Alberto a tomar decisiones. Se lo transmitieron en el encuentro
del miércoles atravesado por frases amenazantes: “Si
no hacés algo rápido, no llegás al Mundial”, disparó uno de los mandatarios. No fue ni Omar Perotti, de Santa
Fe, ni Axel Kicillof.
Esos dirigentes asintieron la llegada del líder del Frente
Renovador. Antes, se ocuparon de que Juan Manzur siga como jefe de
Gabinete. “Al negro no lo toques”, pidieron al Presidente. Exhibieron menos unanimidad, en cambio, cuando fueron convocados
para un operativo
clamor en beneficio de Massa. Se anotaron solamente Perotti (recriminado
por eso en Santa Fe); Gustavo Sáenz, de Salta; Gustavo Bordet, de Entre Rios, y
Mariano Arcioni, de Chubut.
El papel jugado por los gobernadores, como suele acontecer en
El otro asunto central a tener en cuenta sobre el nuevo
dispositivo apunta al papel de Cristina y del kirchnerismo. La vicepresidenta
cumplió una tarea clandestina pero determinante para llegar a este desenlace.
Su silencio derritió en 24 días las
mínimas expectativas surgidas de la inesperada asunción de Silvina Batakis.
Tramó con su hijo Máximo Kirchner la coronación de Massa. En todo el operativo
se ocupó de colocar límites y resguardos.
Disuadió la ambición
de Massa de apropiarse también del Banco Central para coordinar con Economía,
Producción y Agricultura la política monetaria. Se trataría de un paréntesis.
El renovador mantiene diferencias con Miguel Pesce, a cargo de la entidad y
protegido de Alberto. Los últimos cortocircuitos sucedieron el fin de semana
anterior cuando Massa estuvo negociando con entidades del campo la posibilidad
de un dólar diferenciado para incentivar las exportaciones de granos. El “dólar
agro” que terminó consagrando Pesce estuvo lejos de satisfacerlo.
La vicepresidenta finalmente ocupó con un hombre propio
Los misterios de
Cristina
El gran interrogante que envuelve la movida general radica en
descubrir por qué motivo, en sólo cuatro semanas, Cristina
pasó de vetar a Massa, cederle paso a Batakis y, de última, promover como
superministro al titular de
Otra corriente prefiere hurgar debajo del agua. ¿La vicepresidenta
avaló a Massa porque sabe que aflora un tiempo de medidas antipáticas con las
cuales no desea cargar? Hay otra evidencia: ante la eventualidad de un revés
económico-social el nuevo superministro carecerá de todo margen para escaparle
al Frente de Todos. Como le pedían sectores de su agrupación. Ha
quedado abrazado a Alberto y a Cristina.
El comportamiento
público de la vicepresidenta podrá a futuro brindar una pista sobre cuál de
aquellas miradas se acerca a la realidad. Antes habría que observar de qué
manera los actores principales procesan diferencias de fondo que han quedado
explícitas estos años. Conviene correr del medio la calificación sobre Cuba,
Venezuela y Nicaragua a las cuales Massa considera dictaduras. Habría que
centrarse en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el
vínculo con Washington.
Massa ha forjado una relación con Máximo, a quien facilitó en otro
tiempo un baño de inmersión en ciertos enclaves empresarios. El hijo de la
vicepresidenta fue el primero que asestó un
golpe letal a Alberto cuando renunció en
Diputados a la jefatura del bloque por el acuerdo con el FMI. Más que eso: votó
en contra de su convalidación. Militó incluso para restarle votos al
oficialismo. El nuevo superministro hizo desde la jefatura de
Es decir, el
reordenamiento del Gabinete puede haber devuelto al poder la sensación de
control que se había perdido. No revela ninguna coincidencia seria sobre las
cuestiones de fondo. Tampoco habría por qué sorprenderse. Con esa misma lógica
Cristina y Alberto construyeron el Frente de Todos. Para ganarle a Mauricio
Macri. Las cosas están ahora como están.
El complejo panorama explicaría ciertas dificultades de Massa en
sus primeros pasos. Algunas de las personas que históricamente trabajaron cerca
de él parecieran haber empezado a tomar distancia. Martín Redrado fue el primero. Otro ex ministro que está en el exterior
le envió un chat escueto: “No cuentes conmigo”. El apoyo que recibió de
El progreso de Massa encierra también un componente electoral. En
Otro gran enigma es el desenvolvimiento venidero del
Presidente. Está claro que Cristina lo doblegó. Lo fue aislando al punto que su fortaleza o solidaridad se
reduce a pocos nombres: Vilma Ibarra, Santiago Cafiero, Julio Vitobello, Juan
Manuel Olmos. Daniel Scioli quedó agradecido por regresar a
Todos quedaron con la impresión de que el Presidente estaría
agobiado. Repitiendo cosas que no son. La
conversación que no tuvo con la jefa del FMI, Kristalina Georgieva.
Inconsciente de estar iniciando su despedida con 14 meses de anticipación.
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